El poso de la guerra de Bosnia en Bihac, a través de las voces de las mujeres

El poso de la guerra de Bosnia en Bihac, a través de las voces de las mujeres

La Caravana Abriendo Fronteras ha estado en la frontera de los Balcanes para denunciar el Pacto Europeo de Migración y Asilo y se ha reunido con mujeres que luchan contra la guerra y sus consecuencias, como los desplazamientos forzosos.

Enisa Raković, con el micrófono, sentada al lado de Mejra Dautović, en la mesa redonda celebrada el pasado 17 de julio. / Foto: Caravana Abriendo Fronteras

24/07/2024

En la ciudad bosnia de Bihac, se celebró el pasado 17 de julio una jornada en la que se pudieron escuchar los testimonios de mujeres que luchan contra la guerra y sus consecuencias, como los desplazamientos forzosos. Este encuentro tuvo lugar al paso de la Caravana Abriendo Fronteras, que, junto con Carovana Migranti, ha viajado — del 12 al 21 de julio—hasta la frontera de los Balcanes, para denunciar el recién aprobado Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA) y exigir la acogida y el derecho a la libertad de movimiento para todas las personas. En este artículo hemos querido recoger las reflexiones de algunas de estas mujeres, para que el eco de sus palabras llegue más allá de quienes pudimos emocionarnos con ellas.

Jadranka Miličević, de Sarajevo, se define como activista, antimilitarista y feminista. En 1997 formó junto con sus compañeras el primer grupo de mujeres Zene Ženama y en 2005 la organización feminista-activista de la fundación CURE, que promueve cambios sociales positivos a través de programas educativos, artísticos, culturales y de investigación. Sin rencor, habla de la guerra y señala cómo ha costado que se reconozca la labor de las mujeres por la paz, con el nombre de una única calle en Bihac, donde continúan presentes las cicatrices de la guerra. Su mayor logro fue el primer diálogo interreligioso (2015) en que participaron mujeres de las comunidades ortodoxa, católica y musulmana, así como ateas, venciendo la reticencia inicial y consiguiendo que incluso el imán recomendara “que las comunidades tienen que vivir en armonía”. En la actualidad, atienden a las personas migrantes que pasan por la ciudad, pero actualmente las autoridades de Bihac no les dejan acudir a los campos de retención porque denunciaban las vulneraciones de derechos que se dan en los mismos.

Por su parte, Enisa Raković, Premio Internacional de la Paz Sloboda y activista pacifista de Glas žene, una organización que ofrece asistencia jurídica, asesoramiento, educación, formación y ayuda humanitaria a mujeres, relató que ella también fue refugiada y consiguió sobrevivir gracias a las Mujeres de Negro. Actualmente ayuda a personas que huyen de países como Siria, Afganistán, Kosovo e intentan entrar a Europa. Siente cierto rencor porque la población de Bosnia Herzegovina “ha olvidado lo sufrido en la guerra y no es lo suficiente solidaria con las personas refugiadas”.

Stanislava Staša Zajović pone en valor la solidaridad de la Europa de los pueblos, la de abajo, la que acoge a quienes buscan refugio, a quienes desertan de las guerra

Provocadora, mordaz, Stanislava Staša Zajović, activista por la paz, antimilitarista y escritora feminista muy conocida también en Euskal Herria, donde ha acudido en más de una ocasión, actuó de traductora y reivindicó la bosnia como su propia lengua. Cofundadora y coordinadora de Mujeres de Negro en Belgrado, red feminista-antimilitarista, nacida en octubre de 1991 y que impulsó la resistencia no violenta a la guerra y a la política del régimen serbio. Fue también una de las organizadoras del primer Tribunal de Mujeres en Europa, que se desarrolló en Sarajevo el 7 de mayo de 2015. Agradece la buena acogida que le dispensan en Bosnia, sobre todo las mujeres, en un territorio donde no hay ni un metro no agredido por el Ejército serbio y, sin embargo “nos acoge como personas individuales y no como miembros del colectivo agresor”. Puso en valor la solidaridad de la Europa de los pueblos, la de abajo, la que acoge a quienes buscan refugio, a quienes desertan de las guerras y subrayó la necesidad de acogerlos, frente a la represión que ejercen los estados, comenzando por aquel en que cada quien vive.

