Guardianas de las rías y del mar
Mientras el mar gallego sigue sufriendo las consecuencias de desastres medioambientales que se suceden cada vez más a menudo, las mujeres se dedican a limpiar y cuidar (también) las playas ante la inacción de las instituciones.
En el pueblo pesquero de O Grove, en Pontevedra, se cuenta que hace 60 años era fácil encontrar almejas y berberechos simplemente metiendo la mano en la arena y rebuscando un poco. Era normal que niñas y niños se alimentasen del mar casi sin pensar, comiéndose a veces crudos esos mismos bivalvos que sacaban de la arena. Hoy, ese gesto parece algo imposible.
Las costas gallegas llevan años azotadas por todo tipo de desastres medioambientales, algunos de ellos intencionados, que han llevado a la lucha a miles de personas que ven morir su sustento y su futuro. El vertido de pellets del pasado diciembre, la última crisis en forma de marea de microplásticos, es solo una nueva realidad que se suma a todos los problemas que ya existían en las costas de esta comunidad: calentamiento de las aguas, exceso de lluvias, contaminación por vertidos y un largo etcétera.
Mientras las instituciones parecen no querer ver la crisis que asola las rías; ellas —sobre todo mariscadoras, pero también voluntarias e incluso creadoras de contenido en redes sociales— tienen un papel muy activo en la lucha por el medioambiente gallego, tanto buscando soluciones como generando consciencia.
A partir de febrero, cuando el invierno ya parece tener un final, hay una forma de saber dónde hay bivalvos en las playas gallegas por los agujeros que se crean en la arena bajo la que yacen. “El resto del tiempo, no hay marcas que indiquen su presencia porque las lluvias borran esos mismos círculos, pero están ahí”. Almudena Martínez es mariscadora a pie, además de vicepatrona segunda de la Cofradía de pescadores de O Grove, y explica cómo saben más rápidamente donde hay marisco gracias a ese pequeño truco. “Después, para cogerlo, lo que hacemos es venir con un rastrillo y levantarlo de la arena”.
Hoy, sin embargo, tanto ella como sus compañeras no están aquí para recoger marisco, sino para limpiar las playas de una especie invasora que se come almejas y berberechos.
—¿Ves como todo el marisco está fuera de la arena? Eso es que está muerto —comenta señalando las miles de conchas que se asoman sobre el arenal.
—Es como un cementerio —añade un hombre que trabaja junto a ella.
Las culpables de las pérdidas de marisco de esta mañana son las cenebras, un molusco invasor que hace agujeros en las conchas de la almeja fina, japónica y berberecho —las que se cultivan aquí— dejándolos huecos. “Pensamos que debieron llegar aquí con las ostras, porque vienen del mediterráneo, pero no lo sabemos con seguridad”, dice Martínez. “Y no son los únicos, también están las canaíllas. Desde hace dos años que somos conscientes de la presencia de estas invasoras y las retiramos cada dos meses. Porque aunque ahora, cuando nos vayamos, parezca que ya no quedan, están enterradas en la arena. No las podemos quitar todas sin dañar nuestro marisco. Así que siempre tenemos que volver”, comenta mientras enseña una almeja con tres depredadoras pegadas.
Almudena Martínez, como muchas mariscadoras a pie, dedican parte de su jornada laboral a la limpieza de los arenales, un trabajo que dicen no está remunerado y les quita tiempo de recogida de marisco. Ahora son los pellets, pero también todo tipo de plásticos, vertidos y especies invasoras.
Las mariscadoras dedican parte de su jornada a un trabajo no remunerado: recoger todo tipo de plásticos y vertidos.
“Es que el permiso de marisqueo a pie es el único que obliga a la limpieza y a la vigilancia de las playas y además de forma no retribuida”, comenta Sandra Amezaga, secretaria de Mulleres Salgadas. Esta asociación, la primera y única asociación gallega de mujeres del sector pesquero, lleva desde el año 2016 luchando por los derechos de las mujeres del mar desde una perspectiva horizontal y feminista. Las mariscadoras a pie son, según el IGE (Instituto Galego de Estadística), 2702 mujeres y 912 hombres, aunque hasta hace muy poco la diferencia entre ambos géneros era mucho mayor. Hace una década, tan solo un 13 por ciento de las mariscadoras eran hombres; hace 30 años, solo el 3 por ciento.
Amezaga cuenta que la profesionalización de las mariscadoras se hizo a finales de los 90, y en ese momento se aprobó una Ley de Cofradías que penaliza a las mujeres entrar en los puestos de dirección y que sigue haciendo que hoy solo haya tres patronas mayores en toda Galicia. “No solo las tienen como las limpiadoras de la costa, además existe una dejadez por parte de las instituciones por este trabajo y por el cuidado del mar en general”, comenta Amezaga. “Hay zonas de marisqueo donde hace dos años había 15 mariscadoras y ahora hay tres porque, sin ventas, no pueden seguir pagando el seguro, y nadie hace nada para mejorar la situación. La conselleria do mar nos niega un puesto en el Consello Galego da pesca y alegan, por escrito, que ya está Anmupesca que al ser nacionales tienen mayor representatividad. Pero, ¿cómo va a tener mayor representatividad Anmupesca que una organización autonómica como Mulleres Salgadas?”. Mientras, la situación no cambia.
