“En algunos momentos, las feministas hemos sido casi las únicas que hemos levantado la voz”
Morena Herrera, defensora de derechos humanos y activista por el derecho al aborto en El Salvador, cree que hay que buscar las fisuras del sistema para avanzar y sostiene que en la lucha concreta es más sencillo moverse y sin tanto riesgo.
Morena Herrera no para. Acaba de llegar al Estado español para participar en varias actividades como representante de La Colectiva Feminista para el Desarrollo Local, articulando así esfuerzos para la Marea Verde en América Latina. Entre ellas, en las jornadas parlamentarias ‘Por el derecho a la autonomía de las mujeres. Aborto para ser libres y decidir sobre nuestras vidas’, organizadas por el Grupo Parlamentario de Sumar en el Congreso, donde pidió apoyo para el “caso Beatriz”. Antes estuvo en Estados Unidos, ofreciendo su testimonio de lucha a favor del derecho al aborto a grupos de mujeres que el pasado 5 de noviembre acudían a las urnas para elegir al próximo presidente del país y también para decidir sobre el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en una decena de estados. Su mirada busca el horizonte internacional para vincular luchas que los cuerpos aterrizan en universos locales diversos y organizados democráticamente y siempre en movimiento.
Morena Herrera es una de las activistas feministas más conocidas de El Salvador, valorada especialmente por su trabajo contra la prohibición del aborto en su país. Guerrillera durante la guerra civil que vivió El Salvador, en 1990 fue socia fundadora de la organización feminista Las Dignas -cuando advirtió que los derechos de las mujeres eran siempre postergados, también en la izquierda- y actualmente es presidenta de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto y forma parte de La Colectiva Feminista para el Desarrollo Local. En 2023, Herrera fue nominada al premio Sájarov para la Libertad de Conciencia, otorgado por el Parlamento Europeo a personas y organizaciones que contribuyen a la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
La conversación comienza con una Morena cansada y con cierto pesimismo. Al poco tiempo se va animando, como creciéndose ante las dificultades y bebiendo de un recorrido que le da fuerza. No evita preguntas, ni se detiene en lamentos. Acaba risueña transmitiendo esperanza.
¿Cómo se encuentra?
Los resultados electorales en Estados Unidos nos han dejado un poco machacadas. Pero hay que seguir luchando. En El Salvador hemos sufrido una campaña de difamación, con manipulación de la información y mucha desacreditación, bastante concentrada en lo que llaman ellos “caso Beatriz”. Una de las cosas que dicen es que conseguí ilegalmente el informe médico, esto no es así, me mandaron un correo con el diagnóstico médico de ella desde el hospital, pero eso no es ilegal. Hay mucha manipulación y mucha exacerbación de odio, de desprestigio, nos acusan de haber inventado el riesgo que enfrentaba Beatriz.
[Beatriz tenía 21 años y un niño de nueve meses cuando le diagnosticaron lupus. También supo con esa edad que estaba embarazada de un feto que se desarrollaba sin cráneo ni cerebro, con una malformación incompatible con la vida. A pesar de que la joven solicitó que interrumpieran su embarazo con 13 semanas de gestación, y que 15 médicos especialistas firmaron un documento indicando que era lo más adecuado, la omisión del Estado obligó a la joven a elevar el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En mayo de 2013, 13 semanas después de la petición de Beatriz, la Corte instó a que terminaran con el embarazo. El Estado accedió entonces a practicar una cesárea y el feto falleció a las cinco horas. Como consecuencia de la tardía intervención, la salud de Beatriz se debilitó y falleció cuatro años después]
Empecemos por el caso Beatriz. Según le escuché en el seminario ‘Los derechos sexuales y reproductivos bajo presión: las respuestas de los gobiernos y parlamentos’, que se celebró en el Parlamento vasco y en la que participó de un modo virtual, en el proceso de este litigio, las organizaciones han podido constatar la alianza del Gobierno salvadoreño con los grupos antiderechos coordinados en todo el mundo, que tienen mucho poder económico. ¿Cómo ha evolucionado el caso y en qué situación está el litigio?
