Gordoridad: porque quiero a las otras me quiero a mí
Después de décadas de activismo gordo, nos encontramos en un momento donde las activistas podemos pararnos a pensar en nuestras alianzas. Acción, redes y gordoridad son ingredientes imprescindibles en la lucha antigordofobia. Gracias a la acción compartida y al activismo, muchas tenemos claro que nuestro cuerpo ya no es un campo de batalla, sino que la batalla está ahí fuera y vamos a salir juntas a pelear.
Fotograma del podcast Nadie hablará de nosotras.
Hace tiempo que dejamos de usar apasionadamente el término de sororidad. La sororidad nos permitió cuestionar la imagen habitual de mujeres compitiendo, peleando por ser las más guapas, por conseguir al mejor hombre. Hablábamos de sororidad para encontrar un modelo de relación entre mujeres amoroso, activo, político. Pero claro, si tenía que haber una alianza entre las mujeres solo por el hecho de serlo, entonces, ¿quiénes eran las mujeres? ¿Hay algo que nos una a todas tanto como para apostar a un lazo invisible y universal?
La sororidad nos desencantó rápido. Muchas no tuvimos, ni tenemos, ningún interés en tejer lazos, ni en ser compasivas con nuestras agresoras o con aquellas que violentan a compañeras y ven en la idea de mujer la posibilidad de alcanzar un privilegio, más que la posibilidad de transformarlo todo.
¿Por qué iban las mujeres racializadas a aliarse con las blancas cuando estas miran a otro lado frente al racismo que inunda nuestras casas y nuestras calles? ¿Por qué iban las trans a escuchar a esos grupos de mujeres que se dedican a sembrar odio hacia ellas? ¿Por qué íbamos las gordas a ser empáticas con todas esas compañeras feministas que hacen chistes sobre engordar?
Ahora que nos hemos hecho mil veces ya estas preguntas, ahora que sabemos que la hermandad entre mujeres no lo vale todo, ahora llegamos las gordas y empezamos a hablar de gordoridad.
El activismo gordo lleva décadas alzando la voz frente a la violencia que vivimos las personas gordas, una voz que ha ido cambiando y ha subido el tono después de la reestructuración social que vivimos tras la pandemia. Gordofobia ha dejado de ser una palabreja extraña para ocupar un lugar (muy pequeñito, pero un lugar) en debates, jornadas, aulas, libros, etcétera.
Somos muchas (usamos el femenino a conciencia esta vez) las que nos estamos organizando frente a las múltiples violencias y discriminaciones que vivimos las personas gordas. Pero aún hay muchas resistencias, mucha culpa acumulada, mucha esperanza y fuerza puesta en que en algún momento vamos a tener un cuerpo delgado y esta no es en realidad nuestra lucha.
“Compartir las injusticias que el mundo pone en nuestros cuerpos, no solo alivia y sana, si no que nos da la fuerza suficiente para empezar a organizarnos”
Y aquí es donde entra la gordoridad. El “tu cuerpo no tiene que cambiar”, “el sí es para tanto”. El “yo sí te creo” de las gordas. La mayoría de las veces esta articulación no nace de ningún vínculo, ni intimidad… nace de la certeza de que solas no podemos y necesitamos a otras compañeras gordas.
Encontrarnos con otras personas que viven lo mismo que vivimos, validar nuestra experiencia y nuestro dolor, generar espacios en los que poder ser, sin expectativa de cambio, crea vínculos diferentes a los tradicionales, pero muchas veces mucho más enriquecedores y vivos. Compartir las injusticias que el mundo pone en nuestros cuerpos, no solo alivia y sana, si no que nos da la fuerza suficiente para empezar a organizarnos.
Después de muchos años de activismo gordo, tenemos bastantes certezas sobre la potencia de estas alianzas.
Las gordas recibimos tantos mensajes horribles sobre lo que somos que poder escuchar, admirar y querer a otras personas gordas nos permite experimentar la posibilidad de una existencia digna. Nos ayuda a transformar todas las creencias, introyectos, mitos y prejuicios que existen sobre nosotras y que hemos asimilado.
“Por desgracia, la gordofobia se suele vivir en soledad”
La alianza gorda nos ayuda a ser en diversidad. Al juntarnos comprobamos que no somos iguales, y esto es importante porque se demuestra que no somos un estereotipo, aunque se nos represente siempre del mismo modo, como si ser gorda fuera una personalidad. Las personas gordas somos tan diversas como el resto.