Y lo que pasa es muerte de las almejas, freno a su crecimiento y otra serie de problemas que están poniendo en peligro esta forma de marisqueo artesanal. En la lonja de O Grove, donde hoy están las trabajadoras que no han ido a los arenales, los comentarios se repiten. “Los moluscos no crecen y la mortandad, sobre todo en la almeja fina, está altísima”. Quien habla es María José Castro, otra mariscadora de la cofradía de O Grove. “La temperatura de las aguas es más alta de lo normal, hizo mucho calor en verano, llovió mucho… pero aun así pensamos que tiene que ser algo más que eso. Porque aquí llover siempre ha llovido”. “Deberían venir biólogos profesionales a ver qué es lo que pasa, pero no vienen”, añade Ana Silva, de pie a su lado.
La Ley de Cofradías, aprobada en los 90, penaliza a las mujeres entrar en los puestos de dirección.
Sobre los pellets casi ninguna habla como si fuera algo extraordinario. Todas creen que solo es un problema más a los muchos que ya llevan arrastrando desde hace décadas —minas, el desastre del Prestige, la fábrica de ENCE en Pontevedra—. “Es que todo acaba en el mar. ¡Todo! Y si no denunciáramos iría a parar aquí muchísimo más”, dice María José Castro. “Por eso nosotras siempre estamos en las protestas, porque si no el marisco entero acabaría muriendo. Ya está desapareciendo”. Sus compañeras de lonja asienten. “Por eso fuimos a esta última manifestación”, comenta Ana Silva. “Por los pellets también, claro, pero fuimos más bien por la regeneración de las playas. Para que nos ayuden desde la Xunta y desde el gobierno central. Porque de esto vivimos muchísimas familias. Y también fuimos a la de la mina de Touro, por la lei de acuicultura, el Prestige… Todo lo que nos involucra, estamos ahí”.
A la que se refieren es a la manifestación del pasado 21 de enero en Santiago de Compostela y en donde cientos de mariscadoras estuvieron tanto en agrupaciones como a título particular. “Rebosamos las calles y dicen que éramos solo 4000 personas. Y eso que, por ejemplo, desde O Grove no nos dejaron publicar en ningún sitio la manifestación porque en la Xunta xeral los patrones no estaban de acuerdo”, dice Almudena Martínez. “Así que, pagando cada mariscadora, conseguimos llevar un autobús de aquí. Decidimos pagarnos el viaje nosotras. Patrones mayores solo fueron cinco de toda Galicia”.
No es la primera vez que la lucha por el mar está encabezada por ellas. En los años 60, con la llegada de la fábrica de celulosa ENCE a la ría de Pontevedra, las mariscadoras fueron las protagonistas, enfrentándose al ejército franquista (por lo que muchas acabaron en prisión) para intentar defender su medio de vida y una zona, la de Lourizán, que entonces se consideraba un paraíso. O, más actualmente, su papel ante la catástrofe del Prestige o las minas de Touro y San Finx. “Es que ellas están muy comprometidas. Muchísimo. Y la prueba está en el pasado y más recientemente en la manifestación del día 21”.
El papel de las mujeres del mar es clave ante muchas crisis, incluso cuando tienen a los altos cargos en contra.
Sandra Amezaga tiene claro que el papel de las mujeres del mar es clave ante muchas crisis, incluso cuando tienen a los altos cargos en contra. “En la manifestación de los pellets, sus patrones mayores, siguiendo las directrices de las federaciones vinculadas a la Consellería de Mar, no se adhieron a la manifestación. Y las mujeres sí estuvieron allí”, denuncia la secretaria de Mulleres Salgadas. “Y te cuentan cosas como la cofradía de Pontevedra recibiendo dinero de Ence, la cofradía de Bueu, recibiendo dinero de Ence…. Y ellas siguen luchando a pesar de estar cansadas”. Amezaga asegura que mientras no cambie la ley y haya más mujeres en los puestos de decisión, la cosa seguirá igual. “Dicen que no hay mujeres en los altos cargos porque no se presentan, pero no se presentan porque tienen que hacer triple jornada y, cuando dan un paso al frente, las desacreditan con descalificaciones de carácter personal. Y aquí no hay heroínas”.
Sandra Amezaga recuerda además que las mariscadoras, tan precarizadas, descuidadas y poco respetadas por las instituciones, “realizan una forma de actividad pesquera sostenible que regenera las playas”. “Las mariscadoras siembran, cuidan y limpian los arenales”, comenta. “Por eso es muy irresponsable no poner remedio a que se abandone este trabajo, cuidarlas más y cuidar más el medio ambiente”.
