La isla de las colectivas feministas

Anuario en papel nº9

La isla de las colectivas feministas

Activistas e iniciativas sufren agresiones por defender los derechos de las mujeres y de los colectivos LGBTIQA+ en Cuba. Entre los grupos feministas hay mucha diversidad entre quienes son más condescendientes con el Gobierno y quienes se oponen abiertamente.

Imagen: Gerda Andux
06/03/2024

La Diosa de Cuba lo cambió todo. La cantante Dianelys Alfonso denunció en 2019 la violencia machista perpetrada por el también músico José Luis Cortés, “El Tosco”, lo que generó una ola de solidaridad en toda la isla. Como ya pasara durante el movimiento #MeToo en diferentes partes del mundo, las redes sociales cubanas comenzaron a llenarse de indignación, rabia y etiquetas, como #DiosaYoSíteCreo #MeTooEnCuba o #NoEstásSola.

Varias mujeres, impactadas por el testimonio del abuso físico, verbal y psicológico sufrido por la cantante La Diosa, se articularon para ayudarla. “Amigas, tenemos que hacer algo”, explica una de ellas. Así, al calor de la indignación provocada por este y otros casos, nació la primera plataforma independiente de apoyo a las mujeres en situación de violencia machista del país, según se autodefinen y explican las componentes de la colectiva Yo Sí Te Creo en Cuba (YSTC).

La iniciativa YSTC se dio a conocer públicamente coincidiendo con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de 2019, si bien ya realizaban acompañamiento a víctimas desde hacía meses. El 21 de noviembre, cuarenta firmantes, integrantes y no de Yo Sí te Creo en Cuba, presentaron una Solicitud de Ley Integral sobre la Violencia de Género a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). Fue rechazada. El Gobierno comunicó que se optaría por su transversalización en distintos instrumentos jurídicos que abordan el conjunto de estas agresiones patriarcales, tal y como se había reconocido en la Conferencia del Partido Comunista de Cuba (PCC) en 2012 y en el propio artículo 43 de la nueva Constitución de la República de 2019.

En ese contexto de demandas sociales, se produjeron otros dos fenómenos que diversas activistas relacionan directamente con la gestación de una nueva forma de movilización feminista y LGBTIQA+ en Cuba: la suspensión de la convocatoria de una manifestación LGBTIQA+ y el auge de una campaña demandando la bajada del precio de internet, que dificultaba el acceso a la red a los 11,33 millones de habitantes del país caribeño.

Activismos feministas en plural

Yanelys Núñez no cree que exista un único movimiento feminista como tal en Cuba, sino más bien “focos, distintas iniciativas y colectivos que están estudiando y llegando al feminismo”, como demuestra la Declaración de Feministas y Aliades Cubanes sobre Violencia contra Mujeres en la Política, que pretendía, según el propio documento, “contextualizar y pronunciarse contra los recientes y reiterados episodios de discriminación, exclusión y violencia promovida y/o ejercida por el Estado contra las mujeres cubanas”.

Núñez es integrante del Movimiento San Isidro (MSI), una colectiva artística, social y política nacida en 2018 en contraposición a la entrada en vigor del Decreto 349, sobre derechos culturales, por el que los miembros de este colectivo han sido sometidos a altos niveles de vigilancia y hostigamiento, obligándoles a condiciones similares al arresto domiciliario.

El activismo desde los márgenes del sistema ha sido fuertemente criminalizado y perseguido en la isla, según la periodista Mónica Baró, quien habla en plural de los feminismos cubanos. “Dentro hay mucha diversidad y una fuerte discusión entre las feministas que respaldan el régimen o son más condescendientes con la violencia política que ejerce contra distintas mujeres y las que se le oponen abiertamente y denuncian todas las violencias”, argumenta.

“Dentro hay mucha diversidad y una fuerte discusión entre las feministas que son más condescendientes con la violencia del régimen y las que se le oponen abiertamente”

Baró mezcla la tercera y la primera persona en su relato. Ella también ha estado en el foco de las agresiones. La periodista cruzó el charco como resultado de toda la violencia que sufrió “como periodista independiente y como mujer”, argumenta sosegadamente después de meditar unos minutos. Después continúa: “Difícilmente se pueden entender los movimientos feministas alternativos o disidentes en Cuba sin hablar de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), porque sus demandas surgen como reacción a las ineficiencias de esta organización para representar a las mujeres”.

