Albertine Sarrazin. Encierro y escritura
La literatura de esta autora es un símbolo de resistencia ante el dolor, una mujer que escribió contra el encierro, el abandono y la exclusión.
Portada del libro de Albertine Sarrazin 'L'astragale' ('El Astrálogo). / Foto: Étienne Pouvreau (Flickr)
‘Mi Albertine’, así titulaba Patti Smith su devoto prólogo a la edición de la novela El Astrágalo, de Albertine Sarrazin, publicada en 2013 por Seix Barral. Un proemio íntimo, autobiográfico, para una novela que también lo es. “Quizás no sea adecuado hablar de uno mismo cuando se escribe sobre otro, pero me pregunto si realmente me habría convertido en lo que soy sin ella. ¿Me habría pavoneado de la misma manera, o afrontado la adversidad con idéntica determinación femenina de no haber tenido a Albertine como guía? ¿Habrían tenido mis poemas ese mordaz lenguaje si El Astrágalo no hubiese sido mi libro de referencia?”. Así reflexionaba Smith, madrina del punk, poeta, artista visual, coautora e intérprete de temas tan emblemáticos como Because the night o Gloria. Para ella, Albertine Sarrazin encarna la joven rebelde, la escritora lúcida, el alma gemela que consoló y alumbró una época propia. La lectura de su obra supuso una liberación, pero lo cierto es que Sarrazin escribió tanto El Astrágalo como su Diario de prisión en la cárcel, durante su estancia en los penales de Amiens y Soissons entre 1958 y 1959. Toda su vida, tanto como su obra, estuvieron marcadas por el encierro.
El incidente sobre su pie, destrozado al caer del muro cuando se escapaba del penal de Doullens una noche fría de 1957, a los 19 años, da inicio a ese tour de force desbordante que es El Astrágalo, publicado por primera vez en París en 1965. De ese libro, con nombre de hueso de pie e ilusiones rotas, parte una carrera literaria detenida antes de tiempo por la muerte. Meses antes de morir, Albertine visitó Barcelona con su marido, su inseparable Julien Sarrazin. Entonces ella empezaba a ser una escritora reconocida, sus tres primeros libros habían generado murmullos de admiración y traducciones rápidas. Del viaje quedó una hermosa fotografía de los dos, rodeados de coches y palomas, quizás adentrándose en una de las calles estrechas que emerge del paseo de Las Ramblas y quedó, también, un encuentro con Ana María Matute en el que conversaron del oficio y la pulsión de escribir, de la literatura como desdoblamiento autobiográfico.
“¿Habrían tenido mis poemas ese mordaz lenguaje si El Astrágalo no hubiese sido mi libro de referencia?”, se pregunta Patti Smith
“Creo que hay dos tipos de escritores, unos que, como yo, escriben sobre su propia vida, se colocan en el centro. Quizás sea mi destino sentirme comprometida por mis libros y ser siempre real al hablar de mí. Sin embargo, deseo salir de mí misma como tema de mis obras por varios motivos, pero sobre todo por uno: acabo de publicar tres libros. Con esos libros me liberé de mi pasado”, apuntó Albertine Sazarrin en la entrevista. Hasta entonces, el trabajo literario de Albertine se había nutrido de sus trayectos personales, experiencias que estaban, sin lugar a dudas, fuera de lo común. Pero ya se preparaba para acceder a otros terrenos de su capacidad creativa, su técnica literaria y su imaginación, herramientas que siempre, incluso trabajando con la materia de su vida, mantuvo intactas. En cualquier caso, vale preguntarse de qué se había liberado, qué membranas de su propia piel había extirpado para convertirlas en algo exterior y público.
Reconstruir su historia es difícil, pues carecemos de información contrastada sobre la etapa inicial de su vida. Albertine Damien nació en Argel en 1937, al parecer, hija de madre española y de un hombre que no quiso hacerse cargo, pero que acabaría convirtiéndose secretamente en su padre adoptivo. Tras su temprano paso por el hospicio, fue adoptada por esta familia que la conduce a Francia, educándola en el férreo contexto donde transcurrió su niñez. Ciertos apuntes refieren un suceso traumático a los diez años, la violación por parte de un pariente, detonante del conflicto que les mantuvo enfrentados desde entonces. A los 15 escapó del primer correccional marsellés y acabó dando bandazos por París, donde cometió delitos menores de supervivencia. A los dieciséis fue condenada a siete años de cárcel. Escapó con 19 y en ese lance conoció a Julien, el hombre que se convertiría en su marido en 1959, estando ella otra vez entre rejas.
