“Cuerpo de mujer = peligro de muerte”

“Cuerpo de mujer = peligro de muerte”

Guerras, conflictos y crisis pueden tener un impacto especialmente duro en la vida de mujeres, niñas y cuerpos feminizados, donde uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan es la violencia de género.

Ilustración de LenLis (iStock).

19/06/2024

Mientras España, Irlanda y Noruega anuncian el reconocimiento de Palestina como Estado y parece que deberíamos celebrar lo que ya es un hecho, seguimos pensando en cómo esta guerra y los diversos conflictos armados son otro de los escenarios en los que el papel de las mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ queda invisibilizado, pese a ser tan protagonistas como los hombres y sufrir las consecuencias.

Actualmente en Occidente, parte de la población advierte el genocidio en Gaza a manos de Israel y normaliza la guerra entre Rusia y Ucrania, pero parece no enterarse de la existencia de otros conflictos bélicos, guerras, genocidios, masacres y desastres a los que sucumbe la sociedad que están o estuvieron activos hasta recientemente en diversos puntos del planeta, como en Mali, Haití, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Ruanda, Somalia, Birmania, Sáhara, Sudán, Siria, Yemen, Myanmar, Etiopía y Burkina Faso, por nombrar algunos.

Grandes conflictos armados como otros que han dejado huellas en gran parte de la geografía mundial y en la vida e historia de quienes no solo los protagonizan, sino que los sufren y, en el mejor de los casos, los sobreviven. Como es el caso de muchas mujeres y personas disidentes sexo-genéricas, que asisten al franco deterioro de la infraestructura básica, la seguridad y la situación humanitaria de sus territorios.

Situaciones que lamentablemente no son lo único a lo que se enfrentan, puesto que guerras, conflictos y crisis pueden tener un impacto especialmente duro en la vida de mujeres, niñas y cuerpos feminizados, donde uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan es la violencia de género. Las mujeres y las niñas están expuestas a índices de violencia sexual, abusos y tortura sin precedentes en condiciones de guerra. La violación y la violencia sexual se utilizan a menudo deliberadamente como armas de guerra. Por lo que el tráfico sexual y esclavitud se pueden volver el pan de cada día para ellas.

Sin ir muy lejos, y a pesar de las leyes que reconocen la violación como arma de guerra desde 1949, cuando sobreviven a la guerra y llegan a los campos de refugiados, las investigaciones de la ONU muestran que una de cada cinco mujeres y niñas ha sufrido violencia sexual.

La violación como arma de guerra no es algo nuevo, pero sigue pasándose por alto y vemos con horror cómo los conflictos presagian un enorme retroceso en la igualdad, desde la pérdida de educación de las niñas hasta el aumento de las tasas de matrimonio infantil. Sabemos que, a pesar de los esfuerzos del Derecho Internacional por velar por la seguridad de la población civil durante los conflictos armados y tratar de limitar el sufrimiento humano durante las guerras prohibiendo el uso de ciertos métodos de combate como la guerra química, el lugar de las mujeres en los conflictos armados sigue siendo crítico.

El 19 de junio se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, y pese al esfuerzo por visibilizar y conmemorar la lucha de las mujeres que han sobrevivido a esta brutal forma de violencia, día a día las mujeres y personas disidentes sexo-genéricas siguen poniendo el cuerpo y exponiendo sus vidas en múltiples escenarios y de diversas formas.

Este es el caso de las defensoras de derechos humanos y de la tierra, con quienes Calala Fondo de Mujeres colabora desde sus inicios, para que puedan llevar adelante sus objetivos como grupos organizados en esta defensa. Mujeres y disidencias sexo-genéricas que encarnan las luchas en sus territorios, defendiendo la vida del planeta y de los pueblos originarios y promoviendo el cuidado de la tierra y el medio ambiente; que trabajan por la igualdad exigiendo verdad y justicia mientras buscan a personas desaparecidas; que acompañan a las personas migrantes y ejercen el derecho a la información y a la libre expresión de las mujeres y del colectivo LGBTIQ+. Colectivas de base con quienes colaboramos porque sabemos que hoy, más que nunca, el emblema de Rita Segato establecido para Ciudad Juarez sigue vigente y es sistemático: “Cuerpo de mujer = peligro de muerte”.

Ahora bien, sabemos que, con enorme voluntad de vida, trabajo mancomunado, estrategia y solidaridad, estas y otras grandes mujeres han estado a la cabeza de las resistencias y han sido fuente de inspiración para muchas, siendo constantes en sus esfuerzos por mostrar que también podemos no solo sufrir, sino poner nuestro intelecto e inteligencia afectiva al servicio de procesos de resistencia, como en el caso de las mujeres en el Kurdistán y su lucha anticapitalista y antipatriarcal por sostener su modelo de sociedad, su amor a la tierra y a la naturaleza, y los valores que se están perdiendo en el mundo occidental.

Mujeres como muchas de las que participaron en distintos frentes en los procesos de alzamiento y revolución en la independencia en gran parte del Abya Yala, que con su astucia y osadía pudieron combatir, resistir y también morir para que pudiéramos ser libres y soberanas.

Ahora bien, las mujeres no buscamos la guerra, sabemos que, como dice Sun Tzu en El arte de la guerra, “la mejor victoria es vencer sin combatir”, ya que cualquier conflicto pondrá nuestros derechos en juego y el retroceso de estos sigue siendo una posibilidad en tanto los que gobiernan y detentan el poder sigan siendo los mismos. Pero las mujeres siempre existimos, resistimos y re-existimos, para luchar por ser quienes siempre hemos sido, personas y sujetas de derecho, que nacemos dignas y tenemos el derecho de elegir la vida que queremos.

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