“Mis hijos pueden vivir sin madre, pero nunca podrán vivir sin dignidad”

“Mis hijos pueden vivir sin madre, pero nunca podrán vivir sin dignidad”

La defensora de derechos humanos saharaui Aminetou Haidar, Premio Right Livelihood 2019, lamenta que la juventud ya no crea en la resistencia pacífica. “En el Sahara podría ocurrir lo mismo que en Gaza”, advierte.

24/01/2024

Aminetou Haidar, durante el festival FISAHARA celebrado en Madrid en diciembre de 2023. / Foto: Ana Valiño

Aminetou Haidar (Akka, 1966) está cansada. Se relaja en la conversación y lo confiesa: “Estoy agotada”. Lo dice como si una defensora de derechos humanos no tuviera, subrayo, el derecho a estar cansada. Se le nota en la voz, una voz serena con un acento árabe y afrancesado que ha aprendido castellano para hacerse escuchar. Aun así, no quiere exponerse vulnerable, y levanta el tono para afirmar que “de moral está fuerte y consciente de que está luchando”.

La vulnerabilidad no está dentro del imaginario de una defensora. Son el ejemplo, el referente, la esperanza de muchas. Esta responsabilidad puede ser un orgullo, pero también puede ser dolorosa si no se alcanzan los objetivos. Haidar se ha convertido en un símbolo por la lucha de unos derechos colectivos, por el respeto y la justicia hacia el pueblo saharaui y ella lo sabe. Todo el mundo lo sabe. De puertas para dentro, su responsabilidad crece. “Pienso en mis hijos, los pobres. Han sufrido mucho física y moralmente por ser hijos de una activista. También sufrimos como madres y padres. Los hijos de las activistas se encuentran en una situación muy grave. Están desprotegidos, siempre perseguidos, siempre las autoridades de ocupación marroquí buscan hacer daño a nuestros hijos”, reconoce la activista que coge aire para terminar diciendo: “Este es nuestro punto de debilidad. Como madre sabes que esto no es bueno para tus hijos y a la vez sabes que lo mejor para tus hijos es su tierra libre, su libertad y sus derechos”.

Por ello, Haidar nunca ha pensado dar un paso atrás, ni siquiera por sus hijos, ni por su vida. “Esto no. Nunca”, dice contundente. No olvida los cuatro años que pasó secuestrada y torturada por la policía marroquí en una cárcel secreta cuando solo tenía 20 años, en 1987. Entraron en su casa y se la llevaron por participar en una manifestación contra la ocupación del Sahara Occidental. Durante este tiempo entendió que la situación de su pueblo va más allá: “Familias separadas en las zonas ocupadas y en los campamentos de refugiados, niños que nunca han visto a sus padres, personas que huyeron a los campamentos y han fallecido allí, madres y padres que han fallecido en las cárceles marroquíes. ¿Y todo esto por qué?”.

“Nunca he pensado, ni tampoco puedo, dejar la lucha. Para mí es la dignidad de mi pueblo, pero también es la dignidad personal y la dignidad de mis hijos”

En cuanto vio de nuevo la luz en 1991, sin apenas poder caminar, sabía que dedicaría sus fuerzas, que pondría su cuerpo, su nombre, sus recursos y todo lo que hiciera falta en una lucha pacífica para la liberación del Sahara Occidental. “Por todo esto, y mucho más, para mí es una responsabilidad muy grande en la que tengo que estar a la altura de esta responsabilidad. Tengo que seguir este camino, por los que han perdido la vida defendiendo nuestros derechos. Nunca he pensado, ni tampoco puedo, dejar la lucha. Para mí es la dignidad de mi pueblo, pero también es la dignidad personal y la dignidad de mis hijos. Mis hijos pueden vivir sin madre, pero nunca podrán vivir sin dignidad”.

