Del APA al AMPA y otras “modas” del lenguaje inclusivo

Del APA al AMPA y otras “modas” del lenguaje inclusivo

Las resistencias al lenguaje inclusivo por parte de la gente retrógrada lleva incluso a tratar en masculino, por ejemplo, a un auditorio formado solo por mujeres. En fin, que esto no es una moda de ahora impuesta por el lobby LGTBIQA+ sino una necesidad de nombrar a quienes existimos. Hablamos de ser inclusives con Cris Lizarraga.

No, esto del lenguaje inclusivo no es una moda impuesta ahora por el lobby LGTBIQA+. Los conservadores se enfadan mucho con la igualdad, pero no con la de ahora, sino con la del sufragio universal y también con lo que llegó hace no tanto, la inclusión de las mujeres en el lenguaje administrativo y académico.

Para muestra, el APA, esa Asociación de Padres de Alumnos en la que no había padres y que se decidió empezar a llamar el AMPA, Asociación de Madres y Padres de Alumnos (¿alumnado, mejor?). El cambio se hizo pero no sin llantos ni quejidos. “Esto convencida de que al APA no iba ningún padre y han empezado a ir a raíz de llamarse AMPA”, dice Bake.

El jóvenes y jóvenas, las miembras del congreso; aparecieron las médicas, abogadas, ingenieras o concejalas que antes no necesitaban representación verbal porque casi no había. Por lo que sea, con los enfermeros no hubo tanta polémica.

Hablamos de esto, pero también de trajes “masculinos” para “mujeres” o de la necesidad actual de algunas personas de identificar sin ninguna duda el género de las personas con las que hablan, o de no querer aceptar el género sentido, como Alfonso Ussía, que insiste en llamar “señor” a Carla Antonelli. También hablamos de La mala costumbre, el libro de Alana Portero. Y para todo esto contamos con Cris Lizarraga, cantante, músique, escritore y artista.

 

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