Cristina Rivera Garza. Investigaciones y escrituras reparadoras

Cristina Rivera Garza. Investigaciones y escrituras reparadoras

'El invencible verano de Liliana', Premio Pulitzer, hace justicia (poética y política) ante la pérdida de la hermana de la autora, asesinada por su expareja

Cristina Rivera Garza. / Foto: Juan Rodrigo Llaguno

03/07/2024

En en año 2019 daba la vuelta al mundo Un violador en tu camino, del colectivo chileno LasTesis. El efecto de la performance, así como las movilizaciones feministas que ocurrieron esos años prepandémicos, es de tal magnitud que su eco resuena en la obra El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza (Penguin Random House, 2021). Este trabajo hace justicia (poética y política) ante la pérdida de la hermana de la autora, muerta en manos de su expareja, y que aún no ha recibido justicia por parte del Estado.

La culpa no era mía, ni donde estaba ni cómo vestía. La culpa no era mía, ni de ella, ni nuestra. La culpa ha cambiado de bando.

Este contexto hace posible, tras tres décadas de duelo silente, empapado de culpa y vergüenza, que Rivera Garza pueda acometer la escritura no tanto sobre la muerte de Liliana sino sobre su vida. Una forma de hacerla presente entre nosotras, mostrando la porosidad de ese portal que une la vida con la muerte, a través de la materialidad de los objetos. Rivera Garza trae de la mano a su hermana a este presente, para presentárnosla, y ahora emergen palabras que dan un nuevo sentido, más político a lo que ocurrió: “Hasta que llegó el día en que, con otras, gracias a la fuerza de otras, pudimos pensar, imaginar siquiera que también nos tocaba la justicia. Que podíamos luchar, en voz alta, con otras, para traerte aquí, a la casa de la justicia. Al lenguaje de la justicia”.

Recientemente, hemos tenido a la autora en Bilbao en el marco del Máster en Modelos y Áreas de Investigación en Ciencias Sociales (UPV/EHU). Doctora en Historia Latinoamericana, Rivera Garza es una de las figuras más importantes de las letras mexicanas y latinoamericanas. Encarnando una experiencia de frontera que permea sus ensayos, novelas y su poesía, “ha ganado las distinciones más significativas en su país y en los Estados Unidos. Es académica y escribe ficción. Vive en los Estados Unidos y escribe en español”, dice de ella la escritora ecuatoriana Gabriela Polit. Directora del Programa de Doctorado de Creación Literaria en Español de la Universidad de California (San Diego), desde 2023 es miembro del Colegio Nacional de México, institución que agrupa a las personalidades de la ciencia, el arte y la literatura más relevantes en México.

Siendo una narrativa doliente, ¿cuál es el lugar que se otorga al dolor?, ¿lo impregnará todo de tal forma que no pueda verse más allá de esa matriz?, ¿cuál es el lugar que se otorga a la víctima?

En cierta ocasión, antes de que yo fuese capaz de dimensionar la relevancia de su figura, y sobre todo antes de tener la suerte de conocerla en persona, me hablaron de ella comola Judith Butler mexicana”. Ciertamente, puede decirse que es una de las pensadoras feminista más relevantes para entender nuestro tiempo. Se ha dedicado de manera intensa a entender la violencia y el dolor que asolan no solo México sino toda Latinoamérica y el mundo global de hoy, especialmente para las mujeres, ya desde el inicio de su carrera con su tesis doctoral La Castañeda. Narrativas dolientes desde el manicomio general , México, 1910 – 1930 (Tiempo de Memoria, 2009 y MAXI, 2011) y la novela que surge de esta indagación, Nadie me verá llorar (Andanzas, 2000 y MAXI 2008). Su formación, no solo como historiadora sino también como socióloga, marca las maneras de investigar en las cuestiones que aborda en sus escrituras.

El invencible verano de Liliana está basado en entrevistas que realiza a amistades y compañeras de universidad que formaron parte de su red social y afectiva durante los últimos tiempos de vida de la pequeña de los Rivera Garza, junto con un inmenso archivo personal que fue desempacado poco antes del desencadenamiento de la pandemia. Con la apertura de las cajas, Cristina se encuentra con “su hermana favorita” a través de escritos, apuntes, notas y diversos objetos que Liliana fue recolectando y clasificando. Cajas, no de Pandora sino de Liliana, no de los males del mundo sino de las derivas cotidianas de todo color de la joven.

Rivera Garza nos compartió durante su conferencia decisiones tomadas para abordar la escritura del libro, preguntas que en realidad siempre hay que hacerse a la hora de abordar un texto, ya sea literario, ya sea científico. Cuestiones a las que desde la sociología le damos vueltas, tales como ¿de quién es la autoría y con quién se escribe? Dimensiones a las que llamamos sobre el sujeto, el objeto y la relación entre ambos. En este caso, siendo una narrativa doliente, ¿cuál es el lugar que se otorga al dolor?, ¿lo impregnará todo de tal forma que no pueda verse más allá de esa matriz?, ¿cuál es el lugar que se otorga a la víctima?, ¿desaparecerá, será pasiva o tendrá un lugar activo en su propia historia? Pregunta obligada en una historia donde hay un perpetrador: ¿cuál es el lugar de quien ha arrebatado la vida? Y, cómo no, ¿dónde está la justicia?

