Miren Iza (Tulsa): “Las señoras han sido el sostén del mundo, y lo digo sin exagerar”
La cantante guipuzcoana, recién galardonada con el Premio Nacional de Músicas Actuales, dedica su último disco y una obra de teatro a una mujer, Amadora, en la que confluyen la mujer que es y la que no será, y todas esas señoras con “dolores a los que la medicina no podrá dar respuesta nunca porque provienen de lo cultural y lo social”.
Miren Iza, Tulsa, en una imagen de promoción. /Foto: Aitor Laspiur
Hablamos con Miren Iza (Hondarribia, 1979), líder de la banda Tulsa, solo tres días antes de conocer la noticia de que ha sido reconocida con el Premio Nacional de Músicas Actuales por su último disco, Amadora (Matxitxako Records, 2023). La cantante guipuzcoana presta su voz esta vez a Amadora, esa madre amantísima, santa y mártir, que podría ser cualquier mujer madura: cuidadora leal, refugio de montaña y montaña entera, cuerpo obviado y olvidado, y hasta chiste fácil. Una mujer que se ha desvivido por su familia pero que “como nadie se lo ha pedido, nadie se lo va a agradecer”.
El disco llega además en paralelo con un montaje teatral de la mano de María Velasco en el que participa la propia Miren, obra que desborda el disco y pone cuerpo a diferentes Amadoras cansadas de sostener el mundo sin apenas reconocimiento.
Te vi en mayo de este año en el Kafe Antzokia, presentando Amadora al público bilbaíno, y me quedé con ganas de decirte que… ¡vaya directo! Me refiero a una fisicidad, a un dominio del escenario que no te había visto en otros conciertos, y eso que son ya casi 20 años siguiéndote la pista. Supongo que tiene que ver con tu acercamiento al teatro…
Pues no lo había reflexionado así, pero me gusta pensar que sí, y tiene sentido. Con la gente del teatro, y más con Josefina Gorostiza, que era la coreógrafa, de repente adquieres una conciencia del cuerpo que yo nunca he tenido, me decían cosas de las que yo nunca había sido consciente, a dónde diriges la mirada, la postura corporal…
Y eso a pesar de llevar veintitantos años en el escenario…
Claro, pero es que yo vengo de lo contrario, de la anti-conciencia del cuerpo, de intentar desaparecer detrás de una guitarra, de encorvarte. Eso es porque la actuación en directo la asociaba solo a las canciones, yo tenía que estar ahí casi por una obligación, no porque quisiera estar. Sin embargo, a través de todos estos años, me he ido sintiendo más a gusto, no sé si por el teatro o ha sido al revés, que me he ido acercando al teatro porque yo ya tenía ganas. También pasa con este disco que siento que tengo que defender algo que no está tan relacionado conmigo directamente, y esa posición de narradora externa me da mucha fuerza. Estamos haciendo todas las canciones de Amadora seguidas, porque canción a canción se va articulando una narración en torno al dolor de esta mujer, y siento ese poder de comunicar algo importante. Ya no soy yo hablando de mis cosas, soy un medio para transmitir algo que me supera.
¿Y cómo definirías eso que quieres comunicar?
Tiene que ver con esa mujer, Amadora, y su rol de cuidadora, un tema central en nuestra sociedad que aún está por solucionar, y que no va a hacer más que crecer porque dentro de poco seremos muy mayores la mayoría. No es normal las renuncias que se exigen a quien cuida, normalmente mujeres. Esto se va a tener que legislar muy seriamente. Y desde ahí surge Amadora.
“Las mujeres, según han ido cumpliendo años, se las ha ido orillando, en la música es evidente que han sido ‘invitadas’ a dejar el espacio público”
Un personaje encarnado por tres actrices en la obra de teatro.
Y conmigo y mi banda en el escenario.
No me ha sorprendido tu salto al teatro, porque es evidente que tienes una vocación multidisciplinar. No solo por tu faceta como psiquiatra, que nunca has dejado de ejercer, sino por tus colaboraciones en el cine, tu gusto por la poesía, por ejemplo. ¿Con la edad te van naciendo más inquietudes en lugar de al revés?
