Un protocolo que contradice la ley trans guía la atención en las unidades de identidad de género de la sanidad valenciana

Un protocolo que contradice la ley trans guía la atención en las unidades de identidad de género de la sanidad valenciana

El uso de términos patologizantes en los expedientes y la atención, la falta de respeto a los pronombres con los que se identifican las personas usuarias y la aplicación de criterios basados en estereotipos de género aún son habituales en el circuito de acceso a procedimientos de afirmación de género en el País Valencià. Las personas afectadas critican, además, que los procesos se dilatan especialmente en el caso de identidades no binarias o cuando constan diagnósticos de salud mental.

Texto: María Sanz

Una bandera trans y una pancarta que dice "nos llaman locas". / Foto: Arxiy

09/10/2024

“Es como pasar por la policía del género”. Carla Moreno define así su paso por el servicio sanitario público valenciano, cuando quiso iniciar su transición en el año 2019 y fue derivada a la consulta de sexología de la Unidad de Identidad de Género (UIG) del Hospital Doctor Peset de València. “En aquella consulta me hicieron preguntas extrañas: si tenía parejas hombres o mujeres; con qué me masturbaba cuando tenía 12 años; cómo me gustaba vestir en la infancia… Preguntas que rozan el morbo o el fetiche, en lugar de buscar una comprensión genuina de la psique o la voluntad de la persona”, expresa Moreno, una mujer trans que trabaja como camarera.

Las preguntas confundían identidad de género con orientación sexual, y ella sintió que el sexólogo que la atendía tenía una idea preconcebida “del tipo de feminidad y de sexualidad que debía performar como mujer trans”. “Yo tengo mucho cispassing, es decir, que soy leída fácilmente como una mujer cisgénero. Pero mi expresión de género es muy butch: voy con camisa, pantalones cortos, no me depilo… En cambio, cuando tengo que ir a consulta me pongo eyeliner, me hago un moño y voy con un vestido. Porque según lo que digas y lo que cuadre a los médicos, te dan un trato u otro”, explica.

La experiencia de Carla Moreno es una de las más reiteradas de quienes se han encontrado con un acompañamiento marcado por la incomprensión de las realidades trans, la falta de información de los y las profesionales y los prejuicios hacia las personas atendidas. Por eso, un grupo de personas usuarias de las unidades de identidad de género de hospitales y ambulatorios valencianos ha denunciado públicamente que se continúa aplicando un protocolo obsoleto, del año 2008, previo al marco que establecen la ley trans valenciana, vigente desde 2017, y la estatal, de 2023.

La ley valenciana especifica que el sistema sanitario público podrá ofrecer a las personas trans, “en los casos en que se requiera”, una cartera de servicios que incluye el asesoramiento sexológico, así como el tratamiento farmacológico y hormonal, tratamientos quirúrgicos, apoyo psicológico durante la hormonación y las cirugías o acceso a técnicas de reproducción asistida, entre otros. No especifica que ninguno de estos servicios sea obligatorio.

Pero personas usuarias de diferentes unidades de identidad de género del territorio denuncian que, cuando quieren acceder a hormonación o a cirugías de afirmación de género, como mastectomías, implantes de prótesis mamaria o cirugías que involucran los genitales, el personal de salud les obliga a pasar antes por una consulta de psicología o sexología.

Desde la UIG del Hospital Doctor Peset de València, que funciona como unidad de referencia en este ámbito en el País Valencià, responden, a preguntas de La Directa, que el protocolo aprobado en el ámbito autonómico tiene tres niveles asistenciales: atención psicoterapéutica, atención hormonal y farmacológica y atención quirúrgica. Exponen que, para la transición médica, la entrada es a través de psicosexología y desde aquí, después de la evaluación, acompañamiento y toma de decisiones definitiva, se deriva a la persona a endocrinología si así lo requiere.

Añaden que los principios de atención a personas trans se basan en “la no patologización de las realidades trans, el respeto a la autodeterminación de género, la evaluación integral de la demanda desde la psicosexología, la autonomía de la persona en la elección de su camino, el consentimiento informado, la exploración de vías alternativas a la medicalización y el acompañamiento garantista, de calidad e igualitario”.

