Zehrish Khan: “Pretenden sembrar el miedo, quieren devolvernos a la oscuridad”
Esta activista trans es directora de programas de la asociación Gender Interactive Alliance (GIA) de Pakistán.
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La asociación Gender Interactive Alliance (GIA) trabaja en favor de la justicia social para el colectivo trans en Pakistán. Entre sus principales objetivos está presionar al Gobierno para que haga cumplir la ley que reconoce a las personas transgénero como ciudadanas y se garanticen todos sus derechos. Ampliar el abanico de oportunidades laborales para el colectivo constituye uno de los grandes retos, ya que la marginalización sistemática que sufren las excluye de la economía convencional, viéndose abocadas a la prostitución y a la mendicidad. La atención médica gratuita que rutinariamente se les niega a las personas trans es otro de los reclamos más urgentes. Según datos recogidos por GIA, el 21 por ciento de las personas trans identificadas como tal en el país asiático son portadoras del VIH.
Zehrish Khan tiene su mesa de trabajo en la oficina principal de Karachi, la mayor y más cosmopolita urbe de Pakistán. El dictamen emitido el pasado 19 de mayo por el Tribunal Federal de la Sharia ha alterado inesperadamente su agenda para las próximas semanas. La instancia judicial suprema que examina y determina si las leyes aprobadas por el parlamento pakistaní cumplen con la ley islámica o Sharia pretende promulgar varias secciones de la ley Transgender Persons (Protection of Rights) Act, 2018. La ley que supuso un hito histórico en la lucha del colectivo está ahora en peligro, y con ella todas sus conquistas.
¿Qué posibles escenarios se abren tras el reciente pronunciamiento del Tribunal Federal de la Sharia?
De momento, para nosotras, el de la lucha, a nivel nacional. No somos un colectivo económicamente poderoso, tampoco contamos con grandes medios ni lobbies a nuestro favor, pero tenemos las calles y, como hemos venido haciendo durante todos estos años, saldremos a reclamar nuestros derechos. Sin duda apelaremos, y el veredicto definitivo se espera para dentro de 60 días, así que tenemos varias semanas de movilizaciones por delante y esperamos poder ejercer presión suficiente. Pero, de reafirmarse, el veredicto supondría un gran golpe, sería como volver al escenario previo al 2018 y tener que empezar de cero.
La ley Transgender Persons (Protection of Rights) Act, 2018 reconoció por primera vez a las personas transgénero como ciudadanas de pleno derecho en Pakistán. ¿Y qué más?
Exacto. Cuestiones básicas como el derecho de reunión y manifestación, derecho a la educación, a un empleo digno, a la salud, a una vivienda… ¡Poder incluso registrarnos en los censos! O cambiar nuestros nombres y género en los documentos oficiales. Pero, como señalabas, más allá de lo que dicta la ley, sentimos que durante estos cinco años habíamos recuperado el respeto por parte de la sociedad, y ese es el mayor logro, el síntoma más fiable de que esa discriminación prohibida por ley estaba desapareciendo también a nivel social.
Por ejemplo…, ¿cómo?
Las personas trans teníamos prohibido entrar en los centros comerciales; ahora lo hacemos. Las universidades no nos aceptaban, la de Greenwich fue la primera en cambiar de política. Antes era imposible alquilar una vivienda en las zonas céntricas de las ciudades, los propietarios no nos querían como inquilinas o pretendían cobrarnos el doble; poco a poco vamos saliendo de la periferia. Las entrevistas de trabajo se terminaban en cuanto nos veían o se convertían en una especie de pasatiempos para los entrevistadores que nos acosaban con preguntas incómodas; sin embargo, durante este lustro, algunas compañeras han conseguido salir de la prostitución, han dejado las drogas que tomaban para ejercer, se han formado y han logrado un empleo. Caminar por la calle, fuera de los barrios rojos, o moverse en transporte público era muy peligroso y sufríamos trato vejatorio; creo que eso también ha ido mejorando.
Hablas de haber “recuperado” ese respeto, con lo cuál, entiendo, ya existía antes. ¿Cuándo?
