“Esta cara habla por sí sola. Poner mi cuerpo es disruptivo”

“Esta cara habla por sí sola. Poner mi cuerpo es disruptivo”

Vestida con la estética católica de Santa Rosa de Lima, patrona del Perú, Gad Yola se luce en la portada de su primer disco, con el que busca compartir su activismo antirracista queer, su música y su proyecto drag.

Imagen de la portada del disco de Gad Yola./ Gonza Gallego

Pedagogía antirracista y drag

No es inusual encontrarse con videos en redes sociales en donde la peruanidad se asocia con la fealdad. “Pareces peruana” es una frase que se entiende casi como un insulto, porque más que una etiqueta que alude a tu país de origen, es una forma de decirte lo alejada que estás de la belleza blanca. Siendo peruana sé que lo que indica la tendencia es que busques que tu cuerpo no sea identificado como peruano, que te confundan, que te crean de otro país. Eso es lo ideal. En ese contexto, Gad Yola presenta su disco Travesti del Perú: cantando en peruano, performando la peruanidad, y referenciando artistas de la cultura popular peruana.

Es a través de su peruanidad que Gad Yola ha encontrado la fórmula para unir el activismo con su drag. Lo ha construido en colectividad, con las donaciones de sus seguidores y con un equipo de artistas queer como Chenta Tsai; un producto pop con el que siente puede hacer pedagogía y un trabajo de memoria con los conocimientos que nos dejaron las que estuvieron, existieron y resistieron antes que nosotras.

Gad Yola entiende el arte como resistencia de cuerpos marrones, negros e indígenas, tratados como mano de obra pero no como creadores de arte

De hecho, crea este proyecto en honor al gran historiador, filósofo y artista peruano Giuseppe Campuzano, de quien Gad Yola no se cansa de hablar en todas sus entrevistas. “Queer futures are being shaped, every time we create imaginaries of living otherwise” (“Los futuros queer se forman cada vez que creamos imaginarios de otra manera de vivir”), es la frase de Campuzano que se puede encontrar en el Museo Reina Sofía en Madrid, y es también la que, recitada por Chenta Tsai, abre una de las canciones más importantes del disco: Bienvenidos al museo. Una frase que resume su intención política: crear imaginarios sobre formas distintas de vivir. De existir.

En la primera década del siglo XXI, Campuzano desafió con su travestismo la siempre conservadora televisión limeña. En una entrevista de esos años, describe su drag diciendo “es tan horrible que es bueno”. Esta forma de entender el arte es la Gad Yola quiere comunicar a través de Travesti del Perú, como una resistencia de cuerpos marrones, negros e indígenas, disidentes de la norma europea y exotizados por su mirada blanca. Cuerpos que, desde la colonización de nuestros territorios, sólo han podido verse y ser tratados como mano de obra, pero no como creadores de arte. Gad Yola es ese cuerpo que desafía el imaginario, que crea e incomoda. “Esta cara habla por sí sola”, me dice, “poner mi cuerpo es disruptivo”.

Peruanidad 

El proyecto drag de Gad Yola resignifica la identidad peruana desde el drag./ Gonza Gallego

El proyecto drag de Gad Yola resignifica la identidad peruana desde el drag./ Gonza Gallego

Para hablar de Travestí del Perú hay que hablar de peruanidad y sobre cómo es posible construir esa identidad peruana habiendo migrado a los diez años, como es el caso de Gad Yola. Esa peruanidad que expresa con tanta naturalidad en las canciones del álbum, en el que menciona  nombres de personajes icónicos de la cultura popular LGBTIQA+ peruana como Jossie Tassi, Coco Marusix y Naamin Timoyco. Porque para Gad Yola era importante buscar referentes con los que pudiera sentirse identificada, fuera de las estrellas pop estadounidense que creció escuchando. Es así como, a través de las redes sociales, pudo acercarse a esa Lima de maricas, tracas (travas) y divas de la noche que la hicieron sentirse parte de una genealogía y le ayudaron a construir su vínculo con el Perú desde otro lugar que no fuera el de la comida y la Inca Kola.

