Lokapedia: “Hay conocimiento en la locura de las mujeres”
Un blog recupera y contextualiza con perspectiva feminista interseccional las biografías, las expresiones culturales y las formas de resistencia de mujeres de todas las épocas que afrontaron sufrimiento psíquico, violencias del sistema médico o persecución por subvertir las normas patriarcales cuerdistas.
La costurera alemana Agnes Richter, ingresada en un hospital psiquiátrico por su padre en 1893 y por 26 años, bordaba sobre las chaquetas que le hacían confeccionar mensajes como “Deseo leer” o “Me lanzo de cabeza al desastre”. Una tocaya estadounidense de 19 años logró en 1958 que la Clínica Psiquiátrica de Identidad de Género de Los Ángeles autorizase su vaginoplastia, una intervención que entonces solo se permitía en caso de condición intersexual; a las mujeres trans se las derivaba a terapia para tratar su “trastorno”. Presentó como espontánea la feminización corporal que había logrado tomando en secreto hormonas recetadas a su madre.
Son dos de las biografías que recoge la Lokapedia, un blog sobre cultura loca y feminismo impulsado por las activistas e investigadoras Grecia Guzmán Martínez y Dau García Dauder, con el objetivo de “construir una genealogía de experiencias de opresión compartidas, y también de resistencia colectiva”. En un acto de justicia histórica, en la Lokapedia los roles de sujeto y objeto de investigación se invierten: son las mujeres psiquiatrizadas las que estudian los estrechos y opresivos marcos de referencia de la psiquiatría occidental. En la Lokapedia están las brujas, las espiritistas, las predicadoras en trance, las histéricas, las malas madres. Están las marikas, les trans, las bolleras. Las sudakas, las chicanas, las indígenas colonizadas, las negras esclavizadas. Las escuchadoras de voces, las paranoicas, las que vomitan la comida, las discapacitadas según el poder capacitista. Están las poetas, las artistas, las fanzineras y las instagramers. Están las activistas locas como Patricia Rey, Princesa Inca o Judi Chamberlin. Y las teóricas feministas ignoradas o abandonadas por el movimiento cuando brotaron o clamaron contra el psistema: Valerie Solanas, Shulamith Firestone, Kate Millett, Gloria Anzaldúa. “Estoy loca, pero elijo esta locura”, dice esta última en uno de sus poemas.
“Entendemos la locura como transgresión, como disidencia y como resistencia política”, expone Grecia Guzmán. Engloban en esa definición las experiencias psíquicas y subjetivas patologizadas (escuchar voces, tener visiones o trances), así como el sufrimiento psíquico intenso, pero también aquellas conductas, emociones o deseos perseguidas por desviarse de la norma. La interseccionalidad es una práctica inherente al proyecto y a la mirada situada de sus autoras (Grecia es migrada y Dau trans), que exploran constantemente los cruces entre género, raza o clase. “¿En qué cuerpos se criminaliza antes que se psiquiatriza, y en qué cuerpos se psiquiatriza antes que criminaliza?”, se preguntan en una entrada. Y analizan las combinaciones: desde “Cuerpos pobres racializados masculinos =cuerpos criminalizados” a “Cuerpos blancos ricos: psicoterapia (más si son de mujeres) y psiquiatrización no cronificada”.
Destacan las entradas en clave antirracista y anticolonial, porque sus autores son conscientes de que “la construcción occidental sobre la salud, la enfermedad y la locura ha sido instrumental para la subordinación de comunidades originarias y de saberes ancestrales”. La medicina colonialista llegó incluso a acuñar un diagnóstico psiquiátrico, la drapetomanía, para las personas negras que intentaban escapar de la esclavitud.
Otro ejemplo de cómo Europa exportó su forma de intervenir en salud mental es el primer centro psiquiátrico de la Ciudad de México, La Castañeda, que se abrió en 1911 “como un símbolo de modernidad”, cuenta Guzmán. “Las mujeres ahí encerradas se negaron a reconocerse en los diagnósticos médicos moralistas; ellas escribían como podían sus propias narrativas sobre lo que
les pasaba”, abunda.
Una cita de la activista Dee dee NiHera, publicada en 1984 dentro del libro Still Sane, condensa la convicción de la Lokapedia. “El sexismo, el heterosexismo, el cuerdismo, el racismo y el clasismo son facetas de la opresión psiquiátrica. Eliminar solo uno de estos -ismos deja intacta la estructura del sistema”. Uno de los objetivos del blog es dar un toquede atención a los movimientos (trans)feministas para que asuman las demandas del activismo loco y denuncien las violencias psiquiátricas. Dauder señala el cuerdismo que subyace cuando la antipsiquiatría feminista afirma que a las mujeres se las encerraba por mujeres y no por locas (como si para las locas ese sí fuera un destino aceptable) o en el lema de la lucha por la despatologización trans “No estamos loques”.
Las impulsoras de la Lokapedia reconocen su acceso privilegiado a la escritura y a la divulgación. Lo utilizan para amplificar la palabra de activistas locas cuyo conocimiento no ha sido escuchado o validado en la misma medida que el de las psicólogas y psiquiatras feministas. De su blog saltamos a los fanzines Mandrágora (del colectivo B.U.C.L.E.S, de Barcelona), entre nos otras (del Círculo de Feminismo Loco Latinoamericano) y al proyecto chileno de escritura La Histeria es Colectiva, o al monográfico de la revista Mujeres y Salud sobre alternativas feministas a la psiquiatrización cuyo título es precisamente Las voces que hay que oír.
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