Voluntarias y generadoras de contenido, otra forma de concienciación medioambiental
Mientras Almudena Martínez, María José Castro y el resto de mariscadoras cuidan desde su sector, a pie de costa, del mar gallego, otras mujeres conciencian desde otros lugares. La crisis de los pellets, aunque otra más, sí consiguió algo que hasta ahora no había ocurrido con esta fuerza: poner en el punto de mira el papel que las personas que no viven del mar tienen en su cuidado.
Paula, más conocida por su nombre en redes sociales @blondiemuser, es bióloga y lleva años publicando vídeos en los que recoge plástico de las playas gallegas y muestra el estado de la costa. Sin embargo, lo que la ha hecho más conocida en los últimos meses ha sido su papel en la denuncia del vertido de pellets de la costa gallega. “El 3 de enero me contactó una amiga y me mandó un vídeo de Noia Limpa —una asociación medioambiental— en el que se veía el vertido de pellets para ver si lo podía compartir para que más gente viese lo que estaba pasando”, comenta esta creadora de contenido. “Al buscar noticias, vi que no había nada y flipé. Así que dejé las lentejas que estaba comiendo a medias, cogí el trípode y fui corriendo a la playa a ver qué me encontraba”.
Paula dice entonces que lo que vio la impactó tanto que por primera vez sale en un vídeo “algo nerviosa”. “Normalmente los hago muy calmada, pero fue la rabia del momento. No daba crédito que no se estuviera hablando de eso en todos los medios de comunicación”. Lo que ocurrió después fue que su vídeo puso en el debate público la realidad de un vertido que hasta entonces se había silenciado. “Yo digo siempre que hago el vídeo, pero es la comunidad la que lo comparte y lo hace viral, y eso fue lo que pasó. Y me alegro muchísimo que mi vídeo consiguiese eso”. Después, a esta instagramer la llamaron de la Consellería do Mar para decirle que “ya estaban manos a la obra limpiando los pellets”. “Ya sabes, para que le dijera a la gente que tenía que llamar al 112 pero que ya estaba todo controlado”, se ríe.
Paula quiere aclarar que, aunque la gente crea que se ha hecho famosa con los pellets, lleva “desde 2016 haciendo vídeos de concienciación”. “E implica bastante salud mental, porque a la mínima que intento concienciar, me llaman de todo. Recibo mensajes muy a menudo, 99 por ciento de hombres, en los que o me dicen que vaya a limpiar a su casa o me hablan de follar —tengo un vídeo en el que pongo los mensajes públicos que recibo y son todos así, y eso que no pongo los privados—. Parece que, en cuanto se habla de limpiezas, lo relacionan con las mujeres y con limpiar la casa”, denuncia Paula. “Lo mismo debe pasarles a las mariscadoras”.
Las mujeres participan mucho más en las protestas relacionadas con el medio ambiente o en tareas de limpieza.
Para Paula, las mujeres están más concienciadas sobre medioambiente y participan mucho más en protestas relacionadas con este tema, así como en tareas de limpieza y voluntariado. “Lo tengo hablado en muchísimas charlas. Quizás sea porque somos más conscientes de la necesidad de sensibilización con el medio o porque los hombres se asocian con no tener sentimientos”, reflexiona. “Pero de verdad que se ve que ellas están más implicadas, también en política medioambiental”.
Esta instagramer termina comentando que, siempre que va a limpiezas de voluntariado medioambiental “el 99 por ciento somos mujeres”. “Me pasó en Vigo, que solo había 3 hombres, por ejemplo. Y no creo que sea porque no les llega el mensaje, creo que literalmente hacen oídos sordos. Muchos creen que no van con ellos y no empatizan igual con la naturaleza”.
Desde ADEGA (a Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza) la reflexión es parecida. Esta asociación fue una de las que más organizó —y organiza— limpiezas tanto de pellets, como de plásticos y otros productos en las costas gallegas. Itziar Díaz, educadora ambiental en esta asociación, coincide con Paula en la reflexión sobre las personas voluntarias.
“Siempre hay una mayoría de mujeres en las limpiezas. Algunas veces es cierto que puede ser un 56 por ciento contra 44 por ciento, como la del fin de semana pasado, pero siempre son ellas la mayoría”, asegura Díaz. “Creo que puede ser porque se organizan mejor o puede que tengan una mayor consciencia medioambiental. Todavía no nos hemos puesto a reflexionar tan a fondo en las causas, pero es una realidad que está ahí”.
Mientras, en la costa de O Grove, Almudena Martínez y el resto de mariscadoras vuelven a casa despúes de un día de limpieza. “Porque es el futuro de todo el mundo. Seguiremos luchando por nuestro mar, organizándonos en grupo o como haga falta”.