“La identidad peruana es ahora una identidad migrante. Una identidad construida para la fuga, para no estar en el territorio”

“Para mí, la identidad peruana es ahora una identidad migrante. Una identidad construida para la fuga, para no estar en el territorio. Una identidad quebrada”. Esto me dice Gad Yola en tiempos donde la migración peruana se ha multiplicado por cuatro, y aunque nuestra historia de desplazamiento forzoso no comience con esta última crisis, no deja de ser doloroso.

Parece entonces que la peruanidad es esa identidad que tenemos que construir mientras hacemos nuestras maletas para irnos. Nos toca hacernos esas preguntas cuando ya no habitamos el territorio. Destetadas a la fuerza, nos toca averiguar quiénes fuimos y quiénes somos. “La identidad peruana es una identidad trans” me dice Gad Yola, para explicar la experiencia de vivir en esa búsqueda incansable por alcanzar la blanquitud, que todas quienes hemos sido paridas en el sur global conocemos a la perfección. Para Gad Yola, por eso, la identidad no se limita al individuo, es una identidad familiar. Ella se siente de acá y también de allá, y eso le resulta estratégico.

Una genealogía de problemáticas 

Gad Yola muestra el póster promocional de su disco./ Jey Jey de la House of Gad

Le digo a Gad Yola que me parece que en su álbum hay chamba de investigación. Uno de sus tracks, por ejemplo, narra una ordenanza del archivo general de las Indias que data de 1566, en donde se ordena que las indias (en referencia a las mujeres indígenas de los territorios colonizados por España), deben llevar el cabello largo, y los indios, corto. Es una evidencia de que el binarismo de género es una imposición colonial y que es desde ahí que comienza la lucha de las disidencias de género.

Gad Yola me responde que solo ha recogido información que está disponible en internet, que la verdadera chamba es comunicarla de una manera distinta y personal: poniendo el cuerpo. “Yo no tengo nada en lo que resalte. Solo el poder de la comunicación. No canto superbien, ni bailo superbien, ni me maquillo superbien. No soy una drag 360º. Aunque sé que soy una perra y una cabrona”.

A Gad Yola no le interesa encajar en el molde de la “activista buena”. “Lo más antirracista que puedo hacer es ser yo. Eso es reivindicativo”.

Describe su trabajo como un acto de bondad, porque comparte contenido de pedagogía de forma gratuita. “A través de mi propia prueba y error, estoy creando nuevos paradigmas”, me dice Gad Yola mientras me comenta que no aspira a nada, que está contenta y orgullosa de lo que hace, porque hace lo que puede y eso ya es mucho. Tampoco le interesa encajar en el molde de la “activista buena”. Ella sabe que puede ser mala, “sobre todo contra las personas blancas”, me dice. No le interesa mostrarse como un ser de luz, porque se reconoce como parte de una genealogía de mucha rabia. Una genealogía de problemáticas, como ella le llama. “Lo más antirracista que puedo hacer es ser yo. Eso es reivindicativo”.

“Para entrar hay que salir” 

Le pregunto a Gad Yola por una de las frases que más me resonó de su canción Bienvenidos al museo: “Para entrar hay que salir”. Me dice que lo que quiso decir es que para entender realmente lo que es la vida, hay que salir de la institución: “Si queremos entrar a las instituciones, tenemos que cambiar las cosas desde adentro, o simplemente no entrar. Y para cambiarlas, hay que salir, estar con la gente de la calle, hacer comunidad”. Aunque también es cuidadosa al recordarme que no idealiza la comunidad como un espacio libre de conflictos: “Para ser real también hay que pelearse con la gente”, me dice.

Aprovecho esto para preguntarle si le teme a la cancelación: “No me pueden cancelar”, responde. “Si eres una drag racializada y los que te están cancelando son gais blancos, no es cancelación, es historia”, concluye.

El álbum no era una meta para Gad Yola, se convirtió en una porque representaba una oportunidad de hacer videoclips, seguir construyendo vestuario, actuar y crear contenido. Todo es parte de su estrategia drag con la que intenta, además, poner en práctica lo que sus ancestras y madres drag le enseñaron: siempre innovar.

Precisamente eso es lo que planea seguir haciendo, y su reto para lo que viene es encontrar la manera de que su mensaje llegue a más gente, “hacerlo más pop, más digerible”, menciona. Esa es la verdadera chamba: transformar y acuerpar lo que ya han dicho y escrito las que estuvieron antes.

 

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