“Quieren mostrar que lo que tienes es un trauma y que tu malestar es este, pero que realmente no eres trans”

Con respecto al acompañamiento psicológico, precisan que está dirigido a abordar experiencias de sufrimiento, discriminación o acoso escolar, así como a facilitar el bienestar y la estabilidad psicológica. “La valoración y el asesoramiento psicológico pueden ser instrumentos de éxito en la transición de género, en lugar de un impedimento para el ejercicio del tipo de transición y tratamiento elegido”, remarcan.

Les diverses usuaries que hemos entrevistado, sin embargo, lamentan que en estas consultas de sexología y psicología se les hacen preguntas que no tienen nada que ver con las identidades trans y no binarias: cómo era la relación entre sus padres, si jugaban con muñecas o con coches durante la infancia, cuáles son sus hábitos y preferencias sexuales… “Es una mirada patologizadora”, afirma Chris Ferrer, una persona trans no binaria que forma parte de un grupo de apoyo mutuo en el País Valencià, surgido a raíz de unos talleres organizados por el Orgull Crític de València en el marco del Octubre Trans de 2022. “Quieren mostrar que lo que tienes es un trauma y que tu malestar es este, pero que realmente no eres trans”, añade.

Carla Moreno critica que, en general, en las consultas se ha sentido “infantilizada y sin agencia”, porque sus decisiones o su voluntad ha sido cuestionadas por el personal de salud. “Es comparable a lo que podía encontrar una persona que quisiera abortar y le decían que tenía que tomarse unos días para repensar su decisión. Es una manera de cuestionarte, de limitarte, de penalizarte. Eso hace que el proceso se dilate de manera absurda, y genera miedo y frustración”, observa.

Un test cargado de estereotipos

Algunas de las preguntas establecidas para evaluar a las personas usuarias de las unidades de identidad de género hacen referencia a la expresión de género como, por ejemplo, si prefieren ropa “femenina” o ropa “masculina”. Chris Ferrer, que también recibió atención en la UIG del Hospital Doctor Peset, lamenta que estas preguntas estén formuladas desde unos parámetros de género muy binarios, contraponiendo las categorías “hombre-mujer”, y también están muy basadas en estereotipos de género, en lo que se supone que debe ser, hacer o aparentar un hombre o una mujer.

“A través del test y de comentarios se fiscaliza nuestra vida personal y nuestra dinámica laboral y familiar”

Añade que el cuestionario se basa en el controvertido “test de la vida real”, que ahora se conoce como “experiencia de la vida real”. Esta prueba fue denunciada por el movimiento por los derechos de las personas trans en Catalunya ya en el año 2016. A través de la plataforma Trans*forma la salut, se problematizaron públicamente las prácticas patologizantes de la que hasta el momento era la unidad de identidad de género de referencia en el país: la del Hospital Clínic de Barcelona.

“A través del test y de comentarios se fiscaliza nuestra vida personal y nuestra dinámica laboral y familiar, se nos hace seguir unos roles de género, usar una vestimenta y unas pautas para comunicar que somos trans* a la familia y en el trabajo, una tutela de nuestras identidades, cuerpos y procesos de transición que lleva implícita una jerarquía, una relación de desigualdad y de poder que ejerce el/la profesional y la unidad sanitaria sobre las personas trans*, legitima a un tipo de ‘ser trans’ y se deslegitima (con comentarios verbales, falta de transparencia o poniendo trabas en el acceso a servicios) a las personas que no encajan en este tipo de ‘ser trans’ basado en roles, vestimenta y sentir unos géneros estereotipados”, denunciaba hace ya ocho años Trans*forma la salut.