La Aminetou vecina

A lo largo del día, además de defensora, Aminetou Haidar es vecina, madre, amiga, tiene un trabajo, unos hobbies. Tiene manías como la estricta puntualidad, porque “el tiempo también es una muestra de respeto y nadie puede o debe robarle el tiempo a nadie”. “¡Soy un ser humano!”, ríe Haidar mientras cae en la cuenta de que su vida “no es normal”. “La policía marroquí intenta amenazar a mis vecinos, a mi familia. Les dicen que tienen que estar lejos de mí, que soy una traidora”. Este es el día a día de la activista en el Sahara Occidental ocupado. El informe de 2023 sobre derechos humanos de Amnistía Internacional y Human Right Watch recoge las violaciones por parte de Marruecos este territorio, incluso demuestra el espionaje por Pegasus en dos teléfonos de Haidar.

Las activistas saharauis viven en un Gran Hermano permanente. Todo el rato sienten que las están mirando, vigilando. Sultana Haya, Mina Baali, Ghalia Djimi son algunas defensoras y compañeras de Haidar en ISACOM (Instancia Saharaui Contra la Ocupación Marroquí), movimiento que aúna a diferentes asociaciones, y que están pasando por lo mismo. “Si voy a casa de mi madre tengo un coche de policía secreta detrás. Si salgo a caminar, también. Si voy a la playa a descansar, también. Si me paro a hablar por la calle, nadie puede acercarse y saludarme. Así todo el tiempo”.

Están frente al enemigo, en la primera fila de la lucha y sosteniendo la vida. El precio por defender derechos en el Sahara Occidental es alto: la tortura, las detenciones arbitrarias, la privación de los derechos humanos, como los económicos, sociales, políticos, e, incluso, hasta la difamación como herramientas para silenciar. “Es un camino de minas”, compara Aminetou Haidar haciendo símil con el muro de la vergüenza construido por Marruecos que separa las zonas ocupadas y liberadas del Sahara Occidental. “Precisamente, lo que nos empuja a defender nuestros derechos y a ser activistas son las torturas que hemos vivido, que hemos sufrido. Para ser defensora, primero hay que ser víctima”.

El asedio y el refugio

Mientas que en los campamentos para personas refugiadas saharauis al suroeste de Argelia se vive el exilio, en los territorios ocupados se convive con el asedio. Las cárceles marroquíes están llenas de periodistas y activistas saharauis. Al menos, 18 presos del grupo Gdeim Izik llevan más de 10 años encerrados sin acceso a ningún tipo de justicia, según denuncian las familias. Aminetou Haidar cuenta que las detenciones arbitrarias están a la orden del día, igual que la prohibición de manifestaciones pacíficas y la difícil escolarización de saharauis. “Una cosa que hemos cambiado con nuestra lucha pacífica es que hemos roto el muro del silencio”.

Y, ¿qué contar de la ocupación de Marruecos en el Sahara Occidental que no se haya contado ya? “Nunca está de más”, apunta Haidar. Una guerra que empezó en 1975 con la invasión del régimen de Hassan II a través de la conocida “Marcha Verde”, mientras estaba a punto de anunciarse la muerte del dictador Francisco Franco, invasión que continúa hoy el rey Mohamed VI. “Se olvida a los diferentes Gobiernos de España es que el Sahara aún es la última colonia española y que para que este capítulo se cierre hay que hacer un referéndum de autodeterminación; y, según Naciones Unidas, España sigue siendo la potencia administradora, pero claro, ¿ahora quién le dice a Marruecos que cumpla con el derecho internacional?”.

“Cualquier partido que llega a la Moncloa cambia rápidamente su postura con el Sahara, ¿podrían ser directrices de la Casa Real?”

