Crónica
Defender la tierra: peligro de muerte
117 personas han sido asesinadas en el mundo por cuidar el medioambiente, según recoge el informe anual de Global Witness.
Cuidar y proteger la casa de todas es una tarea altamente peligrosa. Más para las personas indígenas y las comunidades campesinas. El aviso no es nuevo pero, lejos de llegar a una solución, se agudiza cada año; las personas asesinadas por defender la tierra no paran de crecer. En 2022, la lúgubre lista aumentó en 117 personas, según los datos de Global Witness, organización que reconoce que el número real debe ser mayor porque muchos casos no son denunciados. “Por debajo se esconden innumerables agresiones (en su mayor parte sin denunciar) que, si bien no acaban con la vida de una persona defensora, sí que la transforman radicalmente. La criminalización es una de ellas”, afirma el colectivo. Esta organización recopila homicidios desde 2012: 1.910 personas han sido asesinadas en una década. Una gran mayoría, en América Latina: la región acapara el 88 por ciento de los crímenes del año pasado.
“El agravamiento de la crisis climática y la creciente demanda de productos agrícolas, combustibles y minerales no harán sino intensificar la presión que se ejerce sobre el medioambiente y sobre quienes arriesgan su vida para defenderlo. Además, para silenciar a las personas defensoras cada vez es más frecuente el uso de estrategias no letales, como la criminalización, el acoso y los ataques digitales”, apunta la organización en su informe anual, ‘Siempre en pie’, recientemente publicado.
Las causas son difíciles de concretar, pero sí existen patrones y sectores. Por ejemplo, Global Witness apunta una conexión entre diez de los homicidios sucedidos y la agroindustria; la minería estuvo ligada a ocho casos y la explotación forestal, a otros cuatro. Más: un tercio de las personas defensoras asesinadas eran indígenas, un siete por ciento afrodescendientes y un 22 se dedicaba a la agricultura a pequeña escala. “Todas ellas dependían de sus tierras y recursos naturales para vivir”, incide la organización.
“Los pueblos indígenas y las mujeres indígenas estamos viviendo un entramado de opresiones, hay un continuo histórico de violencias sobre cuerpos y sobre la tierra. Ese acumulado es jodido y complejo”, apunta la sanadora maya Lorena Cabnal, en una entrevista con Pikara Magazine.
Vigilancia sobre las mujeres
El porcentaje de mujeres que han sufrido ataques mortales tal vez puede parecer no significativo, un 11 por ciento, pero la cifra esconde patrones mucho más complejos. “Son muchas las formas de violencia de género que sufren las mujeres, desde las agresiones sexuales hasta el rechazo de sus familias y comunidades. Por tanto, las defensoras se exponen a ataques desde dos frentes: además de ser víctimas de agresiones por su activismo, también se enfrentan a violaciones de los derechos humanos por motivos de género”, recoge el informe.
Ana Anaya es defensora colombiana. Su oposición a la hidroeléctrica Hidroituango, que provocó el desplazamiento de 15.000 personas en 2018 por el colapso de la represa durante la construcción, la trajo persecución y señalamiento. A pesar de ello continuó en su pueblo, Caucasia. Solo huyó a Medellín cuando la vigilancia llegó a sus hijas: “Ya no me podía mover, a las niñas mías las tenían también acosadas”.
La antropóloga Yayo Herrero recuerda en el libro Ecofeminismos (Icaria, 2023), del que también es autora la politóloga Verónica Gago, que cientos de personas son asesinadas todos los años por defender sus bosques, sus ríos y tierras de los intereses de corporaciones: “Los asesinatos son solo la punta del iceberg. En la parte oculta se encuentran las amenazas, detenciones, vigilancia, estigmatización y acoso, entre otras agresiones físicas, legales y sociales. Si bien es verdad que la mayor parte de las personas asesinadas son hombres, hay que tener en cuenta la violencia específica que se ejerce sobre las mujeres. En primer lugar, porque la dificultad para garantizar las condiciones materiales de subsistencia de las comunidades recae sobre los tiempos y los trabajos de ellas. En segundo lugar, porque con frecuencia a la ocupación del territorio se le une el control y la violencia sobre el cuerpo de las mujeres o de las personas con sexualidades no normativas”.
Anaya forma parte del Movimiento Ríos Vivos y en la Casa Grande de este colectivo, donde vive gente desplazada y perseguida por su crítica al megaproyecto hidroeléctrico, escucha conmovida el relato de otras compañeras: las amenazas a las hijas de las defensoras se repiten.
Los datos de Global Witness recogen que Colombia es el país que mayor número de asesinatos ha sufrido en 2022: 60, casi el doble que en el año anterior. Le sigue Brasil con 34. “Las personas defensoras brasileñas tuvieron que hacer frente a una hostilidad implacable por parte del Gobierno del entonces presidente Jair Bolsonaro, cuyas políticas han expuesto la Amazonia a la explotación y la destrucción, han debilitado las instituciones ambientales y han incitado a invasiones ilegales de tierras indígenas”, recoge el informe, que se centra en la situación de la selva amazónica, uno de los ecosistemas más valiosos de la Tierra. En 2022, uno de cada cinco asesinatos se produjo en la Amazonia, donde viven 40 millones de personas. Desde 2014, Global Witness ha registrado 296 muertes en la región amazónica, lo que la convierte en uno de los lugares más peligrosos para las personas defensoras. “Nos hemos acostumbrado a las amenazas, pero el miedo nunca se desvanece”, expresa Doto Takak Ire, presidente del Instituto KABU, una asociación de pueblos indígenas kayapós.
Desarrollo
“Yo sabía que había un peligro demasiado grande y que tenía que moverme, ya había tomado mi propio protocolo y mis propias medidas de seguridad, hasta que llegó un punto en el que fue insoportable”. Dalila Argueta, defensora del río Guapinol, afectado por una minera, salió de Honduras en 2019 y desde 2021 vive en Basoa, una casa para personas defensoras de derechos humanos y activistas en el valle de Arratia (Bizkaia).
Honduras tiene el mayor número de personas defensoras asesinadas per cápita del mundo: 14, en 2022. Recuerda Global Witness que Xiomara Castro, la presidenta del país centroamericano, se ha comprometido a proteger a las personas defensoras, “sin embargo, las primeras tendencias de 2023 apuntan a la persistencia de una violencia generalizada, ya que se han denunciado asesinatos y agresiones no mortales en todo el país.
En su informe del año, Global Witness recogerá los nombres de tres compañeros de resistencia de Argueta: Oquelí Domínguez, Aly Magdaleno Domínguez (hermanos) y Jairo Bonilla Ayala, asesinados este año.
“Ninguna empresa minera es desarrollo para el territorio del que se extrae, el desarrollo es para el que saquea”, decía Argueta en una entrevista publicada en el anuario número 10 de Pikara Magazine.