En marzo de 2023 fue la audiencia de dos días en la Corte [Interamericana de Derechos Humanos], en San José, Costa Rica. Estuvo la familia de Beatriz y varias organizaciones de Centroamérica que apoyan. Pero también hubo una fuerte movilización antiderechos, fue una confrontación de calle. En la Corte nosotras presentamos los argumentos, las pruebas y los testigos. El Gobierno [salvadoreño] presentó como testigos a un profesor de una universidad de Estados Unidos y a un médico que ni siquiera había hablado nunca con Beatriz. En esa audiencia quedó evidente que quienes dirigen una organización que se llama Global Center for Human Rights estaban en la delegación del Gobierno y nosotras suponemos que ellos pagaron al equipo legal que llevó la defensa del Estado, es un equipo bien cualificado y sabemos que es un grupo que cobra muy caro. Nosotras sabemos que ellos no tienen razón, presentamos los argumentos y con toda la alianza de los movimientos feministas de América Latina y algunos europeos pedimos apoyo para que enviaran amicus [informes técnicos que presentan personas ajenas a un litigio, pero que tienen interés en la materia, con la intención de brindar argumentos para la resolución de un asunto] a la Corte. Sabemos que recibió 119 amicus para este caso, de los cuales al menos 80 fueron de apoyo a Beatriz y los otros, en contra. Hemos hecho análisis de ambos grupos. Queda claro que los antiderechos tienen una cantidad de recursos impresionante, en estos momentos han puesto grandes pancartas en San José con las fotos de jueces diciéndoles “no se dejen engañar, ustedes van a legalizar el aborto por el caso Beatriz y esto afectará toda América Latina”; una de esas pancartas se mira desde la sala donde delibera la corte. Es una pelea de pequeños contra gigantes, pero no estamos solas, y no lograron, por ejemplo, superar el número de amicus a favor de Beatriz. Nosotras creemos que la sentencia llegará en 2025, porque el último período de sesiones de esta Corte no ha sido incluido el caso Beatriz.
¿Cómo viven la continuación en el poder de Nayib Bukele con rasgos cada vez más dictatoriales y una mayor militarización del país?
Es una preocupación porque no hay libertad de expresión, no hay acceso a la información pública, hay restricción de derechos y pérdida de garantías judiciales. Han hecho unas reformas penales con las cuales te pueden retener hasta dos años sin investigación, sin juicio, en la cárcel sin que te pueda visitar tu familia y en situación total de indefensión. Eso genera temor. Hay una acumulación de poder, hay un control prácticamente total de los tres poderes del Estado, de los medios de comunicación y de las organizaciones de sociedad civil. En algunos momentos, las feministas hemos sido casi las únicas que hemos levantado la voz. El 8M se realizó la movilización feminista a pesar de todas las restricciones. Ahora está habiendo más movilización social de maestros, del sector médico, porque les están restringiendo derechos, pero en algunos momentos ha sido el movimiento de mujeres quienes hemos puesto la voz. Sí hay cierta autocensura y cada comunicación pública se piensa mucho como hacerla para que no nos vayan a acusar y a encerrar. Hay también ciertos niveles de acoso fiscal, de amenazas por la vía administrativa, pero las hemos ido sorteando. Por ejemplo, en septiembre de 2023 nos ordenaron presentar un informe de gastos desglosados por proyectos desde 2016 hasta 2022; algunos compañeros de otra organización nos decían que eso se llama acoso fiscal y que denunciáramos; consultamos y finalmente decidimos no pasar a la denuncia, sino presentar toda la información que nos pedían, fue un esfuerzo enorme, pero lo hicimos. Seguimos actuando, seguimos movilizándonos para demandas concretas de las mujeres, jóvenes, personas trans, organizaciones LGTBI+. El Gobierno ha limitado todo el lenguaje inclusivo, se ha pronunciado contra la supuesta ideología de género, ha eliminado cualquier material educativo relacionado con la prevención y la educación en sexualidad, que ahora forma parte de material clandestino. Mientras, los docentes nos siguen pidiendo apoyo, porque el índice de embarazos no deseados en niñas y adolescentes es enorme, pero tenemos que “envolver” las temáticas y los nombres de los talleres para poder realizarlos.
¿Enmarcan esto en un contexto global en el que la ultraderecha y los grupos antiderechos avanzan?
Sí. El resultado de las elecciones en Estados Unidos y el proyecto 2025 no augura ambientes positivos para nuestras luchas.