Sobra decir que cuando varias gordas se juntan disminuye la alerta. La experiencia gorda suele ir acompañada de mucho estrés y control por el inminente peligro de la violencia y la discriminación diarias. La playa, el metro o una terraza son lugares hostiles para nosotras, y compartirlo con compañeras alivia nuestro dolor. Repartimos el miedo y así es más fácil transitarlo.
Ver la belleza de mis amigas gordas me ayuda a ver mi belleza. La otra, las otras me dan una información más real sobre mí misma que la que he podido construir tras años de mensajes de odio hacia mi cuerpo. Como dice nuestra amiga Laura Fernández: hemos aprendido que primero nos amamos a nosotras para luego amar al resto, cuando en realidad es al revés, es porque amamos a las otras que conseguimos amarnos a nosotras.
“Juntarnos entre nosotras nos trae la certeza de que nuestro problema es la gordofobia y no ser gordas”
Pero por desgracia, la gordofobia se suele vivir en soledad. Porque somos las raras, vivimos en un mundo al que en realidad no pertenecemos. Es por eso que relacionarte con personas gordas te abre la posibilidad de una existencia digna, un mundo donde hay otras personas como tú. Juntarnos entre nosotras nos trae la certeza de que nuestro problema es la gordofobia y no ser gordas. Y entender eso es un potencial activador.
Acompañadas somos capaces de hacer cosas que solas no podemos. No es lo mismo gritar tú sola que gritar con mucha gente. No es lo mismo llorar tú sola que llorar con otras. Y las gordas tenemos mucho que llorar y que gritar todavía. Acompañadas tenemos fuerza para defendernos y, si no la tenemos, hay más posibilidades de que otra nos defienda.
Lanzarte de cabeza y confiar en alguien para empezar un proyecto, equivocarte, imaginar un futuro o planear una revolución es un gusto y un susto a la vez. Romper las normas tradicionales de las relaciones y confiar en pasar a la acción con las amigas o las desconocidas es una aventura.
Nadie hablará de nosotras surgió de hecho así. Éramos dos amigas gordas que no hablaban de su gordura especialmente. Charlábamos, reflexionábamos, compartíamos vivencias, y aunque la gordura estaba presente, no era el centro de nuestras conversaciones. Pero es mucha la violencia que recibimos las personas gordas, y muy pocos los espacios en los que poder hablar de su impacto y consecuencias en nuestras vidas. Sin darnos mucha cuenta, nuestras charlas y reflexiones sobre la gordofobia que vivíamos fueron aumentando poco a poco. Compartíamos cosas que nos habían pasado y nos pasaban, cómo nos sentíamos y qué miedos teníamos.
La gordoridad se impuso, abrimos unos micros para grabarla, y la amistad se multiplicó exponencialmente.
A través de nuestro proyecto tuvimos (y tenemos) la oportunidad de explorar nuestra relación de una manera profunda y compleja, pasando por la construcción de una amistad fuerte y política y una gordoridad transfronteriza. Compartir una lucha como es el activismo gordo, la pelea de clase anticapitalista y la militancia gozosa enriquecen y hacen crecer nuestra relación.
Y esta seguridad nos hace poder explorar otro tipo de relaciones y amistades: ahora tenemos gordiamigas, amigas invisibles que nos escuchan en los podcasts, que vienen a vernos al teatro y que ahora nos vais a poder leer por aquí, en este precioso rincón que nos han regalado las amigas de Pikara Magazine. Son amigas nuestras también, aquellas personas a las que leemos y escuchamos, aunque no las conozcamos y vivan en la otra punta del planeta: Roxanne Gay, Virgie Tovar, Laura Contreras o Silvia Federici, activistas que con su voz nos ayudan a encontrar la nuestra.
Y eso es la gordoridad, poner el cuerpo, las ganas y las lorzas a agitar para que otras gordas se agiten también.
Queríamos presentarnos y presentar este espacio que vamos a ir construyendo juntas hablando de lo que nos mueve: la amistad y la lucha política. Cada mes os traeremos diferentes reflexiones y propuestas para pensar lo gordo, y las diferentes opresiones que nos arrastran. Pero todas estarán atravesadas por esta amistad radical que estamos construyendo.
Bienvenidas, a vosotras que, a partir de ahora, también sois nuestras amigas.