Bueno, el teatro en realidad me viene de lejos, hice un año de teatro en Getxo, justo antes de irme a estudiar el MIR, y para mí fue superbonito, lo atesoro en el recuerdo como un momento de felicidad absoluta, algo que acabó dramáticamente cuando tuve que encerrarme a estudiar. Quizá desde esa inconsciencia de la juventud, esa querencia por el teatro ya estaba ahí, querer mover el cuerpo, decir cosas que no puedes decir desde tu guion propio. De hecho, ya en 2019 participé en el montaje de Las Bárbaras, como sustituta de María Rodés, y conocer ese mundo desde dentro me entusiasmó, y además es ahí donde conocí a Jose, el escenógrafo al que le propuse la idea de llevar Amadora al escenario. Él me dijo inmediatamente que sí, y eso me animó, ya no estaba sola en esta aventura tan difícil que es levantar una obra de teatro.
Volvamos entonces al disco, un disco conceptual, en torno a un personaje de nombre Amadora que va evolucionando de canción en canción, que sabemos que no eres tú porque pertenece más bien a la generación de nuestras madres. Existe una reivindicación pendiente de esas mujeres que nunca dejaron de cuidar…
Es una reivindicación pendiente y una confrontación con la persona que no voy a ser. Durante muchos años idealicé a mi madre, una mujer que tuvo cuatro hijos y que siempre trabajó fuera de casa. Es una mujer con muchas inquietudes, muy independiente, pero también una madre abnegada y con las prioridades claras: primero la familia y luego todo lo demás. Durante años pensé que seguiría sus pasos, pero de repente cumples 40 años y no tienes hijos y empiezas a pensar en qué tipo de mujer vas a ser, ya no vas a ser tu madre, necesitas otros referentes, mujeres que quizá hayan vivido otros tipos de maternidades. También ocurre que, a las mujeres, según han ido cumpliendo años, se las ha ido orillando, en la música es evidente que han sido “invitadas” a dejar el espacio público. Pues yo ahora las quiero recuperar, porque también son mis madres. Así que en este disco confluyen la mujer que soy, la que no seré, pero también todas las mujeres que he visto en consulta, que me han contado sus dolores, dolores a los que la medicina no podrá dar respuesta nunca porque provienen de lo cultural y lo social.
“Está genial que ahora se resignifique la palabra señora”
Esta falta de referentes nos está dificultando lo de convertirnos en señoras, ¿hacia dónde miramos?
En general todas esas señoras que nos han precedido, que para mí merecen todo el respeto del mundo, han sido tratadas como un chiste. Así que está genial que ahora se resignifique la palabra señora, porque las señoras han sido el sostén del mundo y lo digo sin exagerar, realmente han sostenido toda la estructura. Todavía me indigno con cómo alguien posteó sobre Björk algo del estilo “que alguien le diga a esa señora que ya no tiene edad para vestir así”, ¡y esto se lo dicen a Björk! Entonces es que ya no lo hago por mí, lo hago por todas mis colegas también. Quiero que las llamen señoras con respeto.
¿Y tú, personalmente, cómo llevas lo de hacerte señora?
Pues es toda una sorpresa. Porque tú por dentro puedes sentirte igual que siempre, con la misma energía y los mismos planes que a los 20 años, pero de repente te llaman señora por la calle. Es algo externo, más fácil de ver en otras, no tanto en ti misma. Me parece un reto, nos jugamos mucho, imagínate si empezamos a llevarlo mal desde ahora, tenemos muchos años por delante de sufrir por algo que es inevitable. Y de hecho este camino que nos queda podría ser superfeliz: porque somos mucho más sabias, tenemos experiencia, capacidad para pensar y unirnos. A veces digo “joder, a dónde se me ha caído el culo” pero me apoyo en todas las que tengo alrededor y me digo “lo mejor está por llegar”.
Dices que Amadora no es un disco autobiográfico, pero tengo la impresión que la primera canción, Tacones lejanos, cantada a la madre, habla más de ti que el resto. En cualquier caso, es la canción más emotiva y reto a nuestras lectoras a escucharla sin llorar.
Yo misma lloro cada vez que canto esa canción.
No me digas, ¿y tu madre qué ha dicho al respecto?
Pues es muy vasca ella, así que no ha dicho mucho. Pero la veo ahora mucho más conectada con lo que hago. Durante años veía la música como un hobby que me quitaba tiempo para la medicina, pero ahora ya disfruta, y justo hoy le he preguntado por el disco en general, pero de Tacones lejanos no hemos hablado todavía.
“Quiero transmitir que hay un asidero, que hay una salida”
Hay una canción, 024, que habla del suicidio. Llega un punto en el que Amadora se plantea que quizá es mejor “dejar caer su cuerpo”. Curiosamente, lejos de ser una canción dramática, resulta cómica, sobre todo cuando Amadora enumera todas las cosas que aún no ha hecho y por las que merece la pena seguir un poco más aquí. “Aún no he apostatado, ni he aprendido a bailar claqué…”.