El movimiento consiguió que el servei Trànsit, con un modelo respetuoso de acompañamiento a las necesidades de las personas trans, se convirtiera en la puerta de entrada a la atención especializada del sistema sanitario público catalán. En otros puntos del Estado español, como Madrid, también se ha denunciado que la atención sanitaria a personas trans esté condicionada por un test cargado de estereotipos de género. Ya hace más de una década que organizaciones en defensa de los derechos trans en la Comunidad de Madrid aseguraron que la aplicación del cuestionario era una práctica de “vigilancia, adoctrinamiento e imposición del género binario”, que generaba “la violencia de las coacciones normativas sobre personas de género no binario”.

Kal, una persona no binaria de 32 años que también recibió atención en la UIG del Hospital Doctor Peset cuando quiso comenzar a tomar hormonas, corrobora las violencias que implica este tipo de test. Explica que, en las consultas con el sexólogo, se le preguntó repetidas veces si se autolesionaba, si se quería matar, si había sufrido malos tratos o si tenía miedo de salir de casa. Tanto él como Carla Moreno critican que durante las consultas había una buena cantidad de estudiantes de prácticas, sin que en ningún momento se les preguntara a elles si estaban de acuerdo con su presencia.

Además, la persona que hacía las preguntas “actuaba como un robot, sin sostener las respuestas”, y parecía tener una idea preestablecida sobre las identidades trans, en palabras de Kal. Además remarca cómo el binarismo está presente en su documento de consentimiento para acceder a la hormonación con testosterona. Y, de hecho, lo condiciona. Dice, textualmente: “Usted se autodetermina hombre y quiere que adecuemos su cuerpo al de un hombre”.

“Usted se autodetermina hombre y quiere que adecuemos su cuerpo al de un hombre”, es lo que consta en el documento de consentimiento de acceso a la hormonación de Kal, una persona no binaria que, sin embargo, acepta esta afirmación de la unidad de identidad de género como un peaje para seguir con su proceso. / Foto: Arxiu

“Me dijo que si yo quería que me viesen como un hombre, cuando yo ya había dicho que soy una persona no binaria. También me quería forzar a que dijese que odiaba mi cuerpo. Te obligan a pasar por lo binario, para poder acceder a las hormonas. Te ponen en una tesitura en la que, al final, como tu vida depende de ellos, un poco como que tienes que hacer el papel”, expresa Kal.

Desde la UIG del Hospital Doctor Peset aseguran que el tipo de preguntas que se hacen en estas consultas “es el necesario para recabar toda la información necesaria que ayude en la toma de decisiones más adecuada a la situación personal y familiar”.

Binarismo y patologización, barreras para la salud

“Yo no quería tener que mentir sobre mi identidad”, explica Gris Bañuls, una persona no binaria de 24 años y maestre de educación infantil. “Quería hacer un proceso que fuese lo más sincero posible conmigo misme”, explica. Bañuls quiere someterse a una mastectomía, pero no quiere tomar hormonas. No se identifica dentro de las categorías “hombre” ni “mujer”, y utiliza pronombres neutros (elle) o femeninos (ella). Todo esto, dice, no encaja dentro de los esquemas médicos, y desconcertó al sexólogo que le atendía en el Centro de Salud de Gandía Corea.

“Están utilizando un protocolo obsoleto. No saben qué hacer y no te toman en serio. Y todo se vuelve un proceso absurdo y frustrante”

“Como no quiero hormonarme, ven un problema. Pero la hormonación no es obligatoria: están utilizando un protocolo obsoleto. No saben qué hacer y no te toman en serio. Y todo se vuelve un proceso absurdo y frustrante, que puede tardar años, y en el que muchas veces perdemos la paciencia con nosotres mismes”, critica Gris Bañuls.

Kal también lamenta que, por el hecho de tener una identidad de género no binaria, su proceso se haya dilatado. Entre la primera visita con sexología y la derivación con endocrinología para comenzar la hormonación con testosterona pasaron ocho meses, cuando él asegura que en casos de personas con identidades binarias no tarda más de uno a dos meses. La cita con logopedia, otro de los servicios que la sanidad pública valenciana prevé para personas trans, para acompañar el cambio de la voz y prevenir molestias y problemas de salud, aún no se ha producido, más de un año después de haberla solicitado.