“Analizamos las fisuras del sistema y las aprovechamos”
Hace casi un año se celebró en El Salvador el XV Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe (15 EFLAC) en que el participaron más de 1.600 mujeres, ¿cómo fue?, ¿qué recorrido ha tenido?, ¿han sentido una reacción ante ese avance feminista?
Fue un proceso muy interesante. Nosotras nos hicimos cargo a finales de 2017 en el Encuentro Feminista que hubo en Uruguay. Vino la pandemia y tuvimos que retrasarlo. Nos decían cómo van a hacer un Encuentro Feminista con el contexto que tienen en el país. Nosotras analizamos la situación y nos llegó la noticia de que el Gobierno convocó la celebración el concurso Miss Universo en El Salvador y vimos que era una gran oportunidad. Decidimos no decir nada acerca del concurso Miss Universo y, en torno a la fecha, celebrar nuestro Encuentro Feminista, de modo que el Gobierno no pudiera atacar un Encuentro Feminista teniendo el concurso Miss Universo ahí. Analizamos las fisuras del sistema y las aprovechamos. Después fuimos al Ministerio de Exteriores para preguntar si era necesario algún tipo de permiso para las mujeres que venían de otros territorios y, cuando les dijimos que estaba previsto que llegaran 1.500 feministas, nos recomendaron que no dijéramos nada porque ¡1.500 feministas asustan! Hicimos las gestiones con Migración, pero a nivel individual, porque la mayoría no requería apoyo migratorio y, salvo un caso de una mujer de Haití, conseguimos todo. Se realizó el encuentro bien, nos dio fortaleza, nos permitió reflexionar sobre distintos temas y solo hubo una propuesta de sede próxima que fue Haití. Nosotras vamos a apoyar todo lo que podamos a las haitianas, si ellas ven que no tienen condiciones para celebrar el encuentro que lo digan, pero no somos nosotras quienes tenemos que censurar o impedir y, por otro lado, las haitianas son valientes al intentarlo y además nos están tocando las campanas a las feministas de América Latina y el Caribe porque nos están diciendo que Haití existe, es el país más pobre de la región, hay feministas, “reconózcannos”. Por tanto, el proceso está sirviendo para el reconocimiento de un movimiento feminista en Haití.
“Las redes nos salvan, nos hacen crecer y nos ayudan”
Las organizaciones de mujeres están tejiendo alianzas con colectivos feministas y defensoras de los derechos humanos, en un movimiento conocido como amigues de Beatriz, por ejemplo. También me hablaba de las alianzas con diversos colectivos para las luchas que llevan a cabo en su país. La solidaridad feminista sigue siendo importante. ¿La existencia de todas esas redes es también un mecanismo de defensa?
Las redes son fundamentales y te mencionaría tres esfuerzos diferentes. Por una parte, los Encuentros Feministas que vienen realizándose contra viento y marea y cualquier tipo de pronóstico desde el año 81 y que han abierto camino en muchas cuestiones. Por ejemplo, en el primer Encuentro, que fue en Bogotá, se acordó que el 25 de noviembre se dedicara a la lucha contra la violencia hacia las mujeres y ahora es un día mundial; en el año 1990, en el quinto Encuentro, que se celebró en Argentina, se acordó que el 28 de septiembre fuera dedicado al activismo por la despenalización o legalización del derecho al aborto y ahora es también una señal internacional. De este modo pueden observarse las huellas del movimiento feminista. Estos Encuentros no funcionan de un modo tradicional desde un punto de vista organizativo, centralizado, es movimientista, nos apoyamos, no reconocemos, nos articulamos, hay montón de redes que se reúnen en el contexto de los Encuentros Feministas. La otra articulación son las defensoras. En el caso de Mesoamérica empezamos a organizarnos en el 2010; en 2009 fue el golpe de Estado en Honduras, las feministas se movilizaban todos los días contra este golpe de Estado y, a los pocos meses, empezamos a recibir pedidos de apoyo y a recibir compañeras de Honduras. Para finales de ese año convocamos a un encuentro en México y fundamos la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras que ahora articula a más de 300 organizaciones, a más de 3.000 activistas y defensoras de derechos humanos, y que ha hecho un papel fundamental frente a la represión y a las condiciones que se viven en la región. El lema de “las redes salvan” nace de ahí. La Iniciativa Mesoamericana de Defensoras funciona con redes de carácter nacional articuladas y organizaciones fundadoras. Y la tercera es la Marea Verde, que ha venido creciendo en influencia, en riesgos también, y en organización. Las feministas argentinas dieron un fuerte empuje y hoy el pañuelo verde está en muchos países. Tampoco es una red articulada jerárquicamente, es la articulación de esfuerzos de activismo local, regional y nacional de muchas partes en del mundo. El caso de Beatriz es quizás el primer caso que tuvo solidaridad mundial y eso fue gracias también a las Mareas Verdes. Claro que creo que esas redes salvan y nos hacen crecer y nos ayudan. Recientemente estuve en Estados Unidos apoyando organizaciones que estaban presentando medidas para ampliar el derecho al aborto en diferentes estados [en siete de los diez estados que votaban medidas se aprobaron]. Yo anduve con un grupo contándoles experiencias latinoamericanas a mujeres de Estados Unidos como argumentos que ellas pueden utilizar para hablar con las mujeres de sus estados. Fue un trabajo muy intenso de andar de ciudad en ciudad.
¿Y de dónde saca la fuerza?
De la realidad, la realidad es muy terca y hay que seguir luchando.
“Estoy involucrada en el apoyo a mujeres que defienden el derecho al agua, hay que llevar la lucha feminista a temas concretos”
¿Cómo ve el futuro?
A pesar de lo que nos ha impactado los resultados electorales en Estados Unidos, creo que vamos a seguir avanzando, y las mujeres más, frente a un Gobierno que es misógino. Son resultados que reflejan misoginia. Creo que vamos a seguir avanzando y haciendo alianzas con jóvenes. Cuando veo a mujeres jóvenes opinando, afirmadas, cuando veo a jóvenes que reflexionan sobre su papel en la sociedad, me siento esperanzada. A pesar de los resultados inmediatos me siento esperanzada. Estoy involucrada en el apoyo a mujeres que defienden el derecho al agua, hay que llevar la lucha feminista a temas concretos. En la lucha concreta nos podemos mover de un modo más sencillo y sin tanto riesgo.
¿Por qué hay menos riesgo?
Porque nos permite articular relaciones cercanas con la comunidad, la gente nos conoce, nos sostiene y nos protege. Son procesos muy cercanos.
¿A qué luchas se refiere y cómo es la participación de las mujeres en ellas?
La lucha por el agua, por ejemplo. Hemos trabajado para que las mujeres fueran incluidas en los comités de agua, con todo el conocimiento técnico que ello implica, además de la capacidad organizativa, donde contamos con mucha experiencia. Al principio, lo hombres nos miraban raro, ¿qué hacen aquí estas feministas?, pero ya se han acostumbrado. Organizamos una consulta popular por el agua como derecho humano que fue muy importante. La lucha contra la violencia. Hemos ido aprendiendo. Al comienzo, insistíamos mucho en la necesidad de denunciar. Pero fuimos comprendiendo que eso no era lo más importante, que la mujer necesita su tiempo y a veces no quiere denunciar, y que había que buscar sobre todo formas de apoyar a esas mujeres que querían salir de la violencia. Frente a la ausencia de espacios de acogida por parte del Estado, creamos las redes de familias solidarias, donde cada cual compartía y apoyaba con lo que podía, unas compartían frijoles, otras una habitación… Y ahora, a veces, hasta la misma policía nos pide ayuda en casos concretos. También hay proyectos de investigación y documentación, como maternidades y recuperación de la memoria histórica, reconociendo el aporte de las mujeres y con el compromiso de compartirla con vocación intergeneracional. Hemos iniciado un proceso que se llama “Juntas veteranas”. ¿Qué hicieron las mujeres?, ¿cómo enfrentaron las contradicciones y complejidades que una guerra implica? Justo ahora acabamos un proceso sobre las maternidades interrumpidas por la guerra y el impacto que han tenido en cuatro generaciones de mujeres, donde tratamos de rescatar toda la experiencia con un enfoque intergeneracional, en el que las cuatro generaciones dialogamos y aportamos, lo que nos ayuda a comprender con mayor profundidad.