Todo acaba de empezar. Por una academia feminista en la que quepamos todxs

Todo acaba de empezar. Por una academia feminista en la que quepamos todxs

Este manifiesto es el producto de una lucha encarnada. Y busca lanzar una reflexión colectiva sobre la universidad que tenemos y la universidad que queremos. Frente al disciplinamiento y la imposición del silencio, afirmamos: "Todo acaba de empezar".

Ilustración de Alona Horkova (iStock).

16/10/2024

El manifiesto recoge diversas voces presentes en el conflicto y ha sido elaborado por: Lucía Gómez, Clara Arbiol, Almudena A. Navas, Paula Gorrias, Sergi Senabre, Alejandra Bedoya, Marta Malo, Amaia P. Orozco, Yanira Hermida y Paola Larco.

Situando el manifiesto

En marzo de 2024, una serie encadenada de acontecimientos provocan que estalle un conflicto en el máster en Género y Políticas de Igualdad de la Universitat de Valéncia. Estudiantes que denuncian violencia epistémica, actitudes racistas, clasistas y tránsfobas en las aulas sin ser escuchadxs. Profesoras que apoyan abiertamente al estudiantado y que son destituidas y señaladas, mostrando, una vez más, que dentro de la institución universitaria “quien señala un problema, se convierte en el problema”. Alianzas con el profesorado externo que decide involucrarse y defender la pluralidad epistemológica feminista, y con la colectiva antirracista y anticolonial “Voces, mujeres y resistencias”, que da apoyo público al conflicto.

Este fue el origen de diversas acciones (comunicados, denuncias, mesas de diálogo, encuentros festivos…) y al manifiesto que aquí presentamos en una versión resumida, y en el que se articulan todas estas voces que hemos dialogado y nos hemos sostenido.

Este manifiesto es el producto de una lucha encarnada. En la universidad aprendemos a separar lo que decimos y lo que hacemos, convivimos con discursos radicales y sumisiones cotidianas. Por eso, queremos hacer una defensa radical del “mancharse”, de las acciones desobedientes, de los gestos que ponen el cuerpo, que suponen un riesgo porque abren un conflicto, que implican tomar la palabra escapando de las formas permitidas, que se sostienen en alianzas no instrumentales.

El manifiesto ha sido apoyado por académicas y estudiantado de diferentes universidades. También por escritoras, investigadoras y activistas feministas. Con él, queremos lanzar una reflexión colectiva sobre la universidad que tenemos y la universidad que queremos. Frente al disciplinamiento y la imposición del silencio, afirmamos: todo acaba de empezar. (Aquí puede encontrarse el texto completo, así como la pluralidad de documentos que dan cuenta de lo sucedido)

Os invitamos al conversatorio ‘Por una academia feminista en la que quepamos todxs’, el próximo 22 de octubre, de 18h a 20h (horario del estado español peninsular). En él participarán: Alejandra Bedoya, Paola Larco Muñoz, Lucía Gómez Sánchez, Marta Malo de Molina y Amaia Pérez Orozco.

Manifiesto

1. Defendemos un feminismo que sea capaz de pensarse y actuar como la Casa de la Diferencia.

Desde que Sojourner Truth, mujer negra y esclavizada, irrumpiera en la Convención de Mujeres de Akron (Ohio), en 1851, para y preguntar a las mujeres allí reunidas “¿acaso no soy una mujer?”, el feminismo se ha enriquecido de los intensos debates entre mujeres de diferentes contextos, en lo que Audre Lorde llamó la Casa de la Diferencia. Esta pluralidad interna ha permitido que el feminismo se convierta en un horizonte de emancipación para todas las mujeres y para la sociedad en su conjunto. Por eso, queremos una academia feminista viva y plural, capaz de enfrentarse a una sociedad patriarcal, pero también capitalista, clasista, racista-colonial y cisheteronormativa. Hoy, en el contexto europeo, esto significa tener una actitud autocrítica con los saberes eurocéntricos y con el papel de la academia como instrumento de la colonialidad del saber.