“Creo que no tienen en cuenta que cuando decides ir a la consulta ya te lo has pensado mucho, ya has hecho un proceso interno y una reflexión sobre tu identidad desde hace muchos años. Y ahora ya has llegado al límite, ya no aguantas más. Cuando llegas a la UIG hay mucha infantilización y pierdes poder de decisión sobre tu cuerpo. Es un proceso largo y desesperante, y creo que no se dan cuenta de que en este proceso se nos va la vida, la salud mental y la física, y que es una cuestión de integridad humana”, enfatiza.

Riu, una persona no binaria que también recibió atención en la UIG del Hospital Doctor Peset, coincide en señalar la infantilización y el cuestionamiento de las decisiones que afectan a las personas trans y no binarias. También reitera la falta de reconocimiento a identidades no binarias en la consulta de sexología de esta UIG. “Creo que lo primero que me preguntaron es si ya había elegido un nombre de hombre”, recuerda.

Su última consulta en esta unidad fue en julio de 2023, y le dijeron que en un par de meses le derivarían a endocrinología para comenzar a tomar hormonas, pero aún no ha recibido ninguna respuesta. “He tenido la suerte de contar con un seguro privado de salud por el lugar en el que trabajo, y gracias a eso he podido acceder a las hormonas y ahora me siento muy bien anímicamente, con mi cuerpo, con la percepción de mí misme… Pero si hubiese tenido que estar año y pico esperando, seguramente hubiese tenido mucha más ansiedad, baja autoestima… o tal vez hubiese empezado a hormonarme por mi cuenta, sin control médico, con las consecuencias que eso pueda tener”, expresa Riu.

En su expediente médico, igual que en el de Kal y en el de Gris, figura el diagnóstico de “transexualismo”. Riu, que trabaja como enfermere, ha hecho recientemente algunas formaciones para profesionales de servicios de salud para pedirles que dejen de utilizar esta terminología que forma parte de un vocabulario obsoleto y patologizante que etiqueta las identidades trans como enfermedades o condiciones de salud mental.

Pese a las leyes aprobadas, expresiones como “disforia de género” o “trastorno de identidad de género” aún no han desaparecido de los expedientes médicos. En el caso de una de las personas entrevistadas, en su historial clínico aparece la etiqueta “travestismo de doble rol”, un lenguaje que parece más propio de una ficha policial durante la vigencia de la ley de peligrosidad social que de un documento médico que data de marzo de 2021, con la ley trans aprobada ya desde hacía años.

“Travestismo de doble rol” es lo que consta en el expediente de una de las personas entrevistadas, atendida en la unidad de identidad de género del Hospital Doctor Peset.

Desde la UIG del Hospital Doctor Peset aseguran que, cuando se hacen derivaciones por inicio de procedimiento hormonal o quirúrgico, “en la motivación que justifica el tratamiento indicamos que cumple criterios de ‘incongruencia de género’, tal y como consta en la Clasificación Mundial de Enfermedades (CIE-11, 2018) de la Organización Mundial de la Salud”. El CIE-11, vigente desde 2022, incluye la categoría “discordancia de género” dentro del apartado de “condiciones relacionadas con la salud sexual” y la define como “marcada y persistente discordancia entre el género experimentado por la persona y el sexo asignado”. El mismo manual expresa que el término disforia de género es obsoleto, y excluye las identidades trans de los apartados relacionados con la salud mental o las llamadas parafilias.

Organizaciones LGTBIQA+ internacionales como ILGA World recibieron este cambio en la clasificación de la OMS como un avance hacia la despatologización de las identidades trans, mientras continúan haciendo esfuerzos para sustituir el término “incongruencia de género” por una referencia no patologizante y no estigmatizante. También reclaman que se suprima la categoría “incongruencia de género en la infancia” para asegurar el acceso de infancias trans y de género diverso a sistemas de apoyo.

