El aborto eugenésico contra las discas

El aborto eugenésico contra las discas

Revestir el aborto eugenésico de demanda feminista muestra la falta de perspectiva disca del feminismo hegemónico, un tipo de feminismo anti-disca que interpreta este supuesto avance como una liberación.

19/07/2023

Ilustración: La Gallu.

– Entrenador, a mí tampoco me gustaría tener un hijo como nosotros (discapacitado), si puedo elegir prefiero que esté bien, no soy tonto.

– María, yo quiero ser padre. Pero solo si el bebé está sano.

Estas dos frases, dichas por personajes distintos, presentan un mismo conflicto y una misma resolución: el temor de una persona no-discapacitada a tener une hije con discapacidad, y su exoneración de toda culpa por parte del personaje disca de turno que clama “te entiendo, yo debería haber sido abortado”. La primera frase es de la película Campeones y la dice Marín, con discapacidad intelectual, cuando el entrenador –y protagonista— advierte a su pareja que por su edad aumentarían las posibilidades de “tener un hijo con síndrome de down, con autismo, o como cualquiera de estos chicos (referido al equipo de baloncesto compuesto por gente con discapacidad intelectual)”. La segunda es de la serie de televisión Vida Perfecta, se lo dice el personaje de Gari, también con discapacidad intelectual, a María, la chica no-discapacitada a la que ha dejado embarazada.

Como persona autista es difícil no ver la intención eugenésica de estas frases, sin embargo, sé lo desmesurado que la simple mención de eugenesia puede llegar a parecer, pues estamos acostumbrades a relacionar la eugenesia con una época pasada y no con nuestra cotidianidad. Y esa es su gran victoria, pensar que esta práctica corresponde a épocas muy lejanas. Sin embargo, lo estamos viendo, tanto en la decisión del gobierno de la comunidad de Madrid de no derivar a los hospitales a las personas mayores que vivían en sus residencias, como en la resistencia a calificar de aborto eugenésico el aborto de fetos sanos por el hecho de tener alguna discapacidad, entre muchos otros ejemplos.

“Estar bien” o “estar sano” son los motivos esgrimidas en estos diálogos para justificar el posible aborto eugenésico –en ambos casos se habla de situaciones hipotéticas–, se proyecta este supuesto como una pugna entre estar bien (sano) y estar mal (enfermo), cuando en realidad no existe tal lucha ya que en ambos casos se hace referencia al aborto de fetos sanos con discapacidad intelectual. Está claro en Campeones, cuando alude al riesgo de tener un embarazo que resulte en traer al mundo a alguien como une de les integrantes del equipo, y también en Vida Perfecta, al averiguar la protagonista que se ha quedado embarazada de una persona con discapacidad intelectual, lo primero que le pregunta a este –justo después de anunciarle su posible futura paternidad— es si su discapacidad fue o no de nacimiento. Estas ficciones, además de dar un tratamiento meramente superficial a esta cuestión (nunca se llega a materializar un embarazo en el que el feto tenga una discapacidad), se decantan por una solución complaciente con la mirada no-discapacitada. La única que importa.

En verdad, ambas situaciones aluden a una eugenesia de tipo negativa o terapéutica destinada a corregir o reparar los defectos genéticos para evitar enfermedades y discapacidades; en oposición a la eugenesia positiva o perfeccionista, cuyo objetivo es optimizar los caracteres hereditarios deseables. La meta no es “estar bien” sino la desaparición de la discapacidad, no únicamente la intelectual, también aquellas otras que tienen la desdicha de ser vistas antes de nacer. Mencionar que aquí me encuentro entre les afortunades, pues el autismo no es visible, de momento, desde el útero –para disgusto del entrenador de Campeones. Una vez más las visualidades actuando como garante del sistema normativizador.

La consideración de esta eugenesia terapéutica como algo en todo caso deseable y a lo que aspirar es consecuencia de la visión trágica de la discapacidad que se impone desde el sistema capacitista, y es, a su vez, reflejo de la bioética predominante actualmente. Se trata de impulsar la búsqueda de la perfección, siempre amparada en un propósito científico –ciñendo la conversación a la mera eliminación fetos y óvulos— mientras se oculta la violencia contra las vidas discas a quienes se nos asegura que el progreso supone nuestra desaparición. Le artista disca y activista anticapacitista Tatiana Antoni Conesa se manifiesta en este sentido relatando cómo su médico le decía, año tras año, muy contento, que en el futuro podría escoger un óvulo sin su misma mutación, “sin darse cuenta que yo no habría existido si mi madre hubiera hecho eso. Y lo habría hecho, pero en ese momento no existía ese avance médico”.

