Boicot a los dátiles de Israel (y a los supermercados que los venden)
Mientras Israel utiliza el hambre como arma de guerra contra la población palestina, comercializa sus productos agrícolas en todo el mundo.
BDZ Araba (Boicot, Desinversiones y Sanciones, por sus siglas en euskera) está llevando a cabo una acción para evidenciar la complicidad de seis supermercados de distintos barrios de Vitoria- Gasteiz con el apartheid israelí. La acción consiste en marcar con pegatinas que llevan inscrito “Palestina askatu / Boikot Israel” paquetes de dátiles y de cacahuetes de procedencia israelí que estos establecimientos venden al público.
Los colonos israelíes cultivan palmeras en los territorios ocupados a la población palestina. El dinero que ganan de la exportación de los dátiles les permite seguir asentados en esos territorios usurpados. En 2023, España importó 14 millones de kilos de dátiles frescos o secos por un importe de 40 millones de euros, según la información, aún provisional, de DataComex, la base de datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Esos ingresos contribuyen a que Israel pueda alargar el asedio sobre la Franja Gaza.
Tal y como recoge el blog Sociología del sistema alimentario, “los dátiles de Israel no solo plantean un serio problema ético, sino también legal. En efecto, el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea e Israel permite eliminar los aranceles de los productos si es que no proceden de los asentamientos en territorios ocupados de Palestina. Como indica el informe Ametller origen: no más dátiles de Israel, ‘si son ilegales los asentamientos, ¿por qué es legal su comercio?’. Por eso, las autoridades no deberían permitir que los dátiles importados desde Israel pero cultivados en terrenos ocupados sigan estando exentos de aranceles”.
Por otro lado, además de hacer negocio, ocupando las tierras palestinas Israel pretende atacar el sistema alimentario de la población palestina, le imposibilita cultivar y disponer de soberanía alimentaria y le aboca al hambre, que representa una estrategia más del proyecto sionista. “La ocupación israelí ha creado una hambruna en la Franja de Gaza […] Decenas de niños han sido matados por la desnutrición y muchos más lo serán. Decenas de miles sufren desnutrición severa”, denuncia en una entrevista Yasmeen El Hasan, activista palestina, representante de la onegé Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC).
Por todo eso, una medida ―al alcance de cualquiera― para no ser cómplices de esta rueda, que es una pieza más del engranaje genocida israelí, es no comprar dátiles ni cacahuetes de procedencia de este estado y boicotear a los supermercados ―cómplices― que los venden.
El hambre como arma de guerra
Durante el último año, el Ejército de régimen colonial israelí se ha cobrado la vida de más de 50.000 personas en Palestina, según las cifras oficiales, un paso de gigante en la historia de un siglo de limpieza étnica de la población nativa. No obstante, informes como el de la revista médica británica The Lancet elevan esta cifra a más de 200.000 personas, al considerar que, además de las víctimas identificadas y censadas, muchos miles más se están enfrentando a una hambruna deliberada e impuesta por el régimen ocupante.
En resumen, mientras Israel utiliza el hambre como arma de guerra contra la población palestina, comercializa sus productos agrícolas en todo el mundo. Estos productos agroalimentarios son producidos principalmente en territorios ocupados, más en concreto en el valle del Jordán, por ser la tierra la más productiva de la región. Este agronegocio es un importante sustento para la economía israelí y contribuye a consolidar el régimen colonial en la región.