Antes de la era británica. De hecho, en árabe tenemos una palabra, khunsa, para nombrar a las personas trans. El islam siempre nos ha aceptado, incluso el Corán nos menciona. Fue el Raj británico el que impuso el sistema de valores y los cimientos del Código Penal en el que se basa la discriminación y los estigmas que sufrimos, incluso por parte de familiares que se avergüenzan de tener una criatura trans en casa y acaban por expulsarla.
¿Por qué el Tribunal Federal de la Sharia se ha pronunciado ahora y no antes?
En realidad, es la consecución de una campaña de odio que comenzó en 2022. El senador Mushtaq Ahmad Khan es el principal instigador. Es miembro del partido Jamaat-e-Islami, que pretende convertir Pakistán en un estado islámico regido únicamente por la Sharia. Comenzó a difundir vídeos en los que se le veía hablar de manera muy violenta contra nuestro colectivo; acusa a la causa trans de servir como tapadera para lesbianas y gais, y recuerda que, a diferencia de lo que sucede con lo trans, la homosexualidad es haram a ojos del islam, algo prohibido. Lo primero lo entienden como una cuestión de género e identidad, y lo respetan. Lo segundo tiene que ver con el sexo y la sexualidad de las personas, y en esto el islam no concibe la diversidad.
¿La sexualidad no forma parte de la identidad de las personas?
Según ellos, no. Algunos mullah o líderes religiosos insisten en volver a solicitar, por ley, el certificado médico a las personas trans que quieren registrarse como ciudadanas. Esta es una práctica aberrante que la ley de 2018 prohibió. Un tribunal médico compuesto por un psicólogo, un endocrino, un urólogo, y dos supuestos expertos en cuestiones de género se encargaban de examinar al paciente y determinar si efectivamente se trataba de una persona trans. En caso negativo, la pena podía ascender hasta los cinco años de cárcel. Obviamente, la gran mayoría nos opusimos durante años a pasar por ello, así que aún hay millones de personas trans indocumentadas en nuestro país.
Si no me equivoco, el arraigo familiar era la segunda premisa requerida para obtener la ciudadanía.
Sí. La persona trans solicitante tenía que presentar una carta firmada por su padre y por su madre en la que asumían ser los progenitores. Por lo que comentaba antes sobre el estigma y la vergüenza, también esto era un imposible. La inmensa mayoría de las personas trans en Pakistán viven vidas sin familia ni hogar, sin un trabajo digno, al margen de la sociedad. Afortunadamente, nos tenemos a nosotras, que nos protegemos.
Volvamos a la cuestión legal. ¿Los defensores de la Sharia quieren derogar la ley de 2018 porque consideran que beneficia también a las personas homosexuales?
Sí, es una idea bastante retorcida, pero el mensaje lleva años circulando por las redes sociales y ha calado. Yo lo percibo. Amistades que nunca han cuestionado mi identidad han comenzado a preguntarme si soy una trans “de verdad”. Y me consta que en muchas entrevistas de trabajo también lo hacen, preguntan a las compañeras si se hacen pasar por trans pero en realidad son “otra cosa”.
¿Qué “otra cosa”?
Hombres homosexuales, por ejemplo, que haciéndose pasar por mujeres trans puedan verse, estar… sin ser señalados. Y otra idea que la propaganda del odio está difundiendo es que la ley de 2018 allana el camino para las agresiones sexuales contra las mujeres. Alegan que facilita que un hombre acceda a “espacios exclusivos” destinados a mujeres, “disfrazado” de mujer transgénero.
Pretenden enemistar a la comunidad trans con los movimientos feministas y los colectivos homosexuales.
¡Claro! Y sobre todo pretenden sembrar el miedo, quieren devolvernos a la oscuridad. La homosexualidad es delito en nuestro país, esto es una República Islámica, y el Código Penal presume penas de entre dos años de cárcel y la cadena perpetua.
¿Entenderíais vuestra lucha sin todas las demás?
La ética feminista y la solidaridad que el movimiento de mujeres crea en la sociedad pakistaní es fundamental para la aceptación de la otredad. Y la familia trans abraza a todas las personas y causas que no se identifican con los roles convencionales de género masculino y femenino. Siempre digo que somos el mejor ejemplo de democracia, aceptamos a las personas, sin importarnos su procedencia, sexo, sexualidad o religión.
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