Desde Palestina hasta el corazón de la ciudad
La resistencia palestina sigue siendo nuestro horizonte porque, en estos días, años y siglos de genocidio, la esperanza es una práctica radical.
Manifestación antirracista en Bilbao, el 12 de octubre. / Foto: Ecuador Etxea
En las últimas semanas varios colectivos se movilizaron para denunciar las distintas formas de racismo y colonialismo vigentes en la actualidad: desde el genocidio en Palestina y los ataques en Líbano hasta las políticas que criminalizan la migración y extinguen aún más el derecho al asilo en el territorio europeo.
Tras cumplirse un año de la intensificación de los ataques al pueblo palestino por parte de Israel, el comunicado ‘Palestina al mundo: Octubre de 2024‘, de Queers in Palestine señala la manera en que los poderes coloniales e imperialistas apoyan y financian al sionismo. Recuerdan que estas potencias son las responsables de la fragmentación de Palestina, Líbano, Siria, Jordania y otras naciones árabes, porque, que tras el acuerdo colonial Sykes-Picot en 1916, impusieron fronteras en esas tierras.
Pero el colonialismo no se detiene ahí, como señalan en el comunicado, Palestina se utiliza como un campo de pruebas para desarrollar tecnologías de opresión destinadas a controlar a las personas y reprimir las resistencias en todo el mundo. Tecnologías que luego se exportan y se utilizan para ejercer violencia estatal y la expansión colonial, imperialista y capitalista.
Vivimos en tiempos donde, nuevamente, las masacres, la deshumanización y el despojo se justifican para garantizar la seguridad de unos pocos
Las palabras de Queers in Palestine nos dan herramientas para entender lo que sucede en estos territorios, tanto en las fronteras como en el corazón de las grandes ciudades. Jasbir Puar explica la manera en que el estado de excepcionalidad impuesto por los Estados Unidos, supuestamente en su lucha contra el terrorismo, permitió desarrollar acciones que justificaban el autoritarismo y legitimaban el sionismo. Señala que desde hace tiempo asistimos a un momento en que “la muerte en diferido de una población se desvanece a medida que una mayor atención a la seguridad y valoración de la vida de otra población triunfa a su sombra”. Vivimos en tiempos donde, nuevamente, las masacres, la deshumanización y el despojo se justifican para garantizar la seguridad de unos pocos.
En este sentido, en el Reino de España, colectivos migrantes y antirracistas tomaron las calles el 12 de octubre para denunciar la continuidad de un modelo civilizatorio racista, capitalista y patriarcal que se basa en la violencia, el despojo y la muerte prematura de miles de personas. Como señalaba el comunicado del Grupo de apoyo a personas presas en el módulo de mujeres del CIE de Barcelona, “el Reino de España ha tenido un rol importante en la creación de este sistema. Erigido sobre la explotación, el encierro, el destierro y el genocidio de moros, sefardíes y gitanos, primero; y pueblos indígenas que vivían en Ayba Yala, y comunidades negroafricanas posteriormente, es el territorio que vio nacer la empresa colonial en 1492”.
Empresa que sigue vigente en estos días y se perfecciona con el desarrollo de políticas que normalizan la deshumanización de las personas y comunidades que se atreven a desafiar el proyecto colonial. Como se ha señalado reiteradamente desde colectivos migrantes “el Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA) impulsa estructuras securitarias y racistas aún más violentas, a la vez que promueve la multiplicación del control y de las fronteras internas y externas de la llamada Europa Fortaleza”.
Pero la violencia colonial también se ejerce en el interior de las ciudades hacia aquellos cuerpos migrantes y racializados que con sus prácticas se atreven a cuestionar y desobedecer las políticas de muerte impuestas desde arriba. Los CIES forman parte de esta cadena de explotación y persecuciones que enfrentan las personas migrantes desde que llegan al territorio. Cotidianamente mujeres migrantes son encerradas y sometidas a múltiples formas de violencias porque se atreven a desafiar estas políticas de disciplinamiento y castigo.
Es urgente realizar conexiones con lo que ocurren en los distintos territorios porque nos permiten conectarnos con las resistencias que allí se gestan, y con todas aquellas luchas que enfrentan cotidianamente las distintas manifestaciones del colonialismo.
La resistencia palestina sigue siendo nuestro horizonte porque, como señalan en el comunicado, en estos días, años y siglos de genocidio, la esperanza es una práctica radical. Nos llaman a intensificar todas las formas de interrupción de los sistemas coloniales y capitalistas que permiten esta violencia. Desde el corazón de la resistencia nos invitan a imaginar radicalmente un mundo diferente y poner en práctica esta imaginación organizándonos para luchar contra los sistemas actuales y construir el futuro desde el presente.
Este artículo fue publicado originalmente en catalán en La Directa.