Tenía claro que, en un disco sobre el dolor, el malestar, el no saber qué se es, no podía no hablar del suicidio. Sería perpetuar el tabú. Pero suelo decir que esta canción la he hecho en un momento en el que yo estaba superbien, creo que si lo hubiera hecho en otro momento más frágil a lo mejor habría sido insoportable. Lo que quiero transmitir es que hay un asidero, que hay una salida, desde ahí la he hecho y por eso esa enumeración de cosas que me gustaría hacer. Es que cuando pienso en la mortalidad lo que siento es que soy muy cotilla y quiero saber cómo acaban las cosas.
De ahí que Amadora diga que no se suicida porque tiene “curiosidad por saber cómo afronta el invierno sin mí Joaquín”.
Y ahí también se suele reír la gente, no sé si porque el nombre Joaquín hace gracia, o porque no es la única vez que se lo menciona en el disco [Joaquín decide dejar a Amadora “por alguien más turgente” en otra de las canciones]. Lo que está claro es que Joaquín no es un maltratador ni nada por el estilo, es simplemente un hombre ordinario, uno cualquiera.
Otra canción más cómica aun si cabe es ¿Amor o transferencia?, que cuenta cómo Amadora acude a un psicoanalista y le sucede eso tan común de enamorarse del terapeuta, es decir, pasa por ese proceso que se llama transferencia y le da nombre a la canción.
Esta sí es una canción basada en hechos reales, porque yo fui a terapia, me enamoré perdidamente del psicoanalista, se lo dije y él me dijo “esto ya sabes lo que es, ¿no?”. Realmente es síntoma de que ya has hecho la conexión para entrar en el análisis, es un paso necesario. Para Amadora es además una puerta que se abre, una manera de recuperar el erotismo a través de alguien que solo la escucha.
“La literatura y la psiquiatría están muy conectadas, al final son dos narraciones que se valen del lenguaje y desarrollar una de esas narraciones te llevará a desarrollar la otra también”
Ya que estamos me gustaría hablar un poco de psiquiatría, y su relación con el arte. Existen como dos teorías contradictorias, aquella que asocia la locura con el genio (hay que estar loco para ser un genio) o la contraria, aquella que concibe el trabajo artístico y creativo como sanador (escribir es mi terapia). ¿Cómo lo ves tú?
Bueno, eso del genio loco hace años que ni lo pensaba, es algo demasiado romantizado y falso: la locura no es nada productiva, es devastadora. Pero tampoco creo que la creación artística sustituya a la terapia. Lo que ocurre muchas veces en terapia es que se abren puertas que luego necesitas cerrar en canciones o novelas o lo que sea. Se trata de movilizar experiencias y no caer en los mismos errores. De todas formas, la literatura y la psiquiatría están muy conectadas, al final son dos narraciones que se valen del lenguaje y desarrollar una de esas narraciones te llevará a desarrollar la otra también. Realmente la conversación es infinita y se puede dar sin parar contigo misma, con el terapeuta, con tu público y hasta con el cura del pueblo.
Vuelvo a Amadora para ir cerrando ya: es tu séptimo disco, se puede decir que ya eres una señora veterana de la música. ¿Qué definición haces del éxito? ¿Ha cambiado a lo largo de los años?
Mi idea del éxito no ha cambiado tanto dentro de mi cabeza, pero sí ha cambiado socialmente. Yo, como crecí en los 90, vengo de una cultura en la que el éxito estaba mal visto. Iba en contra del prestigio. Había que elegir entre popularidad o prestigio. Así que hacíamos todo lo posible por boicotear el éxito comercial. Ahora casi es al revés, si no tienes éxito comercial, no tienes prestigio. No sé cómo ha pasado esto, pero es evidente que ha pasado. Ahora el que llena el WiZink es porque es bueno seguramente, asociamos la popularidad directamente con la calidad. Yo prefiero no entrar en eso, me parece insano. Prefiero pensar en que tengo un público pequeño y cosas que decir, que estar mirando cuántas entradas vendo. Cuando me preguntaban por el éxito en la época en la que sacamos el primer disco, yo daba una respuesta muy sincera: que el éxito sería sacar otro disco. Y, poco a poco, pues tengo siete. Así que me digo, oye, pues al final he conseguido sostenerme, había gente sacando discos en 2008 que ya no está y ahí sigo yo.
Se puede decir entonces que te consideras exitosa.
¡Harto exitosa! Estoy muy satisfecha y sorprendida también. Yo, como mi madre, también pensaba que esto sería una erupción de juventud y que se agotaría pronto. Y no ha sido así.