Sin duda, uno de los testimonios más impactantes fue el de Mejra Dautović, madre, activista de Prijedor, y autora de cuatro libros, entre ellos La sangrienta verdad de Prijedor y La Madre Mejra busca y encuentra la verdad. En Prijedor fueron asesinadas 37.000 personas en un mes, entre ellas, su hija Edna y su hijo Edvin. A su hija se la llevaron el 26 de julio de 1992 con otras 41 personas, la violaron y la echaron en una fosa común. A su hijo lo mataron en el campo de Omarska. Tras ocho años de búsqueda, de recorrer el mundo pidiendo justicia, encontró sus cuerpos, así como los restos de cientos de personas asesinadas. 32 años después ha ido a Belgrado al tribunal de crímenes de guerra para ir al juicio de uno de los asesinos, otro ha huido y vive tranquilamente fuera de Bosnia y un tercero ha sido condenado tan solo a 20 años de cárcel.

“Lucho por la justicia para todos los hijos del mundo y las mujeres víctimas de violencia sexual en la guerra”

Su marido y ella siguieron luchando, y acogiendo a personas refugiadas. A sus 82 años confiesa que va “a luchar por la justicia hasta el último día” de su vida. “Lucho por la justicia para todos los hijos del mundo y las mujeres víctimas de violencia sexual en la guerra”, afirma. Mejra Dautović se abrazó con Socorro Gil Guzmán, del colectivo Memoria Verdad y Justicia de Acapulco-Guerrero, México, cuyo hijo Jhonatan fue detenido y desaparecido por la policía en 2018. Abogado, había asesorado legalmente a un amigo que apareció asesinado al día siguiente de su desaparición. Socorro Gil no solo no ha contado con la ayuda de las autoridades en la búsqueda de sus hijos, sino que ha sido perseguida y amenazada por ello.

Otro de los testimonios fue el de Ajna Jusic activista de Zaboravljena djeca rata de Sarajevo, una organización de los niños y niñas olvidadas de la guerra de los Balcanes, en la que entre 20.000 y 50.000 personas, sobre todo mujeres y niñas, sufrieron violencia sexual. La violación étnica fue utilizada como arma de guerra de manera sistémica como no lo había sido antes. En muchos casos esa violencia dio lugar nacimiento de los niños y niñas de la guerra, un colectivo formado por quienes nacieron durante el conflicto bélico, quienes fueron fruto de las violaciones perpretadas por los cuerpos de “paz”, así como consecuencia de la trata.

En la guerra de los Balcanes entre 20.000 y 50.000 personas, sobre todo mujeres y niñas, sufrieron violencia sexual

El Estado no se ocupó de estos casos ni ha legislado sobre ellos, por lo que su asociación se encargó de darlos visibilidad. Han centrado su labor en cuatro aspectos: conciencia social, condiciones legales para esas niñas y niños, trabajo de paz con jóvenes y reforzar su identidad bosnia. Durante 30 años se ha estigmatizado y presentado a las mujeres como responsables pasivas de la violencia que sufrieron, mientras que los perpretadores han salido impunes e, incluso, ocupan cargos de poder. Por lo que hay “que explicar a la juventud que una madre de 22 años no tuvo oportunidad de evitar la violencia perpretada contra ella. Visibilizando lo ocurrido, creando espacios donde se escuchen las voces de los niños y niñas, se lucha contra el estigma de ser ‘hijos e hijas’ del enemigo y se refuerza su identidad”. El arte, en sus diferentes expresiones, es el instrumento que utilizan contra ese doble estigma que sufren esas mujeres.

Aunque tarde, esos hijos e hijas cuentan actualmente entre 27 y 30 años, han conseguido que Bosnia Herzegovina sea el primer Estado donde se ha reconocido su estatus y subraya la importancia de que personas de todas las etnias la hayan votado. Resalta que “no se puede prevenir la guerra, pero esta ley ha creado un estándar, un nuevo marco legal, a nivel internacional y de la ONU, queremos dejar un legado a las generaciones futuras de que estas agresiones no pueden quedar impunes, y que la población no puede ser cómplice guardando silencio”.

Estos testimonios dejaron patente la necesidad de la mirada feminista también a la hora de analizar los conflictos bélicos y sus consecuencias, así como la violencia ejercida por los Estados, para visibilizar tanto la violencia que se ejerce sobre las mujeres, así como su resistencia, frente a un relato androcéntrico dominante.

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