Antes de nada, unos apuntes sobre el papel de la investigación, tremendamente inspiradores para quienes lidiamos cotidianamente con el reto de poner en valor la labor de la sociología. Para Cristina Rivera Garza, toda escritura es una escritura de investigación, con frecuencia malinterpretada, asociada con lo aburrido y lo rígido. Ella lo ve de otra manera. Como esfuerzo creativo, la investigación le permite cuidar sus materiales: “Permanezco vigilante, reúno información, hablo y lamento, me involucro en diálogos, posiciono mi cuerpo aquí y en otros lugares, y escucho atentamente, presto mucha atención. Toco”. En esta concepción de la investigación, material, corporeizada, ligera y brillante, la teoría tiene un papel relevante al facilitar pensar la realidad de otra manera, como una guía que abre posibilidades de entendimiento.

Para responder a la pregunta sobre la autoría, es inevitable remitirse a otro de sus libros, Los muertos indóciles. Necroescrituras y desapropiación (Consonni, 2021), donde teoriza sobre la muerte de la figura del autor para apostar por una escritura colectiva, desapropiada. Ciertamente, la autora no está en el centro de El invencible verano… sino que se sitúa en un lugar discreto, dejando brillar a Liliana.

Las narraciones de las víctimas, sus historias y el carácter colectivo de las violencias han quedado eclipsados en favor de una admiración, pareciera que fraternal, que los autores han mostrado por los asesinos

Ya he señalado que principalmente esta no es una obra sobre la muerte, sino sobre la vida de la joven. El dolor no lo empapa todo, ni la rabia, tan lógica ante una pérdida tan grande, a la vez que necesaria para movilizar la escritura. Tampoco la mirada victimizante prevalece: “La tentación de reconstruir la vida de Liliana como una víctima inerme ante el poder avasallador del macho fue grande. Por eso he preferido que hable ella misma: tengo la impresión de que, a cada vuelta del camino, aún en los momentos más oscuros, Liliana no perdió la capacidad de verse a sí misma como autora de su vida”, escribe la autora en el libro. Ay, las víctimas, y nuestra tendencia a (re)victimizarlas, a dejarlas sin agencia, ni voz. Ese gran nudo gordiano que la autora resuelve dejándole hablar a ella a través de sus escritos. Pero rehúsa también dejarla sola en esa tarea y amorosamente la acompaña, generando un sororo, hermanado texto a dos manos. Escrituras sobre las muertas, desapropiadas escrituras en lugares rodeados de muertas que abren posibilidades.

El lugar del asesino no es menos peliagudo. Señal de ello fue la crítica que un escritor hizo a la autora precisamente en el momento de recibir uno de sus reconocimientos a la obra. Durante la entrega del Premio Xavier Villaurrutia, este insigne hombre de letras le señaló la ausencia del asesino, algo que siempre interesa e intriga a los lectores, según él parecía estar proyectando. Ciertamente, nos hemos acostumbrado demasiado a la fascinación que generan los asesinos (casi siempre de mujeres), mientras que las narraciones de las víctimas, sus historias y el carácter colectivo de las violencias han quedado eclipsados en favor de una admiración, pareciera que fraternal, que los autores han mostrado por ellos. La incomodidad que este señor mostraba expresa cuánto tiene de contrarrelato El invencible verano… y las historias de violencias sobre los cuerpos feminizados que empezamos a contar.

Portada del libro 'El invencible verano de Liliana'

Portada del libro ‘El invencible verano de Liliana’.

Y cómo no, la pregunta por la justicia. Cuando la respuesta del Estado parece indolente, cuando los archivos oficiales llegan incluso ha desaparecer ¿qué queda de la justicia? El contexto de toma del espacio público de las feministas y de creación de una caja de herramientas conceptuales permite entender el asesinato de una mujer por su (ex)pareja como un feminicidio, violencia machista, y no como una “desgraciada pérdida” o un “crimen pasional”. Este es un acto de reconocimiento y verdad que en cierto modo repara. El archivo oficial es sustituido aquí por un archivo personal, afectivo, que cuenta la historia en sus propios términos, llegando hasta donde la narrativa oficial no es capaz de llegar.

La escritura quizás no repare, ni haga acabar con el duelo, pero supone una venganza, tomando la posición de Annie Ernaux. Si en las calles decimos que nuestra venganza es ser felices, en el despacho, frente al ordenador, podemos decir que nuestra venganza es escribir historias que den la vuelta al mundo para que generen conversaciones que nos den la vuelta a la cabeza, para generar un enorme abrazo colectivo, como nos dice Rivera Garza.

En un suave y soleado día de primavera, de esos que no tan a menudo nos regala la Villa, recibimos la noticia de que El invencible verano de Liliana había sido publicado en Hungría, sumándose a la lista de países de habla no hispana donde se ha traducido este trabajo de justicia (poética y política): “Liliana goes places” [Liliana llega lejos], me dijo Cristina mientras disfrutábamos de la compañía de los árboles en el Parque de Doña Casilda. Días después llegaría la noticia del Premio Pulitzer, con el que esperamos que Liliana viaje hasta el último confín del globo para que la noticia de la injusticia que se cometió contra ella, como parte de una constelación de casos de mujeres asesinadas por violencia machista que siguen impunes ante las autoridades estatales, no deje tranquilo a nadie hasta que se haga Justicia con mayúsculas, justicia con palabras, justicia feminista.

Lee también la entrevista que le hizo Esmeralda R. Vaquero a Cristina Rivera Garza
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