Exponer a los asesinos: teoría de la #JusticiaParaSamuel

Exponer a los asesinos: teoría de la #JusticiaParaSamuel

Todo lo que envuelve a Samuel habla de nosotros, por lo que es presumible que su memoria perdurará en nuestro país. De todos los muertos que cargamos a nuestras espaldas, de este recordaremos -como en aquel lema que se forjó en julio de 2021- que no estamos todos, porque falta Samuel.

Imagen compartida en redes sociales.

23/10/2024

“Éstas [sic] son las cuatro personas que mataron de una paliza a Samuel Luiz, al grito de “maricón de mierda”, el pasado 3 de julio de 2021. Hoy ha comenzado el juicio y la prensa de este país no enseña sus caras, pero llevan mostrando la de Samuel desde que lo mataron… Curioso que se muestre humanidad con los asesinos, y no con las víctimas… #JusticiaParaSamuel”.

Bajo estas palabras los rostros de los cuatro asesinos de Samuel.

El comienzo del juicio se ha acompañado en redes sociales con la exposición de la imagen de estas personas a las que los medios de comunicación han pixelado. De alguna manera, compartir este contenido define las fronteras de una comunidad interpelada por lo que Samuel representa para ella. Si alguien no ha visto en sus redes sociales mensajes alrededor de la exposición mediática de los asesinos de Samuel es que está fuera de esta comunidad.

Compartir calma la ansiedad por un mundo deficiente. Da la sensación, por tanto, de que el mensaje dice más de quien lo comparte que de sí mismo

Este es una publicación muy difundida, puesto que aparece en una plantilla de stories de Instagram que con solo pulsarla se comparte. Clic rápido y sencillo, un método que ha proliferado en los últimos meses para generar cadenas de mensajes clonados -lo vimos con una imagen que suscitó polémica por estar generada por una inteligencia artificial con la frase “All eyes on Rafah”- propio de la lógica de la hipercomunicación. Una herramienta que Instagram pone al servicio del consumidor para generar más contenido, fin último de la empresa, y en la que encuentra sosiego toda uno comunidad susceptible en otras instancias de manifestarse de una forma más acalorada. Compartir calma la ansiedad por un mundo deficiente. El mensaje se propaga como un virus deseado, de unos a otras entre quienes se sienten interpelados por él. Da la sensación, por tanto, de que el mensaje dice más de quien lo comparte que de sí mismo. La mayoría de las personas que han compartido la cadena o han resubido el contenido de otros probablemente ni siquiera habrán pensando sobre ello, ya que la reflexión no cabe en un segundo. Como la historia dura 24 horas, esta pandemia habrá desaparecido al momento de publicarse este texto.

Provoca sonrojo pensar que aquí pueda caber debate y pensamiento comunitario. Y sin embargo, lo ha habido. A diferencia de cuando nos enteramos del asesinato de Samuel. Ahí señalamos con tremendo nervio que la investigación no estaba teniendo en cuenta que era un crimen homófobo, porque teníamos claro que matar a alguien mientras le gritan “maricón de mierda” tiene pocas aristas de interpretación. Seguramente hubo gente que pensó que era pronto para hablar porque la justicia lleva sus tiempos, pero, si es así, esa persona, efectivamente, no habló. Ahora, a los mensajes que exponen los rostros de los asesinos les ha respondido otra tanda de mensajes de personas que cuestionan la finalidad de esta acción. Al segundo día, las primeras personas interpeladas por compartir los rostros se han defendido con diferentes tesis. Por último, el silencio. Las razones ya han sido expuestas. Queda la sensación de que la palabra “punitivismo” se ha lanzado de un lado a otro porque quien que se pronuncia sobre el tema quiere ser antipunitivista. Si hay alguien que no, también sigue guardando silencio.

