La belleza en el dolor de Han Kang
La autora surcoreana tardó tres años en escribir su novela más conocida, ‘La vegetariana’, debido a la artritis severa que tiene en los dedos. El sufrimiento y dolor traspasan la obra.
El 7 de septiembre viajé a Madrid junto a mi madre. Era un día especialmente caluroso, pero la ocasión era irrepetible. La autora surcoreana Han Kang visitaba Madrid para presentar la traducción de su obra La clase de griego. Su voz, baja y suave, se escuchó como una leve brisa durante cincuenta y un minutos.
Han Kang nació el 27 de noviembre de 1970 en la Ciudad Metropolitana de Gwangju, al sur de la península coreana. Se mudó con su familia al distrito de Suyuri en Seúl con diez años, por lo que pasó toda su infancia entre ambas ciudades. Asistió a la Universidad de Yonsei para estudiar Literatura Coreana. Según sus propias declaraciones, empezó a escribir como una forma de combatir las migrañas que la aquejan desde que tiene 13 años y la mantienen humilde.
Ciervo negro (검은 사슴) es un viaje que explora la soledad y el desamor, el dolor y el abandono, dentro de la sociedad moderna.
Dio sus primeros pasos como autora en noviembre de 1993, cuando publicó el poema Invierno en Seúl (서울의 겨울) en la revista Literatura y Sociedad (문학과사회) junto a otros cuatro poemas. Tres meses después, en enero de 1994, fue seleccionada por su relato Ancla roja (붉은 닻) para el Shinchun del periódico Seúl. Este es un concurso literario anual organizado en primavera por periódicos de todo el país que pretende descubrir nuevos talentos. Debido a este tipo de eventos, es natural para los escritores y escritoras coreanas haber escrito numerosos relatos para darse a conocer dentro de los círculos literarios y la industria y, más tarde, escribir novelas. Así podemos encontrarnos colecciones de relatos de Han Kang: El amor de Yeosu (여수의 사랑, 1995), Los frutos de mi mujer (내 여자의 열매, 2000), Una eternidad estampada de amarillo (노랑무늬영원, Fire Salamader en inglés, 2012) y una colección de poemas: He dejado la cena en el cajón (서랍에 저녁은 넣어두었다).
En 1998 se publicó su primera novela Ciervo negro (검은 사슴), sobre una mujer que ha desaparecido y reaparece deambulando por la calle desnuda sin recordar absolutamente nada. Un viaje que explora la soledad y el desamor, el dolor y el abandono, dentro de la sociedad moderna. La segunda llegaría en 2002, Tus manos frías (그대의 차가운 손), que refleja sus intereses más allá de la literatura. Kang es una entusiasta del arte y en esta obra se puede ver, al retratar la relación entre un escultor y su musa, indaga en las heridas profundas del alma y del mundo. Estuvo escribiendo La vegetariana (채식주의자) durante tres años a la vez que tuvo una artritis severa en los dedos, lo que le impedía escribir a buen ritmo. Se entiende su sufrimiento y dolor, los cuales traspasan a la obra. Esta es, por descontado, su magnum opus.
La vegetariana es una nueva versión de un relato suyo de 1997, Fruit of My Woman (내 여자의 열매). Según describe la propia autora, su galardonada novela es más oscura, intensa y dolorosa, sin elemento sobrenatural alguno. Esta novela no solo recibió el International Booker Prize en 2016, sino que la catapultó como representante de la literatura coreana en el panorama internacional. Llevaba casi una década en las librerías cuando se empezó a traducir a otros idiomas, como el inglés, el español, el catalán o el gallego, hasta llegar a 32 lenguas.
La mancha mongólica (몽고반점) fue el primer relato que escribió en 2003 y que más tarde inscribiría dentro de la novela. Con este consiguió ganar el Premio Literario Yi Sang dos años después. Yi Sang fue uno de los escritores más prominentes en la literatura de vanguardia coreana; su obra Alas se ha convertido ya en un clásico. Dado este contexto, podemos entender mejor el prestigio que viene adherido a este premio. La convirtió en novela en 2005 y, finalmente, se publicó en 2007 en coreano.
En una entrevista publicada el 28 de julio de este mismo año por el portal oficial de The Booker Prizes afirmaba: “Es interesante ver las sutiles diferencias en la interpretación entre culturas y generaciones, pero lo que me sorprende aún más es la acogida que ha tenido la novela en general. Por ejemplo, ha sido más abrazada y comprendida por las lectoras de todas partes”.
En sus propias palabras, para empezar a escribir una novela, empieza haciéndose una pregunta y, a partir de ella, indaga, pero nunca responde. La pregunta que se hizo para escribir esta novela fue “¿qué es el ser humano y por qué anida la violencia en él?”.
La vegetariana habla sobre una mujer que ha dejado de comer carne debido a unas pesadillas. Pero nunca va a hablar ella. A través de tres puntos de vista distintos conocemos a Yeonghye y su lucha contra el mundo. Lejos de tratarse de un manual sobre vegetarianismo, la violencia, la injusticia, el dolor y la desesperanza impregnan cada página. Trata temas tabú como el desafío a la jerarquía o las relaciones forzadas dentro del matrimonio. Escenarios que no aplica solo a la sociedad coreana, sino que son una realidad universal.