2. En un contexto de fuerte ataque a la vida, necesitamos una universidad en defensa de las vidas diversas.

Necesitamos una universidad que se atreva a nombrar la crisis múltiple que nos atraviesa y a denunciar que es resultado de un sistema biocida, en el que nuestras vidas, unas más que otras, son mercancía al servicio de la acumulación de capital. Ante esta urgencia, demasiado a menudo, encontramos una universidad capturada por el capitalismo académico, encerrada en su ficción vacía y autorreferencial de productividad investigadora, rankings y papers. Esta universidad pública impone al estudiantado un imaginario de empresa de sí, un proyecto laboral y vital que niega la precariedad y las posiciones desiguales. Nos coloca en un terreno de competencia desde el que no podemos imaginar alternativas. Esta no es la universidad pública que necesitamos; es la universidad de la que queremos aprender a desertar juntxs.

3. Queremos recuperar el saber feminista como campo de batalla.

Las epistemologías feministas nos permiten producir conocimientos situados, arriesgados y comprometidos. Nos ayudan a politizar nuestro malestar y desaprender formas de trabajo académico que nos silencian. Usándolas, construimos la Casa de la Diferencia y defendemos la vida frente a un sistema biocida en crisis, sin imponer miradas únicas que otorgan voz a unas silenciando al resto. Vemos las formas perversas en las que la desigualdad se puede reconstruir cuando creemos que estamos combatiéndola. Son un antídoto al cinismo y al relativismo. Sin embargo, nos enfrentamos cotidianamente a su negación por parte de una academia patriarcal y eurocéntrica aferrada a la ficción de un conocimiento universal y objetivo. En muchas ocasiones, este es el marco que se ofrece a los Estudios Feministas y de Género, instrumentalizando su fuerza crítica y convirtiendo lo que hacemos en producto-mercancía.

4. Denunciamos las violencias patriarcales, racistas-coloniales, clasistas y tránsfobas en la academia.

Los casos de acoso sexual que, con dificultad, empiezan a visibilizarse son la punta del iceberg de la universidad como entramado sistémico de violencia y exclusión. Hay prácticas recurrentes que expresan las jerarquías sobre las que se construye y que construye la universidad: las mujeres migrantes, negras, sudacas, gitanas, musulmanas son las “otras” instrumentalizadas, el objeto de estudio; se devalúan o censuran referentes del Sur Global; se invisibiliza la posición de género y clase y la condición migrante/racializada en la competición meritocrática; se normalizan comentarios y actitudes tránsfobas. Frente a todo ello, contamos con políticas institucionales de igualdad que necesitan una revisión profunda porque vacían la carga crítica de conceptos como la interseccionalidad; funcionan con procedimientos gerenciales donde la igualdad es una marca; y producen un efecto de tutela “desde arriba” de procesos que irrumpen “desde abajo.

5. Llamamos a romper el silencio, a convertir lo personal en político, a sostenernos en alianzas plurales y por construir.

En la universidad, demasiado a menudo, se aprende a estar en silencio. Silenciar la ansiedad y el agotamiento que generan las exigencias competitivas para no parecer perdedorxs. Silencio cuando nos hacen “hablar” con los instrumentos de la burocracia gerencial (encuestas, evaluaciones…). Silencio por miedo a la capacidad de castigo de las redes clientelares. Frente al silencio, es urgente tomar la palabra, recuperar las preguntas acalladas, convertir el aula en un espacio que cuestione lo que pasa “fuera” y no lo refleje y refuerce acríticamente. Sabemos que la universidad ha tenido en ocasiones capacidad insurreccional y que, en otros contextos, mantiene viva esa fuerza. Necesitamos recuperar la memoria de estas luchas, que hemos perdido atrapadxs en nuestro presente acelerado. Apostamos por otra forma de hacer universidad y por espacios que construyan lo común, rompiendo el silencio desde dentro y desde fuera de la academia.

Estamos juntxs y no tenemos miedo. Todo acaba de empezar.

 

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