Una búsqueda de perfección que también se ha convertido en una reclamación feminista, tal y como estableció la filósofa española Soledad Arnau Ripollés, esta indicaba que el feminismo “reivindica esta modalidad abortiva como un derecho, sin el cual, los demás derechos sexuales y reproductivos parece que no queden garantizados”. Revestir el aborto eugenésico de demanda feminista muestra la falta de perspectiva disca del feminismo hegemónico, un tipo de feminismo anti-disca que interpreta este supuesto avance como una liberación en vez de una consecuencia del “sistema opresor dominante patriarcal-biomédico-minusvalidista-capacitista” en palabras de Arnau Ripollés.

Incorporar la diversidad funcional en el ámbito bioético

Esta misma filósofa, fallecida en el año 2021 a los 50 años, no solo denunció la hipocresía de un feminismo únicamente preocupado por un tipo concreto de mujer también concibió un modelo de bioética desde la diversidad funcional. Un ataque al modelo hegemónico construido con base en, ¡sorpresa!, la norma blanca, masculina y capacitada. La propuesta de Arnau Ripollés juntamente con la del activista por la diversidad funcional Javier Romañach aboga por la incorporación del punto de vista de la diversidad funcional en el ámbito bioético para así acabar con “la visión biomédica de que los cuerpos y/o mentes de las mujeres y hombres con diversidad funcional son defectuosos y a corregir”. Una propuesta para crear epistemologías más allá de cuerpos y mentes normativas –lo único que la bioética tradicional contempla—. De ahí el énfasis de ambes autoris en la “desmitificación de la ciencia” y en establecer lo lejos que esta disciplina se encuentra de las realidades de la discapacidad.

Esta bioética, asumida igualmente por el Foro de Vida Independiente y Divertad y contemplada en su sección “Ética y Bioética en la diversidad funcional”, reclama una visión ajustada a la realidad disca dejando claro que las diferencias físicas o psíquicas de un feto no implican necesariamente un riesgo para la vida de persona gestante, ni son siempre incompatibles con la vida. Al establecer esto no implico de ninguna manera la necesidad de mermar la libre voluntad de la persona gestante (pues esta es capaz de tomar decisiones por sí misma) ni tampoco reclamo en ningún caso soluciones punitivistas; se trata de dejar claro que el fomento y la naturalización de esta práctica es un ataque hacia las vidas discas. Como Antonio Centeno, activista del Foro de Vida Independiente, indica “el objeto de discriminación no es el feto, que no es un ser humano, sino las personas que tienen las características que pretenden justificar el aborto”.

En todo caso, el empeño en mostrar como incompatibles las posturas feministas y las posturas discas es consecuencia de las fuerzas conservadoras que aprovechan este y otros temas –como la eutanasia— para situarse de cara a la opinión público como protectores de las personas discapacitadas mientras destrozan las políticas sociales que hacen nuestras vidas vivibles. Esto fue lo que ocurrió cuando el ex-ministro de justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, intentó abolir la ley del aborto escudándose en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad y reiterando que “ningún discapacitado en España tiene que tener menos derechos que el resto de ciudadanos”.

La respuesta académica desde la discapacidad fue hecha por la antropóloga Melania Moscoso que, junto con el sociólogo Lucas Platero, bautizaron a esta estrategia de cripwashing, un término, según les autores, que “describe precisamente el uso estratégico del discurso de las personas con discapacidad para ocultar el desmantelamiento del estado de bienestar en España y las restricciones de los derechos reproductivos en vigor desde hace más de treinta años en nuestro país”. Aquí se referían al artículo 156 del código penal que contemplaba la esterilización forzosa de discapacitades, derogado en 2020, hecho que, junto con la reforma del año 2018 de la ley del régimen electoral general para eliminar la prohibición del ejercicio del sufragio a las personas con discapacidad intelectual, son los avances más importantes realizados en los últimos años a favor de los derechos de la comunidad disca. Y únicamente se llevaron a cabo bajo el amparo de un gobierno progresista, a pesar de que los conservadores tuvieron como ministro de justicia a un auto-proclamado adalid de los derechos de les discapacitades –vamos, que se marcaron un cripwashing en toda regla.

En definitiva, el aborto eugenésico ha sido instrumentalizado por unas y por otros desde planteamientos opuestos, pero con una misma intención: preservar sus propios intereses. La perspectiva disca desaparece en cuanto señalamos las contradicciones del feminismo hegemónico respecto a las vidas discas, o hablan en nuestro nombre o nos eliminan de la conversación. Parece ser que la idea de persona-discapacitada-exhoneradora-de-toda-culpa, proveniente de ficciones españolas, ha calado también en el feminismo contemporáneo, y cuando revelamos su complicidad con el “sistema opresor dominante patriarcal-biomédico-minusvalidista-capacitista” no somos bienvenides. Pero no nos iremos a ninguna parte, seguimos aquí.


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