Salud mental que interfiere en la atención

Existe un consenso internacional – médico y social- que afirma con contundencia que las identidades de género no normativas no son enfermedades mentales. Pero las personas trans y no binarias, como sucede con las personas cisgénero, pueden presentar problemas de salud mental, ya sean puntuales o crónicos. Según datos del Hospital Doctor Peset facilitados a La Directa, el 47,7 por ciento de adolescentes y el 20,3 por ciento de infantes que recibieron atención en la UIG entre 2012 y 2022 contaban con algún diagnóstico previo de alguna condición de salud mental, entre las que citan la depresión, la ansiedad o trastornos por estrés post-traumático.

Los diagnósticos psicológicos o psiquiátricos están interfiriendo en la atención sanitaria que reciben las personas trans y no binarias

“Es necesario entender que el malestar no es intrínseco a la diversidad de género sino, a menudo, fruto de reacciones discriminatorias del entorno”, afirman desde el equipo profesional de esta unidad.

Pero los diagnósticos psicológicos o psiquiátricos están interfiriendo en la atención sanitaria que reciben las personas trans y no binarias que conviven con malestares relacionados con la salud mental, y están condicionando su acceso a hormonación o cirugías para la afirmación de género, según denuncian algunas personas entrevistadas.

Joy (nombre ficticio), una persona no binaria que vive con un trastorno de personalidad, explica que una vez tuvo que acudir a urgencias del Hospital General Universitario de València porque se encontraba en pleno ataque de ansiedad. Critica que ni siquiera en este momento de crisis el personal de blanco respetó sus pronombres, e insistieron en referirse a elle en femenino. “Lo que me pasó en esta crisis me paralizó, creo que las personas que me atendieron no entienden por qué es tan necesario e imperativo que me hablen en neutro”, explica. No cree que la actitud del personal médico responda a la mala fe, sino más bien al desconocimiento.

Por su parte, Carlos (nombre ficticio), un hombre trans que sigue un tratamiento psiquiátrico, lamenta que el personal de salud de un centro médico de Elche le esté negando el acceso a la hormonación con el argumento de proteger su salud mental. “Lo que yo veo es que me están infantilizando por tener dolencias psiquiátricas. No es necesario tener que pasar por este trago por culpa de alguien que te quiere proteger sin tener en cuenta tus deseos. Personalmente, creo que la ansiedad o la inestabilidad que se me pueden generar ahora vienen del hecho de que no estoy accediendo a un proceso de afirmación de género”, observa.

Esta afirmación de género, según un estudio publicado en la revista científica The Lancet, “puede mejorar la salud mental de las personas, ya que tiene un efecto directo en el bienestar y reduce la exposición a estresores como la discriminación o la violencia”.

Más formación y espacios seguros

Las personas entrevistadas coinciden en pedir más formación para el personal de salud, tanto en las unidades de identidad de género como en otros servicios no especializados, para garantizar que ambulatorios, clínicas y hospitales sean espacios seguros y libres de estereotipos, y para “prevenir la violencia sanitaria y la mala praxis”, siguiendo las demandas del grupo de personas usuarias de las UIG valencianas.

En un comunicado, piden que se actualice el protocolo valenciano para la atención sanitaria a personas trans y no binarias para adecuarlo a las leyes vigentes. Reclaman, además, la eliminación de términos patologizadores y obsoletos de los historiales médicos, y que se deje de patologizar los cuerpos diversos para “hacerlos encajar en estándares binarios”. También exigen que se les trate como personas usuarias de los servicios, no como pacientes, ya que sus identidades no son ninguna enfermedad.

Desde el Hospital Doctor Peset, por su parte, defienden que, al contrario de los relatos reiterados por personas usuarias, la atención que ofrecen en su UIG “es siempre respetuosa con el género de identificación, los pronombres, el nombre elegido y el trato solicitado”.

Admiten, no obstante, que, a causa de la descentralización de las unidades de identidad de género, que comienzan a estar presentes en más hospitales y ambulatorios de todo el territorio, hay profesionales que están ofreciendo esta atención por primera vez, y todavía están en proceso sobre las realidades trans y no binarias.

 

Este reportaje ha sido inicialmente publicado en La Directa en catalán.
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