Si no entiendes el triunfo de Donald Trump, lee a Alicia Valdés

Si no entiendes el triunfo de Donald Trump, lee a Alicia Valdés

'Política del malestar' es un riguroso ensayo que introduce en el análisis político algo que, o no se tiene en cuenta, o directamente está denostado: el psicoanálisis y la teoría de los afectos

Texto: Roy Galán

Portada de 'Política del malestar' (ed. Debate)

04/12/2024

“No lo entiendo”. Este comentario recorre la boca de mis amistades una y otra vez al conocerse que Donald Trump será, de nuevo, presidente de los Estados Unidos. No les entra en la cabeza que, alguien condenado por 34 delitos o que recomendó en la pandemia inyectarse desinfectante o la luz solar contra el coronavirus, ostente ese lugar de poder. Tampoco comprenden que haya aumentado al apoyo a su Gobierno por parte de las personas latinas o de las mujeres. ¿Quién en sus cabales podría entender esto?

Es un libro que se preocupa por tratar de iluminar los malestares, los afectos (esos que se encuentran profundamente medicalizados) que se mueven en la política y que, a veces, se manipulan y se instrumentalizan

La primera reacción es la de asumir que la gente que vota a Trump es imbécil, que es tonta, que hay un otro (que nunca somos nosotros) que es inferior intelectualmente, “chusma” enchufada a la “telebasura”, infrahumanos que habitan un inframundo. Es muy tentador (y simple) pensarlo, usar nuestra superioridad moral para alejarnos de los demás como si a los demás no les atravesara nada, como si fueran fabricados en colmenas, como si…

A toda esa lógica de incomprensión he respondido exactamente lo mismo una y otra vez: Yo tampoco sé, pero tienes que leer Política del malestar de Alicia Valdés (editorial Debate, 2024). Hay que leerlo porque es un riguroso ensayo que introduce en el análisis político algo que, o no se tiene en cuenta, o directamente está denostado: el psicoanálisis y la teoría de los afectos. Un libro que se preocupa por tratar de iluminar los malestares, los afectos (esos que se encuentran profundamente medicalizados) que se mueven en la política y que, a veces, se manipulan y se instrumentalizan.

Se introducen de esta manera otros escenarios posibles en los que aparecen conceptos como el deseo, el goce, el inconsciente o la pulsión de muerte, que nos ofrecen preguntas distintas a aquello que no sabemos responder. ¿Podría ser que la gente votara en contra de sus intereses materiales porque lo que se mueve es algo que tiene que ver con un afecto? ¿Puede votar la gente “en contra” de su razón simplemente porque desean parecerse a aquello que votan? ¿Podría ser que hubiera mujeres votando a Donal Trump porque les recuerda a su padre y la “seguridad” que les daba? ¿Quizás las personas latinas se sienten más estadounidenses (y menos latinas) si votan a alguien que desprecia a los latinos? ¿Y si lo que deseamos es alguien que lo destruya absolutamente todo porque así no solo yo cargaré con mi malestar? ¿Qué pasa con lo que “no sabemos”? ¿Qué hay del inconsciente?

Valdés: “¿Cómo puede identificarse con un líder como Donald Trump una persona pobre racializada? Construyendo una imagen tan diabólica del excluido que consiga que ni el propio excluido desee identificarse consigo mismo”

Alicia Valdés es politóloga y doctora en Humanidades. Su trabajo es transdisciplinar y se centra en el psicoanálisis, la filosofía y la política. Es autora de varios artículos académicos y del libro Toward a Feminist Lacanian Left. Theory and Intersectional Politics (Routledge, 2022).

En Política del malestar, escribe: “Donald Trump usó la estrategia retórica del amigo y del enemigo en su campaña electoral con el eslogan ‘Make America great again’, tras la que introdujo políticas neoliberales en detrimento de los servicios públicos, del estado de bienestar o de la migración. Tanto su proyecto como su partido contaron con el apoyo de notables figuras racializadas, como el artista Kayne West, y con el beneplácito de parte de la clase obrera. ¿Cómo puede identificarse con un líder como Donald Trump una persona pobre racializada? Construyendo una imagen tan diabólica del excluido que consiga que ni el propio excluido desee identificarse consigo mismo.”

Frente a una concepción del mundo de la Ilustración dominada por la razón y por la voluntad, del rasgo profundamente masculino de saberlo todo, este libro pretende ser un texto aterrizado, algo que pueda ser “usado”, y para ello se plantea con la suficiente generosidad para que nadie se quede fuera; también el enemigo, el imbécil, el otro, para que sea entendido sin prescindir de la complejidad de lo que se trata. Esta apuesta por lo comunitario, por la puesta en común, tiene una clara vocación de ser practicada, porque no se queda simplemente en elaborar un marco teórico impracticable (con la consiguiente pregunta de: vale, ¿y ahora qué?) sino que es una apuesta por la imaginación y por la transformación, por poner en movimiento esa desafección que nos inmoviliza y nos hace creer que todo es lo mismo, que si no se consigue todo entonces no se consigue nada, que es imposible imaginar otra realidad porque el mundo es así y no va a cambiar.

Decía el director de cine Ken Loach que cuando la gente pierde la esperanza vota al fascismo. Este ensayo trae algo de esperanza porque nos saca de un letargo dialéctico en el que queremos ganar, tener la razón y buscar las explicaciones más allá de las “despreciables” pasiones humanas. Esas que a veces nos impiden salir de la cama y, otras, nos ayudan a hacer amigas para seguir no entendiendo nada juntas.

 

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