Como Baró, diversas activistas, dentro y fuera de Cuba piensan que la movilización feminista y LGBTIQA+ se ha promovido como respuesta a la postura institucional en general y de la FMC en particular. Ninguna es ajena a los grandes avances que la Federación de Mujeres Cubanas consiguió en materia de igualdad a partir de 1959 asociados al movimiento revolucionario, como como la alfabetización de las mujeres, niñas y adolescentes.

No obstante, diversas personas y colectivas consideran que “el feminismo institucionalizado”, como lo denominan, ha dejado de responder a las necesidades de la ciudadanía cubana en temas tan sensibles como la integridad de las medidas para combatir la violencia machista, el desarrollo del Código de Familia o el paraguas de garantías que esperaban en la nueva Constitución, lo que las ha llevado a articularse en distintos focos.

Familias, identidades y salud

La aprobación de un nuevo Código de Familia es uno de los principales puntos de la agenda del colectivo LGBTIQA+ en Cuba y, en particular, el amparo legal de tres exigencias: el matrimonio igualitario, la adopción y la reproducción asistida, sobre todo en el caso de parejas lesbianas. La oportunidad perdida de alcanzar la protección de estos derechos en la Carta Magna cubana significó para algunas su inicio en el activismo en 2019.

En 2021, la escritora y activista trans Mel Herrera estaba recluida en una unidad militar durante la aprobación del texto constitucional. Con todo, la falta de protección integral del colectivo LGBTIQA+ cubano y de las personas trans en particular la hizo movilizarse. “Queríamos que la reforma constitucional pudiera hacer un paquete completo de medidas”, resume Herrera, analizando en retrospectiva que, por supuesto, demandan tener derecho a casarse y a tener familia. Con todo, la activista recalca que también es necesario saber qué precariedades las atraviesan y pierden de vista, haciendo referencia a cuestiones estructurales, como las dificultades en el ámbito educativo, sanitario y en el acceso a la vivienda.

La aprobación de un nuevo Código de Familia es uno de los principales puntos de la agenda del colectivo LGBTIQA+ en Cuba

Poniendo el foco en las especificidades de las violencias que sufren las personas trans cubanas, la escritora explica que “hemos tenido que hacer un gran esfuerzo, porque hay pocas activistas trans visibles y son excluidas de la institucionalidad, al ser consideradas casi disidentes del Estado”, lamenta antes de que se le terminen los megas de internet que hacen viable la entrevista.

Herrera sufrió un episodio tránsfobo después de la retransmisión en directo por una red social de una protesta en La Habana vieja. Era 29 de abril de 2021. Días después, decidió contarlo para que no quedase impune esta forma específica de violencia de género, consistente en la negación de su identidad por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado, quienes insistieron en llamarla por el nombre que aparece en su documentación mientras la interrogaban en plena calle.

Si bien cada vez son más las personas que tienen acceso a internet en Cuba, el precio es aún elevado y la conexión no garantiza la comunicación sin cortes. Antes de que la activista tenga que salir a comprar cupones para retomar la conversación, recuerda que no existe una ley de identidad de género como tal en el país. Cinco horas después, volverá a escribir.

Activistas en la encrucijada

Antes del debate entre la integralidad o la transversalización de la lucha contra la violencia de género en Cuba, activistas feministas, así como del colectivo LGBTIQA+, opositoras o no al Gobierno, ya habían sido la diana de repetidos mensajes de odio, en muchos casos estigmatizantes y vinculados a la criminalización de los “movimientos que no se encuentran ligados a la institucionalidad”, como recuerda Mariana por teléfono.

Mariana, quien recurre al “nombre de la ‘madre’ de la nación” para protegerse, lamenta la simplificación de una realidad compleja donde los feminismos son, por naturaleza, diversos. “En Cuba, los debates feministas no son sobre el abolicionismo de la prostitución o la existencia de una ley específica para el aborto, sino que están muy intervenidos por la retórica del enemigo común”, reconoce con un tono seco. “Parece que si no estás dentro del aparato del Estado no puedes ser socialista, antimperialista ni feminista”, apunta antes de explicar cómo el círculo de violencia la ha ido oprimiendo.

Agnes Koleman dibuja un panorama aún más complejo, articulado sobre dos relatos contrapuestos que conducen al mismo resultado: la estigmatización de los activismos feministas y LGBTIQA+. La española empezó a trabajar en un proyecto de periodismo independiente en Cuba para una oenegé de derechos humanos hace unos años. Fue en ese período cuando se dio cuenta de que “era un mundo completamente masculinizado”, según recuerda, entendiendo que los feminismos cubanos se enfrentaban a una encrucijada diferente al resto de la lucha feminista en otros territorios.