“No pido más que una sola cosa a la vida y es que me dé la oportunidad de vivir aún muchas aventuras, cosas interesantes que contar. Confío en el futuro para ello. Deseo que me pasen cosas inesperadas para poder expresarlas”. Pero Albertine Sarrazin murió en Montpellier en el verano de 1967, con apenas 29 años. Una muerte del todo inesperada, ocurrida en la fría grisura de un quirófano. Desde entonces solo nos queda, sugerente y desdibujado, el perfil semioculto que muestran la decena de obras autobiográficas, novelas, relatos, poemas, notas y cartas que componen su legado literario.
El Astrágalo es una novela de prosa veloz e impecable, llevada al cine en dos ocasiones. La última, en 2015, por Brigitte Sy. Una producción en blanco y negro que adapta el texto original de manera impecable. El libro cuenta la historia de Anne, la protagonista, quien sufre una fractura en el astrágalo mientras ejecuta su fuga de prisión. El dolor paraliza la acción en medio de la noche helada. Los faros de los camiones trazan haces de luz sobre la oscuridad de los árboles. Horas más tarde es rescatada por un hombre en una motocicleta, Julien, otro prófugo. La única persona, tal vez, que se atrevería a cuidarla a su manera, al menos en tales circunstancias. Con todo, la fuga no representa la libertad para Anne, sino un cúmulo de nuevas escapadas y encierros. El proceso será lento, escabroso, marcado por las largas horas que pasa en distintos refugios lejos de Julien, torturada por el dolor de la fractura diagnosticada y operada a última hora, dejándole una leve cojera de por vida.
El Astrágalo y Diario de prisión representan los ejes de la producción literaria de Albertine Sarrazin
La espera produce en ella otra clase de dolor, un dolor íntimo tan fuerte que compite con el de su cuerpo y convierte El Astrágalo en un honesto libro sobre las derivas del padecimiento amoroso. Un amor a ratos maduro, a ratos posesivo, violento o desesperado. Anne se permite escapar y deambular sola por las calles de París arrastrando el pie y sus encantos para ganarse la vida como trabajadora sexual. Construye una vida para proponer al hombre que ama. Una vida que incluye la franca exigencia de exclusividad sentimental, que no física, y que se verá truncada con una segunda detención.
Incluso tratándose de obras de géneros distintos, ficción -autoficción- y diario íntimo, los nexos vinculantes entre El Astrágalo y Diario de prisión representan los ejes de la producción literaria de Albertine Sarrazin. Peculiaridad del proceso creativo, amor y resistencia. Indiscutiblemente, el encierro intermitente provocó una particular mecánica en su escritura. En la cárcel, las vivencias debían ser absorbidas y plasmadas bajo cierto disfraz, ante el temor fundado de que las notas acabasen en manos de sus carceleros. Sus diarios fueron sustraídos y usados en su contra durante juicios y evaluaciones psiquiátricas a lo largo de sus procesos penales. Una escritura literal, cronológica, desprovista de símbolos, perdería el sentido de lo que para ella, como autora y no como protagonista casual, suponía el quehacer creativo. Por otra parte, Albertine Sarrazin usa la escritura para amarse a sí misma, para redefinirse generando múltiples espejos propios, como memoria del mosaico psicológico que alberga en su interior. Con ellos conforma un relato de la autohistoria que le fue negada desde su nacimiento y que quiso reconstruir a toda costa. Una autora cuya escritura es un símbolo de resistencia ante el dolor, una mujer que escribió contra el encierro, el abandono y la exclusión, y cuya secreta intimidad jamás se dejó aprisionar tras los muros. Escapó por cada rendija posible para sublimar la experiencia de su vida. Escribió con orgullo y dignidad siendo, en todo cuanto pudo, libre.