En 2007 publicó un libro de ensayos, Quietly Sung Songs junto a un CD de diez canciones compuestas por ella misma. Aunque en un primer momento la voz la pondría el músico Han Jung Rim, pero la insistencia de este hizo que terminara cantando ella.
La traducción de la obra de 2010, Sopla el viento, vete (바람이 분다, 가라) solo se encuentra en francés como Pars, le vent se lève. Aquí una vez más la autora se adentra en el mundo artístico para contarnos la historia de una joven pintora y la investigación sobre su muerte, además de descubrirnos la fragilidad, no solo del ser humano, sino también de las amistades.
Tras este libro, Kang no pudo escribir durante un año, al punto de afirmar haberlo olvidado. Según ella misma contó durante la presentación del libro este septiembre, un descanso profundo lleno de silencio le dio un nuevo punto de vista desde el cual empezó a escribir La clase de griego (희랍어 시간). El lenguaje es fundamental en este libro, sin el lenguaje, el límite entre el ser, el yo, y el mundo es mucho más nítido. El lenguaje es nuestra herramienta de comunicación, pero al transmitir nuestros sentimientos más inseguros e inestables, se convierte en una herramienta afilada que hiere.
Sin el lenguaje, el límite entre el ser, el yo, y el mundo es mucho más nítido.
“¿Cuál es la parte más blanda, más suave de los seres humanos?”, fue la pregunta detonante de esta historia, que involucra a un profesor de griego antiguo que está perdiendo la vista y a una mujer que no puede hablar. Nos habla de las barreras que supone el propio lenguaje y de la soledad como una condición básica del ser humano. Como el propio título indica, nos sentamos en un pupitre a escuchar clases de griego, una lengua llena de palabras complejas y detalladas que no necesitan de otros sustantivos para ser complementadas, pero, aunque es una lengua llena de riqueza, es una lengua muerta. Durante la misma presentación dijo: “Entendemos mejor la música cuando acaba. Tras ese silencio, el vacío transmite de forma más directa y clara el lenguaje”. La autora también mencionó la importancia de Borges y citó aquella frase que la había inspirado: “La noche del verano se está acercando”. Desde 2013, Han Kang ha estado enseñando Escritura Creativa en el Instituto de Artes de Seúl a la vez que sigue escribiendo.
Para internarnos en su siguiente obra primero debemos retroceder unos años y conocer la Masacre de Gwangju (1980), ciudad natal de la autora. Basado en este hecho publicó en 2014 소년이 온다, literalmente, Llega el chico, traducido al español como Actos Humanos. Ella no conoció esta tragedia hasta dos años después de que ocurriera, ya que sus padres solo hablaban de ello en susurros. Tras encaramarse a la biblioteca familiar y encontrar un álbum de fotografías de aquel tiempo, la violencia impactó tanto en su vida que se volvió en una constante. Desde cinco puntos de vista, Kang narra los horrores a los que se sometió a la población por pedir democracia.
Estalló un escándalo en 2018 cuando se dio a conocer que durante la presidencia de Park Geun-hye (2013 – 2017), el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo había creado una lista negra que incluían a más de 10.000 artistas. Han Kang era parte de esta lista. El objetivo de esta lista era monitorear a los artistas en ella y no darles subsidios.
Han Kang: “Las escritoras deben pelear con uñas y dientes por su obra de arte y aprender a no hacer ninguna concesión”.
En 2016 salió publicada una suerte de autobiografía: Blanco (흰), en la que, a través de este color, evoca imágenes desgarradoras y hubieras. Tardaría otros cinco años en sacar una nueva novela, la última hasta la fecha: Sin decir adiós (작별하지 않는다, en francés como Impossibles adieux ). En esta descubre otro episodio oscuro de la historia moderna coreana, esta vez ambientada en la isla de Jeju. Amistad y memoria se enlazan para denunciar el olvido.
Han Kang es una autora que sigue de cerca su panorama literario más cercano y nunca pierde la oportunidad de recomendar nuevas obras. Las recomendaciones más recientes han sido: Tantas sombras de Hwang Jeong-eun (Neón Ediciones, 2022), Sobre mi hija de Kim Hye-jin (Las Afueras, 2022) y Conejo maldito de Bora Chung (Alphadecay, 2023). Afortunadamente, estos tres libros los tenemos traducidos al español. Defensora del arte, también ha tenido palabras para sus compañeras: “Las escritoras deben pelear con uñas y dientes por su obra de arte y aprender a no hacer ninguna concesión”.
A la autora coreana le gusta hacer énfasis en los sentidos. No es sutil en ello porque las imágenes que crea son tan nítidas que, al combinarlas con el oído y el tacto, leerla se convierte en toda una experiencia. Aquí querría detenerme a reconocer el brillante trabajo de las traductoras que permiten esta conexión. Una conexión que se establece entre la lectora y la obra y que la propia Han Kang describe como una corriente eléctrica mediante la cual las lectoras llegamos a percibir, discernir, ver exacta y perfectamente lo que ella quiere transmitir.