Nosotras desde aquí dentro, vosotras desde ahí fuera

Nosotras desde aquí dentro, vosotras desde ahí fuera

El texto de Alizia S., presa en la cárcel de Logroño, nos llega a través de su abogado. Un archivo escaneado, un texto escrito de su puño y letra, en el que reivindica el derecho de las encarceladas a ser escuchadas más allá de la prisión.

Texto: Alizia S.C.

Ilustración de Tavrius (iStock).

09/10/2024
Este texto pertenece al monográfico Cárceles, publicado en 2022, y que puedes conseguir en pdf nuestra tienda online.

Es complicado escribir sobre mujer y cárcel, sobre todo porque hay mucho que escribir y desde dentro no sabemos si ahí fuera hay interés en abrir los ojos, los oídos y los brazos ante este mundo tan desconocido. Tampoco es fácil aceptar que los muros que nos separan del exterior a veces son tan altos que no dejan pasar los ecos de los gritos de todas las que estáis luchando por un mundo libre de verdad para todas.

Hace no mucho, desde la celda en la que me encuentro, leía en un libro un dato interesante: “Las mujeres representan un 7,47 por ciento de la población reclusa en las cárceles españolas”. Os propongo algo: imaginad que las mujeres, en vez de ser la mitad de la población como pasa actualmente en el mundo, fuésemos menos del ocho por ciento. Jodido, ¿verdad? Pues es lo que nos ocurre a las mujeres presas hoy en día, que DEJAMOS DE EXISTIR Y DE CONTAR, para la institución penitenciaria y para la sociedad.

La vergüenza y el miedo a ser juzgadas nos suele obligar a seguir ocultando que hemos estado presas

Muchas veces hablamos entre nosotras de lo distinta que es la cárcel para hombres y mujeres. En general para todo el mundo es muy dura, esto no se puede discutir. Pero hay unas particularidades que, a veces, son muy evidentes y que, otras veces, son más sutiles, y hacen que las mujeres nos sintamos en una cárcel dentro de la cárcel.

Por ejemplo:

  • Las mujeres tenemos que ir acompañadas siempre por un funcionario o funcionaria si salimos del módulo para dirigirnos a otras dependencias. Los hombres no necesitan este acompañamiento. Nos dicen que es para protegernos. Así que constantemente estamos percibiendo ese paternalismo que lo único que nos demuestra es que la mujer debe estar bajo control.
  • Para las mujeres no hay casi talleres ni cursos y se nos niega salir a realizarlos junto a los hombres. Esta vez la excusa es que somos muy pocas y que muchos hombres tampoco pueden salir.
  • En la cárcel también se nos paga menos por realizar el mismo trabajo que un hombre. Pero encima todavía hay algunas cárceles en las que se nos niega poder trabajar en puestos destinados solo para hombres. A las mujeres solo se nos quiere para limpiar.
  • A las presas se nos infantiliza. Nos hablan como a niñas pequeñas a las que hay que corregir y educar, no se dirigen a nosotras como personas adultas y el trato que nos dan es muy diferente al que dan a los presos.
  • La arquitectura e infraestructura penitenciaria está diseñada para los hombres y a las mujeres nos suelen meter en agujeros que muchas veces no reúnen las condiciones para vivir en ellos. Estamos en módulos con pocas celdas, patios pequeños y zonas comunes mínimas. En las cárceles no suele haber departamentos específicos para mujeres enfermas, jóvenes o madres.

Podría continuar enumerando cientos de ejemplos, pero voy a parar porque me gustaría aprovechar para poner una nota de color y hablar de las PRESAS en mayúsculas. Me gustaría sacarlas del armario en el que nos meten y del que no es fácil salir ni aún estando fuera de la cárcel porque la vergüenza y el miedo a ser juzgadas de nuevo, pero esta vez por la sociedad, nos suele obligar a seguir ocultando que hemos estado presas.

Quiero reivindicar la sororidad dentro de esos pequeños agujeros en los que nos encontramos

Hoy, quiero reivindicar la sororidad dentro de esos pequeños agujeros en los que nos encontramos. Somos muy diversas, de distintas edades, nacionalidades, religiones, culturas, ideologías, identidades de género, gustos… y nos toca convivir en espacios pequeños de donde no hay escapatoria. Ninguna queremos estar aquí, pero todas intentamos sobrevivir con la mejor de nuestras sonrisas muchas veces y con lágrimas amargas otras tantas.

Casi ninguna se define como feminista, pero todas han aprendido a base de hostias y abusos que este mundo no está preparado para una mujer y menos si estás o has estado presa. Muy pocas son las que han leído a escritoras feministas o han debatido sobre teorías feministas, pero todas luchan en su día a día (sin ser conscientes) para que este sistema penitenciario injusto y heteropatriarcal sea más justo para todas. Somos muchas las que, a pesar de ESTAR presas, no queremos SER presas y, por eso, es tan necesario hablar de y con NOSOTRAS.

Nos quieren silenciar la voz, pero continuaremos gritando JUNTAS y conseguiremos acabar con todos los muros que nos rodean. Nosotras desde aquí dentro, vosotras desde ahí fuera.

Gracias Pikara por tenernos presente y ser nuestro altavoz.

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