La conversación va por ahí, por preguntas sin respuesta: ¿cuáles son los intereses del Gobierno de España para ser cómplice de las vulneraciones de derechos humanos del régimen marroquí? “España tampoco es un país que respete los derechos humanos. Todos los países, también los democráticos, olvidan los derechos humanos cuando no responden a sus intereses”, apunta la activista. Y recuerda: “Existen intereses particulares, que incluso los saharauis desconocen los verdaderos artículos del Acuerdo Tripartito de Madrid con Marruecos y Mauritania donde se repartían el territorio, los derechos, sin contar con ningún ciudadano y ciudadana saharaui y por esto cualquier partido que llega a la Moncloa cambia rápidamente su postura con el Sahara, ¿podrían ser directrices de la Casa Real?”.

Entre ese muro de silencio y la complicidad del Gobierno español está la denegación a Aminetou Haidar de la renovación de residencia en España por “no cumplir los requisitos”, según el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín. “Es una cuestión política y no de requisitos”, responde la activista. “Con mi visado podía moverme por Europa sin necesidad de ir a Marruecos a pedir visado. Marruecos no quiere que yo saga de su ocupación y España no da visados a saharauis, ni siquiera dan cita para esto. De esta forma, quieren silenciarme al no poder participar en actos y conferencias”, argumenta. Días después de la entrevista, el Ejecutivo rectificó y renovó la residencia de la defensora de derechos humanos.

A pesar de la solidaridad y empatía de la sociedad civil española con la población saharaui, cada uno de los Gobiernos que han pasado por la Moncloa no solo no han movido un dedo por la autodeterminación del Sahara Occidental, sino que no reconocen como estado a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Haidar lo tiene muy claro: “España tiene que ser valiente como lo fue Portugal con Timor del Este y reconocer el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Su responsabilidad es jurídica, moral e histórica con el Sahara Occidental, además de potencia administradora”.

“Me temo que si la situación sigue así en el Sahara podría ocurrir lo mismo que en Gaza”

Que el Sahara no sea como en Gaza

Reconocer a la República Árabe Saharaui Democrática no está en los planes del actual Ejecutivo de Pedro Sánchez, que sí apuesta por la creación de un estado palestino. “Me temo que si la situación sigue así en el Sahara podría ocurrir lo mismo que en Gaza”, lamenta Haidar, que confiesa tener los vellos de punta cuando piensa lo que está ocurriendo en Gaza.

El hastío de la juventud saharaui tanto en los territorios ocupados como en los campamentos de personas refugiadas se ha acrecentado después de que el 20 de noviembre de 2020 Marruecos violase el acuerdo de alto al fuego y seguidamente lo hiciera el Frente Polisario. “La gente no confía en las políticas internacionales, en Naciones Unidas. Es triste. Era la única esperanza. Me han llegado a decir que nadie escucha la lucha pacífica y que solo se da importancia a los conflictos bélicos, de fuego, que solo la sangre traerá la atención al Sahara. Algún día podrías volver a ver la guerra porque la violencia llama a la violencia”, avisa la activista.

“Los jóvenes ya no creen en la resistencia pacífica”

“Y no es para menos”, exclama Haidar. “Es una juventud bajo la represión, que sufre discriminación, que ve como sus recursos naturales están bajo un expolio por parte de Marruecos, Occidente se enriquece con esto y ellos no tienen ni para comer. Son cosas que empujan a los jóvenes a pesar en la violencia, ya no creen en la resistencia pacífica”, explica mientras reconoce su temor al uso de “los medios violentos”.

Por esa resistencia pacífica como defensora de derechos humanos que parece incansable, pero que pesa, Aminetou Haidar ha sido galardonada con muchísimos títulos. En 2019, recibió el Premio Right Livelihood, conocido como Nobel Alternativo. En 2021, también fue candidata por segunda vez al Nobel de la Paz. A pesar del reconocimiento de su lucha, que a la vez es un respaldo internacional de la autodeterminación del pueblo saharaui, la situación es la misma desde 1975. Sin embargo, la activista ve los reconocimientos como “una oportunidad para hablar del Sahara. Nos abre puertas para sensibilizar y conseguir contactos nuevos”. Y lo más importante para ella: “Me ha servido mucho para convencer a los jóvenes que la lucha pacífica tiene frutos”.

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba