La revictimización del traje de gitana

La revictimización del traje de gitana

Al margen de las payas con dinero que invierten en vestidos hechos a medida para la Feria de Sevilla estamos, también, las payas que tiramos de segunda mano y de reciclaje.

Foto: Alicia Murillo.

24/04/2024

Relatar la historia de un grupo oprimido desde el punto de vista de su opresión puede llevarnos a caer en estereotipos que la refuerzan. Esto ocurre, por ejemplo, cuando dicen que “qué pena que, por culpa del machismo, Clara Schumann no escribió música sinfónica” y que “solo” hizo música de cámara. ¿Puede haber frases más machistas? Como si su música de cámara no fuera increíble, como si le faltase algo, como si tuviéramos que comparar el recorrido de una mujer con el de un hombre para valorarlo.

Y sí, hay apropiación cultural del traje de gitana, quien lo ponga en duda solo está dando muestras de incultura. El año pasado la compañera Carmen Carbón habló de ello con lucidez en Es que parezco una gitana. Recomiendo también seguir a Aurora Muñoz, @Gipsycode en Instagram, que también el año pasado por estas fechas hizo varias intervenciones sobre el tema. Creo que añadir algo interesante a las intervenciones de estas dos compañeras es complicado e innecesario. Por eso, lo que yo pretendo con este artículo no es ampliar la información sino contar mi propia vivencia con el traje de gitana y la Feria de Sevilla.

Y es que también hubo en la historia de esa indumentaria resistencia, sincretismo, reciclaje, sororidad, manufactura, unión y un montón de cosas bellas que tenemos que resaltar para poder agradecer al pueblo gitano y, en concreto, a sus mujeres, este increíble aporte a lo andaluz. Cómo contemos su historia puede marcar la diferencia entre una usurpación silenciosa y una reivindicación orgullosa.

Los trajes para el roneo

La realidad de las tiendas del barrio de los Remedios en Sevilla, con vestidos exclusivos a 500 euros y pijas vistiéndose de gitana sin ser ellas nada de eso existe, tal y como cuenta Carbón. Pero son minoría, porque es lo que tiene ser rico, que eres minoría. En Sevilla eso tiene un nombre concreto, que, por cierto, también viene de la gitanidad: roneo. Esta preciosa palabra, que para la población gitana es algo así como “cortejo”, en andaluz payo significa “alarde superficial”.

Lo cotidiano y mayoritario es ver a las payas tirando de segunda mano, del reciclaje, de coser adornos, de cambiar mangas… Las que ahorran un poquillo se pagan una modista que suele ser vecina y que cose que te mueres. Las suertudas que sabemos coser nos pegamos un mes frente a la máquina y luego una semana frente a la plancha. Y esto, señoras, es trabajo femenino no pagado, sobre todo si te tienes que encargar de varias hijas. En todo caso, necesito que sepáis que las semanas previas a la Feria el Wallapop echa humo y la comunidad de mujeres se fortalece desde la ilusión de celebrar la belleza de viejas, jóvenes, gordas y flacas.

Las suertudas que sabemos coser nos pegamos un mes frente a la máquina y luego una semana frente a la plancha

Creo que solo en una ocasión me vestí con un traje nuevo comprado. El resto de veces no pagué más de 50 euros por uno usado y la mayoría de las veces me vestí gratis. Como cualquier trianera de a pie, desde chica, heredé de mis primas. Y esto nos lleva a entender en qué ha derivado la palabra “prima”, otra aportación lingüística gitana al andaluz que la población paya de determinadas zonas usa como sinónimo de “amiga”, mientras que en el pueblo gitano se usa para nombrar a otras personas gitanas.

El sincretismo gitano-andaluz

En cuestiones de nuestra memoria histórica, debemos centrarnos en dos puntos fundamentales. Uno es la invisibilización del origen gitano de ciertos elementos. El otro, la resistencia y transformación de estos elementos.

El activismo hace hincapié en desvelar lo primero y eso está genial, pero se olvida de tener un relato propio, alternativo al racista, del segundo. El sincretismo existe y la buena noticia es que, casi siempre, tiene su origen en la alianza de sesgos oprimidos de la sociedad. En este caso pueblo gitano y mujeres payas obreras.

El sincretismo existe y, casi siempre, tiene su origen en la alianza de sesgos oprimidos de la sociedad

Me interesa siempre, y sobre todo, mirar con lupa las cosas de lo social. Por ejemplo, una frase típica de las payas viejas trianeras es: “Cuando yo era shica, en los corrales vivíamos payos y gitanos to juntos y no teníamos problemas de na, no como ahora”. Y, claro, es evidente que estas mujeres no vivieron la persecución de los civiles y, por tanto, creían (por ignorancia) que sus vecinos vivían en paz. Pero si miramos con lupa y preguntamos por el apellido de estas abuelas “payas”, de repente nos damos cuenta de la cantidad de Reyes, Vargas o Montoyas que van apareciendo y, tachán, descubrimos una opresión racista de las más duras: la negación y ocultación del propio origen. Es decir, no sufrieron la persecución de los civiles porque las hicieron pasar por payas desde chicas. Por eso no tuvieron problemas de convivencia con la vecindad gitana, porque eran gitanas… Pero al mismo tiempo, asumiendo costumbres y estéticas payas, vivían en paz con gitanos y gitanas. Me explota la cabeza con esta contradicción. ¿Gitana se nace o se hace?

Yo sé que puede parecer ciencia ficción, pero en Triana hay viejas y viejos que son parte del pueblo gitano y no lo saben. Su estirpe pseudopaya (y racista), tampoco lo sabe.

El atuendo de las gitanas en la Feria de Sevilla

Una de las cosas que más me ha llamado la atención es leer por ahí que ya no existe un atuendo feriante realmente gitano para las mujeres, porque la usurpación paya arrasó con todo.

Esto es un error. Como bien señala Carmen Carbón, las payas en la Feria se divierten, las gitanas trabajan y, una vez más, esto hay que observarlo y nombrarlo. Pero que esto no nos haga dejar de alabar la vestimenta de las mujeres gitanas en la plaza donde venden buñuelos porque es un verdadero espectáculo, con rasgos propios y diferencias enormes con el traje payo. Para empezar, se visten en grupo. Las mujeres de una misma caseta (normalmente todas son de la misma familia) van idénticamente vestidas. [M1] Esto frente a la individualidad del traje payo, cuya característica principal es que no se parezca a ningún otro.

Otra particularidad del atuendo gitano es que casi siempre llevan delantal con tira bordada en el remate, justo porque, para ellas, es un atuendo de trabajo. Las hechuras, además, son completamente diferentes: las faldas holgadas, frente a los cortes de sirenas de las payas, los diseños de dos piezas, frente a los vestidos (normalmente) enterizos de las otras. Curiosidad: casi no hay niñas gitanas vestidas y sí hay payas, una vez más, porque se trata de un atuendo para ir a trabajar frente al otro, que se endosa por diversión.

También los recogidos y los moños son distintos, pero no vamos a extendernos en pormenores. Asimismo, existen numerosos puntos en común de los dos tipos de vestimentas: lunares, flores en los cabellos, pendientes largos, son elementos que los aúnan.

En todo caso, y sin negar, por ejemplo, la falta de accesibilidad con respecto al transporte que los barrios de los/as gitanos/as afrontan a la hora de acceder al Real, también sería prejuicio pensar que no vienen y no se divierten. Lo hacen y se visten para la ocasión, como nos muestra Manuel Jiménez, vecino de Las 3.000 Viviendas, en su cuenta de Instagram.

Feriantes

Me gustaría despedir este artículo con el análisis de la propia palabra feriante en la que encontramos otro sincretismo espectacular. Un gitano feriante se entiende como un trabajador de la feria. Un payo feriante, como un juerguista. Y analizando estas dos acepciones, creo que se entiende bien el aspecto racista de la fiesta, la usurpación y también el sincretismo.

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