En estos tiempos conviene reivindicar que el Orgullo es más importante que nunca, que tenemos que pelear por mantener lo que otras han conseguido y no solo por nosotras, también por las que vienen. Porque puedan vivir libres. El matrimonio igualitario se aprobó en un momento que la sociedad no estaba del todo preparada para ello. Pero hoy hay cosas que se entienden como irrevocables, porque esa ley ha formado a la gente. Tenemos que recordar lo que hemos conseguido, darle valor a cada paso, porque si solo nos fijamos en la homofobia que sigue, nos desmoralizamos.

Queda muchísimo por hacer, pero sí es verdad que tenemos rabia. Nos da rabia que se cuestione nuestra existencia. La gente que no es LGTBIQA+ ya sabe que estamos ahí, a muchas nos han “normalizado” (aunque sea una palabra horrible). Vamos hacia adelante y no tenemos miedo, pero tampoco podemos permitir que el discurso de odio tenga espacio. Que ciertas personas de algún partido político o de la iglesia, por ejemplo, digan burradas y que no pase nada más allá de decir, “¡qué bruto”.

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