Compartir la cara del delincuente también se puede justificar en un acto de defensa colectiva, un refinamiento sin esfuerzo de los métodos callejeros de las Lavender Panthers de los años 70

Razones para compartir la cara de los asesinos hay tantas como se nos puedan ocurrir y todas ellas se pueden desmontar con el mismo ingenio. La exposición por muerte parece darse por aquellos crímenes que pueden leerse bajo el paraguas de lo que llamamos “delitos de odio”. Por eso una de las razones sobre las que se ha asentado ha sido asemejarlo a casos de violencia machista, aterrizándolo en un caso muy concreto que definirá en buena parte nuestro tiempo: el de Gisèle Pelicot. Podemos acompañar el rostro de los cuatro asesinos con esa frase fascinante que nos ha dejado la historia de Pelicot: “Que la vergüenza cambie de bando”. Esta frase tan repetible, ya patrimonio popular de la humanidad, sirve como armadura dialéctica ante la vergüenza descarnada que ha significado históricamente y que sigue produciendo en nuestro entorno ser víctima de una violación; y apréciese víctima también como un rol que se adjudica dentro de un entorno social. Un asesinato de esta índole, en un caso que además ha estado expuesto desde el primer momento, no parece que la problemática de la víctima de la violación sea extrapolable. Compartir la cara del delincuente también se puede justificar en un acto de defensa colectiva, un refinamiento sin esfuerzo de los métodos callejeros de las Lavender Panthers de los años 70. Lo cierto es que si lo que queremos es castigarlos para protegernos, nuestro sistema ya responde a esto. Sea o no por homofobia, los asesinos de Samuel aparentemente serán encarcelados; para cuando salgan de nuevo a la calle nadie recordará sus caras, perdidas en la fugacidad del bombardeo de imágenes que perpetúan las mismas redes que les han mostrado. Este aleccionamiento contra los criminales no nos confronta sino que nos acomoda. En lugar de señalarlos, podríamos aprovechar para preguntarnos por nuestro rol en esta narrativa. ¿Qué haríamos si vemos una agresión violenta en la calle? ¿Qué haríamos si paseando por una zona de fiesta, en la acera de enfrente, un grupo de personas linchan a otra? ¿Qué haría una marica de las Lavender Panthers en 1973? ¿Qué podría hacer estando sola? Es doloroso reenfocar en nosotros como comunidad cuando aparentemente no somos los autores del delito, pero desde luego formamos parte de un entramado sobre el que este tipo de agresiones se terminan asentando. En el juicio, además de los asesinos, también intervienen los testigos. Si desde luego nos consideramos exentos de poder ser autores de semejante crimen, no podemos descartarnos como cómplices o espectadores, ya que la vida y la muerte también se ubican en el azar. Punto aparte: qué interesante es la figura de los dos chicos que auxiliaron a Samuel, quienes le protegieron físicamente, pero temieron hacerlo legalmente por estar en situación irregular administrativa.

Con aciertos y con errores hacemos lo que podemos con lo que tenemos, pero fue maravilloso cuando lo que hicimos fue responder en las tremendas manifestaciones de julio de 2021

El clic rápido y anestesiado desde luego que no confronta, pero esa no es su finalidad. El símbolo Samuel ha trascendido a la persona, de la que sabemos bien poco. En el momento en que asesinaron a la persona, la comunidad liberó el mito. Todo lo que envuelve a Samuel habla de nosotros, por lo que es presumible que su memoria perdurará en nuestro país. Con el tiempo se olvidarán desde luego a los asesinos y hasta de la fecha nos cuestionaremos el año en que ocurrió. Pero de todos los muertos que cargamos a nuestras espaldas, de este recordaremos -como en aquel lema que se forjó en julio de 2021- que no estamos todos, porque falta Samuel.

De tantas justificaciones lanzadas en redes para mostrar a los asesinos, la más honesta parece que es aquella que se refiere al dolor provocado por su muerte. A cualquiera que ha reconocido el dolor que siente estos días ante las noticias del juicio, quiero abrazarlo. Compartir el mensaje es así una forma de expiación comunitaria del dolor. Nos sirve para compartir su memoria y para reconocernos de nuevo bajo el símbolo de Samuel. Con aciertos y con errores hacemos lo que podemos con lo que tenemos, pero qué maravilloso cuando lo que hicimos fue responder en las tremendas manifestaciones de julio de 2021. Es esperanzador caminar con tantas compañeras al lado.

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