¿Por qué las feministas están en contra de las mujeres trans? La estafa piramidal de la ‘womandhood’

¿Por qué las feministas están en contra de las mujeres trans? La estafa piramidal de la ‘womandhood’

Extracto del libro 'La respuesta a todo lo que preguntarías a una tía trans', de Valentina Berr, editado por Editorial Egales.

03/01/2024

Portada de La respuesta a todo lo que preguntarías a una tía trans.

No me apetece.

Gran parte de La respuesta a todo lo que preguntarías a una tía trans, el libro en el que se incluye este texto, ha consistido en un camino en el que hemos transitado la ignorancia, la curiosidad, las ganas de descubrir, la incomodidad de hacerlo fuera de los rígidos esquemas binarios, la alegría de construir más allá de lo establecido. Y en toda esta aventura hemos encontrado respuesta a muchas preguntas que, aun siendo pesadas en muchos casos, son también dudas que muchas mujeres trans nos hemos planteado a nosotras mismas. Incluso he encontrado cierta motivación, a veces incluso entusiasmo, a la hora de responderlas desde el corazón aportando el conocimiento que fuera necesario dentro de mis posibilidades. Hemos abierto melones desde un diálogo amable y hasta divertido, tanto para ti como para mí, a través de preguntas contra las que me he topado una y otra vez, como por ejemplo: ¿Cuándo te diste cuenta de que eres trans? ¿Cómo se lo tomaron tus padres? ¿Cuál era tu nombre de tío? ¿Cómo follas? ¿Pero no tenéis ventaja en deportes femeninos? ¿Meas de pie o sentada? ¿Te has operado ya?

No es cierto que las feministas estén en contra de las mujeres trans. Es una mentira dicha mil veces.

Sin embargo, la pregunta que encabeza este capítulo no me apetece. Y no es que no me apetezca porque no crea en la necesidad de debates filosóficos y políticos acerca de los feminismos y sus formas de articularse para hacer frente a un sistema que nos constriñe y nos asfixia a todes —con especial fijación sobre algunes—. No me apetece porque, sencillamente, no es cierto que las feministas estén en contra de las mujeres trans. Es una mentira dicha mil veces que se ha convertido en una dolorosa arma para dividirnos, aturdirnos y hundirnos a todas un poquito más en esta estafa piramidal que es la womanhood.

Para empezar, hay que diferenciar entre estar en contra de personas y estar en contra de ideas. Que las mujeres trans formamos parte del tejido social como personas es un hecho contra el que no se puede estar en contra. Te puede parecer mejor o peor, pero existimos con la misma legitimidad y evidencia que existen las mujeres cis, teniendo en cuenta que ninguna de esas formas de existir es más natural ni real que otra, así como ninguna de las violencias que sufrimos las mujeres es inherente a nuestra anatomía ni a nuestra esencia primitiva. En todo caso somos disciplinadas, discriminadas y violentadas en tanto que existen unas dinámicas sociales que subyacen tras unos intereses (económicos y políticos) por mantener un orden concreto establecido. Dicho de otra forma, lo que significa ser mujer en nuestra sociedad puede cambiar igual que puede cambiar la propia sociedad.

¿Se nace mujer o se llega a serlo?

Ya hace muchas décadas que los movimientos feministas luchan por desligar la idea de que todas las violencias que sufrimos las mujeres son tales por la simple razón de que “nos ha tocado haber nacido mujeres”. Se me hace hasta raro tener que citar El segundo sexo, donde Simone de Beauvoir dice, todavía a mediados del siglo XX, que “no se nace mujer: llega una a serlo”. Sin embargo, lo hago porque es importante situar el contexto histórico del debate, así como diferenciar, por un lado, la disquisición filosófica sobre qué es el género y qué papel debería tener en la sociedad que queremos y, por otro, la forma en la que opera a nivel material en la actualidad.

Vamos, que, por mucho que se quiera negar que las mujeres trans somos mujeres en esta realidad actual, la sociedad nos trata como tales o como una desviación de ello, y es por eso por lo que lo somos, no por otra cosa. Como dijo Alana Portero en su intervención en el acto Mujeres en favor de la ley trans y de Iiualdad LGTBI+, de la FELGTBI+, “nadie me ha hecho sentir más mujer que quien me lo está negando”.

Por lo tanto, si las mujeres trans somos una realidad tan válida como lo son las mujeres cis, ¿qué significa estar en contra de las mujeres trans? ¿Significa no querer que existamos como personas? ¿Significa erradicarnos del planeta? ¿Significa encerrarnos en armarios bajo llave y lanzarnos junto a la llave al mar? ¿Significa forzar con todo lujo de violencias a las personas hasta que piensen que ser mujer trans es algo que no debe contemplarse como válido? ¿Qué tiene todo esto de debate filosófico alrededor de las ideas?

Feministas vs mujeres trans: fight!

Luego está la jugarreta completamente deshonesta y malintencionada de presentar a las feministas y a las mujeres trans como dos elementos opuestos y polarizados. Como si para ser feminista hubiese que tener una postura hostil frente a las personas trans. Como si ser trans (en cualquiera de sus formas) te excluyera automáticamente de formar parte del movimiento feminista. Muy propio de la era que nos ha tocado vivir, esto de amplificar las voces de quienes reproducen discursos reaccionarios en nombre de la pluralidad, instrumentalizando deliberadamente una libertad de expresión que coquetea con la libertad de exterminación.

Vaya, que nos quieren hacer creer que es respetable que se ejerza violencia contra ciertas personas si estas no encajan en lo que se espera de ellas. No hay por dónde cogerlo… “Pero entonces, ¿qué opina el feminismo de las mujeres trans?”. El feminismo no opina. El feminismo discute, plantea, critica, debate, actúa, combate, transforma, revoluciona. Pero no hay una “opinión del feminismo”. Ni el feminismo está en contra de las mujeres trans cuando la exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo dice burradas como que una mujer trans no es una mujer completa, ni el feminismo está a favor de las mujeres trans cuando las feministas del Congreso de los Diputados logran aprobar la autodeterminación de género de la ley trans.

Nos quieren hacer creer que es respetable que se ejerza violencia contra ciertas personas si estas no encajan en lo que se espera de ellas.

Si me preguntaras a mí, como feminista, si estoy en contra de las mujeres trans, yo casi que te diría que sí, por alusiones. Estoy en contra del sistema binario de género y de las categorías “hombre” y “mujer” tal como están construidas, que nos limitan y nos enseñan unas formas muy concretas de existir, tanto si somos cis como si somos trans. En ese sentido, si se pudiese decir así, sí estoy en contra de las mujeres trans, y de las mujeres cis, y de los hombres también, en tanto que la forma en la que se han construido esas categorías nos ata y nos maltrata a todo el mundo. Creo que un proyecto revolucionario debe caminar hacia la ruptura de ese binarismo categorizante, fiel siervo del capitalismo, y de todo lo que lo envuelve dejando incontables cadáveres y tristeza por el camino.

Yo cada vez me siento más desconectada de la idea de definirme como mujer. Cada vez soy más lesbiana de las de Wittig. Cada vez me siento más cercana a la alegría que significa sentir que puedes existir o, al menos, imaginarte, al margen de todo eso. Aunque aún me cueste asimilarlo. Por lo tanto, ni siquiera pienso que la categoría que habito dentro de este binarismo, que es la de “mujer”, sea válida ni interesante para el futuro que deseo.

Prefiero liberarme de ella, individual y colectivamente, de la mano de todas aquellas personas que decidan emprender un proyecto emancipador e ilusionante.
Así que respondiendo a tu pregunta… no. No me apetece.

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