“Mi único proxeneta es mi gato”
'Putas, feministas y (mis) contradicciones' (Libros.com, 2023) es un ensayo divulgativo ilustrado para comprender, desde el pasado, cómo ha cambiado el discurso de la prostitución. Publicamos un extracto.
Putas, feministas y (mis) contradicciones es “un libro reflexivo, fresco y comprometido sobre un tema complejo”, escribe Nerea Aresti, profesora de la UPV/EHU y experta en historia del género en el prólogo. “Entra de lleno en los aspectos más polémicos de un debate que afecta al feminismo y a la sociedad en su conjunto”, añade.
En el libro, Florencia Arriola cuestiona su propia moral y analiza parte del presente en un obra coral donde las voces de especialistas y expertas son analizadas. Sin olvidar las verdaderas protagonistas: las putas; y tienen mucho que decir.
¿Por qué los hombres van de putas?
Llevo mucho tiempo haciéndome esta pregunta y supongo que no encontraré respuesta. No es cierto que el sexo sea una necesidad innata. No es una necesidad fisiológica ni mucho menos un derecho (a no ser que tus capacidades físico-cognitivas no te permitan recurrir a él). Este argumento se solía utilizar hace años para defender la existencia de las prostitutas y salvaguardar la salud e imagen de las buenas mujeres, las casadas.
No es verdad que los hombres tengan impulsos irrefrenables que les impidan controlar sus ganas de practicar sexo. Además, para acudir a una trabajadora sexual se requiere un mínimo de programación o una organización. Es decir, es necesario un tiempo para acudir a un local o para concretar una cita. Follar no es como respirar, no es una necesidad.
Muchas veces, se pone el foco en las mujeres que ejercen la prostitución y no en los clientes o puteros. El hecho de requerir un servicio sexual responde a un modelo de masculinidad dentro de un marco patriarcal y heteronormativo; a un deseo supuestamente urgente. Los hombres nacen sabiendo que, por un determinado precio, podrán acceder al cuerpo de las mujeres y realizar las prácticas que ellos deseen. Es cierto que un encuentro consensuado entre dos personas adultas, sea a cambio de dinero o no, no es malo per se, pero sí me parece interesante pensar qué modelo de masculinidad tenemos y, sobre todo, cómo se construye el deseo en los hombres cisheterosexuales. Precisamente por este motivo la prostitución no va a desaparecer, porque responde a un modelo de hombre muy arraigado en la sociedad. Con lo cual, mientras caminamos hacia un abolicionismo, creo fundamental garantizar los derechos y protecciones de las mujeres que ejercen la prostitución, así como una serie de garantías a la hora de efectuar este trabajo.
Demasiadas veces, con argumentos biologicistas, se apela a la biología de los hombres para justificar su presunta necesidad de sexo. Estas premisas forman parte de un mandato de género, otra construcción que, nuevamente, genera expectativas en la erótica masculina (también en la femenina). Personalmente, en el siglo XXI yo no creo en los instintos, el ser humano posee capacidad de raciocinio y son algunos hombres quienes eligen ejercer poder sobre las mujeres o no. Y lo hacen precisamente porque pueden hacerlo, porque son hombres y porque esta sociedad los ha legitimado para ello.
¿Qué cubre la prostitución que no cubre otro tipo de relaciones o encuentros?
El jurista y político español Luis Jiménez de Asúa en su libro Libertad de amar y derecho a morir (1929) defendió la idea de que con el disfrute del amor libre desaparecerían los donjuanes y las prostitutas. El autor hacía referencia a aquellas relaciones donde el hombre saciaba sus deseos carnales con una prostituta y, en cambio, guardaba el cariño y la pureza para su novia, haciéndose muy evidente eso de mujeres buenas y malas. Hoy en día este fenómeno se sigue dando, quizá más edulcorado y por ello deberíamos preguntar a los propios hombres que consumen prostitución qué buscan en ella.
K. Angel, en su libro El buen sexo mañana, explica que, precisamente, que los hombres pueden tener acceso al sexo con tanta facilidad se debe a la desigualdad social y económica entre hombres y mujeres. También declara que los motivos pueden ser su propia vulnerabilidad, su miedo al fracaso, la melancolía, la soledad o el miedo al propio poder. Realmente puede existir esa búsqueda de un otro, o de un encuentro, en algunas ocasiones. Sin embargo, no tengo dudas de que existen hombres que se aprovechan de situaciones de vulnerabilidad y que, para ello, utilizan la deshumanización de las mujeres, solo basta con entrar a cualquier foro de puteros. Por ello debemos garantizar sus derechos, para que estén protegidas ante estas situaciones. Otros autores señalan que tiene que ver con el odio que tienen hacia sí mismos y hacia su sexualidad y que, a su vez, lo expresan odiando a estas mujeres.
Además, el hecho de se produzca un intercambio monetario puede entenderse como una exención de responsabilidad para con la otra persona implicada, por eso entiendo que muchas autoras hablen de comprar el consentimiento.