No sé qué o barbarie

No sé qué o barbarie

La fortuna que concentran las 50 personas más ricas del mundo equivale a más del triple que el PIB de Alemania. Atesoran capital en una especie de acumulación apocalíptica, para asegurar su supervivencia cuando todo se vaya a la mierda,

Texto: Alicia Ramos

Recreación del apocalipsis en una ciudad./ mppriv para istock

13/11/2024

En los últimos 40 años, desde el triunfo de la revolución conservadora, la tributación de las grandes fortunas ha caído en picado, se ha reducido a cero en algunos casos gracias a una hábil combinación de recortes de impuestos e ingeniería fiscal. Hoy tributa más, porcentualmente, la empleada de una tienda de una cadena multinacional que su propietario. Y de algún modo los tenedores de esas grandes fortunas han conseguido que decir esto sea demagogia. (La derecha conservadora ya en tiempos de Pericles se pertrechó con el término “demagogia” para poner palos en las ruedas al desarrollo de la democracia ateniense, decían que los oradores hábiles podían “guiar al pueblo”, hacer demagogia, en lugar de hacer valer los intereses de aquellos a quienes representaban). Pero yo no puedo evitar preguntarme para qué quieren tantísimo dinero. ¿Soy la única a la que le pasa esto?

Cuando critican lo “progre” no se refieren al progreso, ni siquiera al progresismo: combaten la progresividad, concretamente la fiscal.

Las 50 personas más ricas del mundo concentran una fortuna de 13 billones de dólares. Más del triple que el PIB de Alemania. 50 individuos podrían comprarse la creación de riqueza anual de tres Alemanias y aún les sobraría dinero. En serio, ¿para qué puede querer nadie tanto dinero? No voy a entrar en los aspectos morales de la desigualdad, ni en la amenaza que supone para la gente de a pie la capacidad de influencia de estos ricos superricos, ni en lo indefensa que está la democracia si una persona que no se ha presentado a ninguna elección puede bloquear sin coste alguno las políticas de un gobierno legítimo. Lo que me fascina es para qué puede querer nadie tanta pasta.

Los ricos están tan seguros de que todo va a colapsar que ya le han puesto hasta nombre a la eventualidad: El Suceso.

Y encima hay un movimiento político contra el “consenso progre” que respalda esta tendencia. Pero cuando critican lo “progre” no se refieren al progreso, ni siquiera al progresismo: lo que combaten es la progresividad, concretamente la fiscal. Hace unos años leí un artículo de Douglas Rushkoff, “La supervivencia de los más ricos y cómo traman abandonar el barco”. El tal Rushkoff es contratado para dar una charla sobre el futuro de la tecnología a un pequeño grupo de gente muy rica. Al final se revela que la gran preocupación de esas personas es cómo se las van a arreglar para mantener la autoridad ante sus equipos de seguridad cuando el dinero ya no valga nada. Porque están tan seguros de que todo va a colapsar que ya le han puesto hasta nombre a la eventualidad: El Suceso.

Se han convertido en una especie de red clandestina que nos aboca al desastre medioambiental por la mera razón de que las actividades extractivas y contaminantes son rentables, aunque solo para ellos.

De la escalofriante lectura de ese artículo se deduce que esa gente que atesora capital sin parar no lo quiere para otra cosa que para asegurar susupervivencia cuando todo se vaya a la mierda, lo que deja claro que no se ven capaces de emplear esa pasta en emprender prácticas razonables que eviten, en última instancia, el colapso, impedir que El Suceso suceda. Es, como mínimo, inquietante.

Así las cosas, “los ricos” se han convertido en una especie de red clandestina que nos aboca al desastre medioambiental por la mera razón de que las actividades extractivas y contaminantes son rentables, aunque solo para ellos, que están enfrascados en una especie de acumulación apocalíptica de capital para huir, salvarse, trascender lo humano y vivir para siempre.

Hay alguna enseñanza que podríamos extraer de su actitud: prepararnos para el colapso.

Mientras tanto la gente tiene que comer y comprar cosas, y termina viendo con buenos ojos el crecimiento económico porque cala esa idea de que, si a los de arriba les va bien, algo irá filtrándose hacia abajo. Desde luego no será por la vía de la fiscalidad, ya te lo digo.

Hay alguna enseñanza que podríamos extraer de la actitud de esta banda que está atracando al planeta y secuestrando el futuro de la humanidad. Si El Suceso pone en peligro la naturaleza de su poder y la efectividad de su autoridad, a lo mejor no es tan malo. Tal vez lo que tenemos que hacer es prepararnos para el colapso del orden de las cosas que garantiza el poder de esta elite. Si en las escuelas enseñamos agricultura, formamos para potabilizar agua y gestionar residuos, si distribuimos pósitos de semillas y aperos en el territorio, somos tan conscientes como los ricos de la inminencia de El Suceso y nos preparamos tan concienzudamente como ellos, a lo mejor podemos enfrentar favorablemente los cambios que el pico del petróleo, la crisis climática y el colapso financiero traigan. ¿Cómo era?, ¿no sé qué o barbarie?

Este análisis fue publicado en el anuario número 9 de Pikara Magazine, que puedes comprar en nuestra tienda online.
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