“Mientras soy tuya permanezco viva”

“Mientras soy tuya permanezco viva”

El mundo de las relaciones, vínculos y deseos puede traspasar los límites de la fantasía y el juego. Hay quienes deciden performar su vida según ciertas apetencias y adquirir roles para vivir en relación. Hablamos de BDSM: bondage/dominación-disciplina/ sumisión-sadomasiquismo.Estas siglas constituyen un sinfín de prácticas que muchas veces determinan la manera de estar en el mundo.

Texto: Flor Arriola
06/11/2024

“Cynthia, esto es lo que siempre he soñado, que te adueñabas de mí, que me usabas […] Mientras soy tuya permanezco viva. Te amo, Cynthia. Te amo”. Estas palabras corresponden a un fragmento de El Duke of Burgundy, película que narra la historia de una relación de dominación y sumisión, también llamadas relaciones D/S, entre dos mujeres. Del BDSM (Bondage/ Dominación-Disciplina/Sumisión-Sadomasoquismo) se habla mucho, y también se ha patologizado y ridiculizado a partes iguales. Pero, ¿en qué consiste? ¿Es una práctica? ¿Es un estilo de vida? Es una de las tantas maneras, consensuadas y protocolizadas, de vivirse en una relación. En todas las relaciones , a priori, existen pactos, límites y acuerdos, muchas veces tácitos, pero en las que se producen dentro del marco BDSM estos tratos suelen ser más evidentes, más concretos y más explícitos.

Algunas disciplinas las han situado en el marco de los trastornos o enfermedades, añadiendoles mitos y falsas creencias. Se las ha llamado aberraciones, incluso psicopatías sexuales

Ziortza Karranza es psicóloga y sexóloga. Define el BDSM como “juegos, prácticas, fantasías eróticas donde pueden haber juegos de sumisión o de dominación”. Las relaciones y encuentros BDSM forman parte de las llamadas peculiaridades eróticas. Algunas disciplinas las han situado en el marco de los trastornos o enfermedades, añadiendoles mitos y falsas creencias. Durante muchos años se las han llamado aberraciones, incluso psicopatías sexuales, como escribió el psiquiatra alemán Von Krafft Ebing en 1886 en su libro Psychopathia Sexualis. Hoy, según el DSM5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) el sadismo y el masoquismo, por ejemplo, son parafilias. Los adjetivos sádico y masoquista (placer por producir dolor y placer por recibir dolor, respectivamente) forman parte del lenguaje común y, a menudo, se relacionan con trastornos o comportamientos fuera de la norma, es decir, estigmatizados.

24/7

El BDSM se puede experimentar de maneras distintas: puedes jugar a la dominación o al sadismo; puedes ser masoquista o solo disfrutar de ser atada con cuerdas, lo que se conoce como bondage; puedes explorarlo de vez en cuando o vivir de esta manera. Esto último es lo que se llama 24/7: 24 horas al día, siete días de la semana en el rol de sumisa o de dominante.

Marta es sexóloga y profesora y, para ella, el 24/7 es “una manera de estar en la vida”, de explorar su erótica y su forma de relacionarse. Con los límites establecidos, la parte dominante de su relación tiene derecho a pedir todo lo que quiera. Cree que es “un modelo que permite erotizar y hedonizar más la relación” y, a su vez, le ayuda a ser “más consciente de cuidar a la otra parte en todo momento”. Eso sí, deja claro que su vida no está totalmente controlada por su amo, existen límites: en su trabajo o cuando está con su familia y sus amistades él no puede interferir. Ana es abogada y sexóloga y, como Marta, se define como sumisa 24/7. Para ella este modelo es un sentimiento y, además, asegura que hay personas y parejas que necesitan estructura en sus vínculos y una relación de dominación y sumisión, como en su caso, puede proporcionar ese orden. Para ella, en este tipo de relaciones, “la felicidad de la persona sumisa es casi la primera responsabilidad e interés de la persona dominante”. De esta manera, la sumisa siente que pertenece a la parte dominante y la parte dominante siente que la parte sumisa le pertenece.

“Nadie piensa en qué le genera placer hasta que lo que le genera placer es negado por las lógicas hegemónicas”

“El 24/7 es vida, es amor, es entrega y compromiso”, considera Ana. Es lo que algunas personas eligen para vivir en pareja. Otras, en cambio, recurren a estos juegos por determinados períodos de tiempo, siempre consensuados. Para Mónica Quesada, sexóloga feminista, en este tipo de relaciones “se reproducen estereotipos patriarcales puesto que estamos dentro del patriarcado y, lo que se va construyendo alrededor de él, de ese patriarcado, tiene mucho que ver con él”. Además, asegura que “se trata de ese mismo patriarcado con unas dicotomías de arriba y abajo solo que, al ser conscientes de ellas, hay una parte consensuada que puede ayudar a poner luz a los mecanismos externos e internos de dicha dominación y sumisión”.

Para Karranza, el 24/7 es “un juego seductor en lo cotidiano, donde se introduce la erótica para darle un sentido fuera del propio encuentro” e intenta descifrarlo como una coyuntura compleja “donde la gente puede simular y jugar a esos juegos de roles con una continuidad”. Marta considera que en estas relaciones se construyen acuerdos de forma consciente con unos fines concretos que son importantes para la pareja y para la dimensión “teatral de los roles”. En el imaginario colectivo, “la gente se imagina la eterna sesión, el eterno follar, una intensidad muy alta todo el rato”, cuenta. Pero deja claro que hay momentos de baja intensidad o de menos estímulo y pone de ejemplo la manera de saludar al llegar a casa: hay quienes se dan un beso, otras se dicen “hola, cariño” y algunas se arrodillan para saludar a su amo o ama. Eso sí, no se trata de estar siempre de rodillas. Pablo es la parte dominante de su relación y tiene claro que no se trata de estar con la “mirada al suelo y con el ‘sí, señor’ en la boca constantemente”. Estas personas deciden llevar su relación más allá de encuentros o juegos puntuales y, en ese intercambio de roles, la parte sumisa está siempre disponible dentro de los límites acordados. “Se trata de ajustar los engranajes de un reloj”, cuenta Pablo.