“Desde el punto de vista del Gobierno, el movimiento feminista es una estrategia para atacar la Revolución desde el exterior, de Estados Unidos, por lo que las feministas son automáticamente vistas como disidentes y opositoras. Y, por otra parte, la disidencia cubana también te dice que el feminismo es comunismo encubierto, y proviene del sistema cubano, por lo que es nefasto”, explica Koleman.

Su amiga Yanelys Núñez apunta a la raíz de esta encrucijada: “Por muchos cambios que queramos, la propia sociedad cubana tiene problemas como el racismo, el machismo y el clasismo”. Por ello, recalca la necesidad de deconstruir el estigma del feminismo en Cuba. “El Gobierno sabe que es un espacio movilizatorio y emancipatorio y no puede trabajar con eso, no les interesa”, comenta.

Tu hija me está jodiendo el negocio

Alas Tensas es una revista feminista cubana de provincia. “Hay un habanacentrismo con Cuba”, reconoce Yanelys Núñez al hablar del papel del medio en una República constituida por la Isla de Cuba, la mayor de las Antillas; la de la Juventud y miles de islas, islotes y cayos.

Como la fundadora de Alas Tensas, Iliana Álvarez, Núñez tuvo que exiliarse y, desde su nuevo territorio, se incorporó al proyecto periodístico. Precisamente estar atravesada por una nueva territorialidad ha generado que conduzca, junto con Agnes Koleman y Nonardo Perea, Las afueras, un espacio de feminismo cubano online.

La idea es desmenuzar términos que muchas feministas ya tienen integrados en sus discursos, pero no en un tono paternalista, sino incorporando ideas que creemos importantes para los proyectos en Cuba, siendo conscientes de que nuestras condiciones desde afuera son otras”, relata Núñez antes de compartir el enlace del primer capítulo de Las afueras, sin perder de vista las violencias que sufría antes de salir de su país.

Entre los múltiples ataques que ha recibido por su activismo no solo en el Movimiento San Isidro sino también como coautora, junto al artista Luis Manuel Otero Alcántara, del Museo de la Disidencia en Cuba, plataforma que establece espacios de diálogos y de creación artística, Núñez recuerda uno particularmente sensible en 2016. La agresión cambió el foco, ya que incorporaron a su madre en el patrón de violencia.

No era la primera vez. La integrante del MSI ya había denunciado distintos ataques a su privacidad e intimidaciones que intentaban medrar sus relaciones de pareja y familiares cuando aún residía en la isla de Cuba. Y no deja de sonreír irónicamente cuando relata cómo un vecino le dijo a su madre “tu hija me está jodiendo el negocio” para recriminarle las consecuencias económicas del seguimiento que estaba sufriendo Núñez tanto por la policía como por las fuerzas de seguridad cubanas. “Como si la culpable de la situación fuera yo”, concluye sarcástica.

Estigmatización, anonimato y redes

La estigmatización de los activismos feministas y LGBTIQA+ cubanas es diversa, como sus perpetradores y su naturaleza, que puede ser presencial o producirse a través de las plataformas digitales, escudadas en el anonimato de ciertas cuentas. Frente a las agresiones, las activistas articulan redes de cuidado basadas en la seguridad digital y en la denuncia pública de los hechos, en muchos casos sazonadas con unas buenas pizcas de sarcasmo.

La página de Facebook Negra cubana tenía que ser denunció irónicamente los insultos propiciados contra tres activistas feministas por una página anónima en una red social en mayo de 2021. Por la misma vía, el movimiento Yo Sí Te Creo en Cuba había alertado horas antes de haber sufrido distintas “formas de acoso contra mujeres activistas”, tales como difamación, humillación o intimidación con la finalidad. El colectivo recuerda que les pedían abandonar su participación en la vida cívica y política del país.

El movimiento Yo Sí Te Creo en Cuba había alertado horas antes de haber sufrido distintas “formas de acoso contra mujeres activistas”

Pese a la alargada sombra de un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos desde 1960 y la compleja realidad política y social cubana agravada por la pandemia, distintas activistas feministas y del colectivo LGBTIQA+, opositoras o no al Gobierno, han conseguido generar redes para exigir derechos básicos de las mujeres y de las personas LGBTIQA+, gracias a la voluntad de (re)conocerse en distintas demandas, como la mejora en el acceso a internet, y pese a mensajes de odio, procesos de criminalización y campañas estigmatizantes dentro y fuera de Cuba.

Este artículo fue publicado en el anuario nº9 de Pikara Magazine. Cómpralo en nuestra tienda online.
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