Posología del salto hacia la autogestión

Posología del salto hacia la autogestión

María Zapata y Caro Novellas compilan en este libro publicado por la editorial Txalaparta 13 piezas que nos acercan a la salud desde una perspectiva transfeminista, colectiva y autogestionada. Una propuesta para "colectivizar los cuidados"

24/07/2023

Posología, Microdosis transfeministas para la salud (Txalaparta, 2023) es un libro que reúne 13 textos compilados por María Zapata Hidalgo y Caro Novella Centellas. 13 piezas que nos acercan a entender la salud desde una mirada más transfeminista, más colectiva y más autogestionada. Este proyecto comienza su andadura en tiempos de pandemia, cuando el sistema de salud no da más de sí, el control se ha apoderado de las calles y la desesperanza asociada al crecimiento individual se ha colado en las casas de quienes tienen la suerte de habitarlas. Tiempos en los que el apoyo mutuo emerge como forma de resistencia colectiva, tiempos asombrosamente cercanos en los que no se esperó a recibir ningún mandato por parte del Estado para responder en red, sobre todo a la hora de generar alternativas para salir del modelo hegemónico de comprensión de la salud y de la enfermedad, y de repensar los cuidados.

En la introducción a las microdosis, Zapata y Novella nos cuentan que Posología nace desde el deseo de “colectivizar los cuidados, politizar la biomedicina y las instituciones del bienestar y sus imperativos, y activar el pensamiento desde la experiencia”. Como editoras, se plantearon tres ejes que iban a construir el relato común que imaginaban: el tránsito de la enfermedad como habitáculo, y no como lugar final; la politización y la colectivización de la salud como alternativas al modelo individual; y los cuidados transfeministas y desde el apoyo mutuo.

A partir de esa columna vertebral, como ellas la llaman, y prologadas por Sara Torres, podemos leer a María Zapata Hidalgo sobre la vulnerabilidad como oportunidad para la colectivización de los cuidados; a Sam Fernández-Garrido considerando el cuerpo trans*no binario como lugar común para la potencia creativa; al Colectivo InsPIRADAS proponiendo los grupos de apoyo mutuo como respuesta a la psiquiatrización de los malestares; a la investigadora y artista Lucrecia Masson descolonizando el binomio salud/enfermedad desde sus talleres que toman el cuerpo como archivo colectivo. También al colectivo C.A.M.P.A. problematizando las cárceles desde el antipunitivismo y con propuestas de justicia transformativa. O a Caro Novella Centellas (editora) presentando oncogrrrls y la oncocreación como alternativa a la terapización individual y mercantilista del cáncer.

a Dani d’Emilia y su performance U TE(A)R US como proceso colectivo de sanación tras la extirpación de su útero; a Soledad Arnau Ripollés y las alianzas queer-crip para subvertir las lógicas biomédicas; a Susana Minguell sobre la politización de los abusos sexuales en la infancia, y la poesía y el arte como artefacto transformador en la ruptura del imaginario habitual alrededor de la víctima; a Klau Chinche y el proyecto gynepunkLAB poniendo en el centro la experiencia de cada cuerpo y el conocimiento obstétrico colectivo; a Aura Roig sobre el proyecto Metzineres para mujeres y personas no binarias y la comprensión del consumo de drogas desde su politización; a Radíe Manssour y su propuesta de cuidados colectivos en momentos de consumo durante la Gaupasa; y a Quimera Rosa (Cecilio Puglia y Kina Madno) sobre el cuaderno de notas Viaje OncoRatón™ que recoge la investigación colectiva del grupo Trans*Plant sobre el Virus del Papiloma Humano (VPH).

Todas estas rutas hacia la colectividad tienen un aspecto común en el que no podía dejar de pensar cuando ojeaba la portada y la contraportada del libro antes de leerlo, un aspecto que se me vuelve a confirmar tras acabar sus 214 páginas: la renuncia a la experticia hegemónica. En mi experiencia, saltar hacia apuestas horizontales y de vida en red va totalmente ligado a renunciar a la voz experta. Tanto esa voz que cada une tenemos dentro, que refuerza las peticiones y demandas a agentes profesionales del exterior, y que anula la capacidad de autogestión propia y colectiva, como la que recibimos del exterior por parte de instituciones formales como la familia y las jerarquías laborales, entre otras. En consecuencia, desde dejar de lado la experticia es desde donde emerge la voz colectiva, polifónica y situada que guía el cómo seguir, encarnada en la experiencia en primera persona desde la identidad de quién la relate, y que resulta en saberes colectivos.

Lo que además sucede, si es que se renuncia de verdad a la voz experta hegemónica, es que se rompe el binomio experto-inexperto (escrito intencionadamente en masculino) y, por ende, se acabaron los binarismos que están asociados, como profesional-paciente, enferme-sane, y todos los que vienen detrás. Personalmente, viniendo de dónde vengo como persona social y culturalmente considerada profesional de la salud (actualmente desertora), asumir mi propio no saber es lo que me ha catapultado a comenzar a romper con las categorías binarias desde las que se entiende el mundo. Abandonar la idea de que solamente los dispositivos de salud y les trabajadores que lo componen nos van a salvar, y creer en que lo que realmente nos va a sacar de lo que sea que venga es tratar de generar las condiciones propias y del resto que nos rodea para que vivamos mejor, hablemos más de lo que nos pasa, nos demos más afecto y nos cuidemos más, y dejar de esperar a que algo tecnológico o mágico suceda, como que el Estado venga a solucionarnos la vida.

Y desde este texto doy las gracias a Zapata y Novella por este esfuerzo, ya que, aunque como han nombrado en el libro, están seguras de haber dejado fuera muchas experiencias radicales que andan en esto de la autogestión de la salud, para mí han logrado algo que es muy poco común: reunir algunas experiencias concretas que pueden ayudar a dar el salto a la colectividad y hacer diferente a la hora de convivir con el malestar, sea del tipo que sea.

Considero que actualmente, el conocimiento desde las alternativas se divulga a través de debates y reflexiones públicas -para mi gusto demasiado sesudas y plagadas de tecnicismos en los que se habla desde el mundo de las ideas- y existe poco ejemplo propio del cómo colectivamente se ha hecho o se está haciendo. Todo esto hace aumentar la sensación de les oyentes de no saber, y causa bloqueo en su capacidad de autogestión, además de mantener el estatus de las personas que transmiten el conocimiento.

Cualquier propuesta que trate de hacer distinto desde la autogestión y la colectividad tendrá mi reconocimiento, pero si la gente no lo entendemos, se convertirá en otra experiencia más percibida como utopía.


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