Los espacios y los deseos

Catherine Robbe-Grillet, escritora francesa y la dominatrix más famosa de su país, tiene varias personas sumisas con las cuales mantiene sesiones de dominación puntuales. En el documental The Ceremony, cuenta que estas sesiones de BDSM intentan rebasar los límites de la intensidad a través de la dominación o por medio de cosas que la emocionan o desestabilizan. El límite es la exploración de los deseos y, en su caso, disfruta infligendo dolor. Para que todas estas escenas sean posibles es imprescindible un ingrediente: la confianza, además de establecer unos acuerdos claros y consensuados, aunque sean jerárquicos. Es decir, personas en igualdad de condiciones que eligen someterse a unos deseos, tanto propios como ajenos. Para permitir a las personas liberarse de sí mismas y entregarse es necesario un espacio seguro. “Podemos liberarnos de nosotras, de las cosas, abandonarnos, perdernos, porque sabemos que hay alguien allí que pone los límites y que cuida al otro sujeto y decide cuándo parar, cuándo continuar o cuándo avanzar”, cuenta una de las sumisas de Robbe-Grillet.

 Un hombre sumiso puede sufrir rechazo, puesto que no encaja con lo que se espera de ellos, se cuestiona su masculinidad

Otras personas como Marta, además, reflexionan sobre la patologización de las llamadas minorías eróticas para, algún día, “poder hablar de un activismo compartido”. Resulta difícil para muchas personas responder a los porqués. ¿Por qué alguien decide someterse durante 24 horas a los deseos de otra persona? ¿Por qué alguien decide someter a otro sujeto durante todo el día y a todas horas? Porque les produce placer. Marta lo tiene claro: “Nadie piensa en que le genera placer hasta que lo que le genera placer es negado por las lógicas hegemónicas”. En el lado contrario, Anna Prats, feminista radical lesbiana y periodista, entiende que “haya mujeres que puedan desear eso”. Sin embargo considera que, “habría que mirar de dónde viene ese deseo, porque es una construcción que viene de haber sido educadas en una sociedad de dominación masculina y de jerarquía”.

Los nombres de Ana, Marta y Pablo son ficticios, a pesar de la veracidad de sus historias. Es frecuente que este tipo de relaciones se llevan en secreto por miedo al juicio o al rechazo. “Rara vez se visibiliza como una erótica más y con un cierto detenimiento de todo lo que implica”, justifica Marta. No todas las personas deciden vivirlo en secreto, pero quienes deciden hacerlo muchas veces acaban abocadas a una doble vida. No es el caso de Ana, quien expresa que hay quien que no pueden contar a sus amistades o compañeras de trabajo qué hace en su tiempo libre porque sus prácticas eróticas tienden a ser rechazadas y no se entienden. En el caso de los hombres heterosexuales asegura que un hombre sumiso, por ejemplo, puede “sufrir rechazo, puesto que no encaja con lo que se espera de ellos, se cuestiona su masculinidad”.  Además, explica, “si la persona sumisa es una mujer, a menudo existe la creencia de que es maleable y carece de personalidad” . Es el caso contrario lo que ocurre con las mujeres que ejercen roles dominantes en sus relaciones. Para la abogada y sexóloga, “están mejor vistas por parecer las más empoderadas”.

El cuestionamiento llega por parte de Pratts, para quien estas prácticas no tienen nada de empoderador, aunque se practiquen entre mujeres, puesto que “responden a una lógica heterosexual”. La periodista apuesta por destruir estas jerarquías y dejar de erotizar las relaciones de sumisión y dominación.

¿Qué roles existen?

Dentro de las eróticas bedesemeras existen diversos roles que pueden variar según las personas implicadas, sus deseos y sus elecciones. Dossie Easton y Janet W. Hardy, autoras respectivamente de los libros The New Topping y The New Bottoming Book, hablan de roles más vinculados con la agencia y de otros más sumisos (bottom), que son los que prefieren recibir estímulos continuos. Las personas switch son aquellas que pueden experimentar dos papeles opuestos y están cómodas en ambos roles. Esto se puede dar con la misma persona o no, es decir, una misma persona puede ser sumisa o esclava de una y, a su vez, puede ser la dominante de otra. Distintos roles se relacionan a determinada práctica: es el caso de las riggers, personas atadoras o spankers, personas que azotan.

Algunas personas, como ya se ha mencionado, se relacionan desde la sumisión y dominación (ama/amo/ame o esclavo/esclava/esclave), mientras que hay quien se relaciona en la dimensión del sadismo y del masoquismo, utilizando el recurso de la humillación, por ejemplo. Otras disfrutan y sienten placer siendo humilladas o humillando. “Indistintamente del tipo de práctica o rol al que se vinculen las personas hay cierta asimetría jerárquica consensuada”, explica Marta. Es decir, hay encuentros donde las prácticas son las protagonistas y no los roles. Marta es consciente de que “de entrada parece un lío tremendo”, pero propone, como se hace en otros ámbitos, preguntar si se tienen dudas.

Este reportaje fue publicado en el anuario 9 de Pikara en papel. Puedes comprarlo en nuestra tienda online.

 

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba