Hogueras, feminicidios y resistencias: ficciones que relatan nuestro poder ancestral
Vienen por nuestra cultura, nuestros libros, nuestro cine, nuestra educación y nuestros derechos. Pero somos la resistencia que no podrán destruir.
Fotograma de la película 'Cuando fuimos brujas'.
Una adolescente asiste a una marcha de Ni una menos en Argentina, en 2021, con un cartel que dice “Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”. La consigna toma fuerza y se replica en remeras y banderas durante las movilizaciones de ese año. Hoy, en medio de un escenario gobernado por la ultraderecha, la caza de brujas es un plan de destrucción y censura cultural por parte del Gobierno argentino. Vienen por nuestra cultura, nuestros libros, nuestro cine, nuestra educación y nuestros derechos. Pero somos la resistencia que no podrán destruir.
En esta ocasión, la persecución estuvo destinada a tres novelas de las escritoras argentinas Dolores Reyes, Gabriela Cabezón Cámara y Aurora Venturini. La vicepresidenta Victoria Villarruel y medios reaccionarios atentaron contra un programa educativo que promueve la lectura en las escuelas de la provincia de Buenos Aires. El ataque se enfocó especialmente en Cometierra de Reyes, Las aventuras de la China Iron de Cabezón Cámara y Las Primas de Venturini por considerar que tienen contenido sexual explícito. En un acto de resistencia, escritoras y escritores organizaron lecturas colectivas para alzar la voz de estas obras. “Ante tanto ataque, hicimos lo que ellos no hacen: nos pusimos a leer”, dice Dolores Reyes frente a una sala llena para escuchar fragmentos de su novela. A pesar de los mensajes de odio y las amenazas de los trolls libertarios a las autoras, esta campaña de censura no solo provocó una red colectiva muy fuerte en defensa a la cultura sino también el aumento en las ventas de estos libros.
Cometierra es una ficción que fusiona el género fantástico y policial, y cuenta la historia de una joven que puede comunicarse con los muertos al tragar tierra. Ese don le permite saber lo que ha pasado con los cuerpos de mujeres, niñas y niños desaparecidas. En una visión, Cometierra descubre que su papá había matado a golpes a su mamá. Esto provoca que muchas personas se acerquen a ella con un puñado de tierra, pisada por sus familiares desaparecidos, para recibir algunas respuestas. Es un libro que visiliza los feminicidios, la trata de personas, la desigualdad social y la búsqueda de justicia. Construye una historia individual y colectiva que denuncia las violencias silenciadas. “Cierro los ojos para apoyar las manos sobre la tierra que acaba de taparte, mamá, y se me hace de noche. Cierro los puños, atrapo y la llevo a la boca. La fuerza de la tierra que te devora es oscura y tiene el gusto del tronco de un árbol. Me gusta, me muestra, me hace ver”, dice Cometierra.
De la hoguera a la revuelta: Las cosas que perdimos en el fuego
Es posible que las brujas hayan existido desde siempre. Pero hay determinados momentos de la historia donde aparece su figura ancestral. La escritora y cineasta francesa Marguerite Duras dice en una entrevista que las brujas aparecieron durante la Edad Media cuando los hombres se iban a las guerras y las mujeres quedaban aisladas en el bosque. En plena soledad comenzaron a hablar con los árboles, las plantas y los animales. Y así desarrollaron una conexión con la naturaleza que les abrió un mundo de pócimas y conjuros. Ante el terror que les generaba ver el poder y la libertad de estas mujeres, fueron llamadas brujas y quemadas hasta el siglo XVII.
Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez es un cuento que da título a su libro publicado en 2016 y está atravesado por historias de hogueras y feminicidios. Narra a un grupo de mujeres que deciden arder en llamas en un ritual secreto que realizan en las afueras de la ciudad. Esta decisión extrema tiene un sentido para ellas: dejar de ser asesinadas por los hombres que las han prendido fuego. En un pasaje, una mujer le dice a otra: “A nosotras siempre nos quemaron, ¡nos quemaron durante cuatro siglos!”. Por eso ahora son ellas quienes deciden quemarse. Pero en esta ficción no se van a morir, sino mostrar sus cicatrices. Sus cuerpos quemados serán la lucha en carne viva para mostrar la violencia ejercida durante años. “Si siguen así, los hombres se van a tener que acostumbrar. La mayoría de las mujeres van a ser como yo, si no se mueren. Estaría bueno, ¿no? Una belleza nueva”.
La literatura es un acto mágico que da vida a historias y personas
Tela de araña es otro relato de esta colección que explora la figura de la bruja entrecruzada con las leyendas y las creencias populares de una región. La protagonista viaja con su pareja a Corrientes, provincia de Argentina, para visitar a sus familiares. Después del primer almuerzo de bienvenida tuvo la siguiente reflexión: “A mi marido no le gustaba Natalia. Él la despreciaba porque tiraba las cartas, sabía de remedios caseros y, sobre todo, se comunicaba con espíritus. Tu prima es una ignorante, me dijo Juan Martín, y yo lo odié, pensé en llamar a Natalia y pedirle la receta de alguna de sus pociones, pensé en pedirle un veneno incluso”. Luego, estos tres personajes cruzan la frontera y viajan de paseo a Paraguay donde experimentan situaciones mágicas y sobrenaturales. A diferencia del cuento anterior, en esta historia no hay hogueras sino conjuros y hechizos secretos.
A Mariana Enríquez le preguntaron, en una entrevista televisiva, si la literatura es una forma de magia. Respondió un sí rotundo y explicó que las mancías y la magia casi siempre trabajaron con las letras y la construcción de palabras en ese sentido. Además, dijo que desde lo místico, una plegaria es muy parecida a un conjuro: son un montón de palabras puestas de una determinada manera para producir un cambio. La literatura es un acto mágico que da vida a historias y personas.
Recuperar de las cenizas: Cuando fuimos brujas
La noche empezó con un ritual. Encendí una vela y me senté en el piso frente a ella. La puse a la altura de mis ojos y la miré durante un tiempo largo. Comencé una práctica sostenida llamada Trataka, que busca fijar la mirada en un solo punto. Ese estado meditativo me permitió conectar con mi lado esotérico y espiritual. Puse sobre la mesa mis dos oráculos habituales: las cartas de tarot y el libro I Ching. Pero no pude consultarles nada. Cuando estoy desorientada en un sentido más existencial necesito entrar en mundos imaginarios como lo que construimos en el cine y la literatura. Entonces, fui a buscar una película para encontrar algunas respuestas o señales.
Cuando fuimos brujas (Islandia, 1986) de Nietzchka Keene es una adaptación cinematográfica del cuento Del enebro, de los hermanos Grimm. A diferencia del libro, la película narra la historia desde la perspectiva de dos hermanas que representan a las mujeres que fueron perseguidas y asesinadas en la hoguera durante la Edad Media. Este drama fantástico está protagonizado por Bjork, con 21 años, en el papel de Margit (la menor) y Bryndis Petra Bragadóttir en el de Katla (la mayor).
El portal se abrió. Las primeras imágenes me atraparon como en un acto de brujería. Ingresé en los campos volcánicos de la Islandia medieval y seguí los pasos de Katla y Margit. Ellas tienen un objetivo de supervivencia: huir para evitar el mismo destino de su madre, quien fue apedreada y quemada en la hoguera al grito de bruja. Las hermanas se dirigieron a la montaña en busca de un nuevo hogar. “Nadie debe saberlo, nunca lo contaremos y así no arderemos como las demás”, advirtió Katla. Subieron a sus caballos y emprendieron el viaje. En el camino apareció Jóhann, un hombre viudo que vivía con su hijo Jónas. Ambas se refugiaron con ellos. Pero al poco tiempo, el niño comenzó a sospechar de ellas y esa convivencia se convirtió en una amenaza.
Esta película no logró trascender durante su época debido a sus limitaciones financieras y las dificultades para su exhibición. Tuvo su estreno en el Festival de Cine de Sundance de 1991, cinco años después de su filmación. Afortunadamente, desde 2019, este valioso material de 35 milímetros en blanco y negro fue rescatado de las cenizas y restaurado en 4K por el Film Archive & Theater Research de la Universidad de Wisconsin. La restauración de este largometraje de Keene no solo permitió conocer su ópera prima sino también visibilizar su rol como directora y toda su filmografía.
Volví a mi ritual de esa noche. La vela que había encendido se consumió por completo. Las brujas que vinieron a visitarme me hicieron descubrir que es posible encontrar revelaciones o mensajes del más allá en mundos imaginarios. Ficciones que se parecen tanto a la realidad y pueden representar nuestro poder ancestral y dar visibilidad a las violencias que hemos recibido a lo largo de la historia.