“Me imagino atreviéndonos a pedir, pactar y hacer lo que realmente nos da placer”

“Me imagino atreviéndonos a pedir, pactar y hacer lo que realmente nos da placer”

A propósito de la exposición Metáfora project, hablamos con la artivista Patricia Carmona sobre diversidad funcional, capacitismo, deseo y sobre el derecho al acceso al propio cuerpo y a la autoerótica.

Patricia Carmona./ Foto: Paroma Basu

15/01/2025

La artivista Patricia Carmona (Granollers, 1982), también conocida como Nodual, inicia su vida como deportista, en concreto practica la gimnasia artística, llegando a competir a nivel estatal. A los 18 años sufre una caída durante un entrenamiento que le provoca una lesión medular cervical.

Este hecho cambia su trayectoria vital: al principio intenta recuperar al máximo posible la “normalidad” y la “autonomía”, haciendo todo lo que se supone que debe hacer, con el objetivo de ser aceptada y reconocida. Pero posteriormente siente la necesidad de adentrarse en un proceso de cuestionamiento de lo anterior y, en particular, de explorar las posibilidades de los cuerpos con diversidades funcionales, y muy especialmente, el deseo, el placer y la sexualidad.
En este camino, Patricia Carmona ha recurrido a múltiples disciplinas: desde la danza (por ejemplo, es la fundadora de Liant la Troca junto con el coreógrafo Jordi Cortés, colectivo de danza integrada pionero en Cataluña), a la performance, al shibari, al arte en general… También lleva a cabo una importante labor divulgativa y sensibilizadora desde la formación, las charlas, talleres, etcétera.

Actualmente es una de las personas vinculadas con la exposición fotográfica participativa Metáfora project, donde a través de la escenificación de diferentes fantasías eróticas, se pone en el centro la capacidad para el deseo y el placer desde y hacia los cuerpos con diversidad funcional. Se ha podido visitar hasta el 10 de enero de 2025 en el centro TPK de arte y pensamiento contemporáneo en L’Hospitalet de Llobregat. También podrá verse a partir de marzo en el Centro LGTBI de Barcelona.

Más allá de la diversidad funcional en sí misma, ¿qué impacto tienen el accidente y posterior diagnóstico en tu vida?

Es un impacto total en todas las áreas de mi vida. Cuando tienes dieciocho años, comienzas a volar, piensas que ya eres adulta. Me encuentro con que al principio no tengo mucha movilidad de los brazos, pero voy recuperando… es un proceso de seis años hasta llegar a poder hacer transferencias, vestirme por mí misma… Necesitas a una tercera persona para vivir tu día a día. Hay una pérdida de todo. De identidad porque te visten de otra manera. De intimidad porque todo el mundo entra en la habitación donde estás, necesitas ayuda y todo el mundo te ve lejos. De continuar estudiando y de amistades también, porque la gente no está preparada para afrontar algo así.

El accidente salió en la prensa con un enfoque sensacionalista, y claro, dolía. Había muchas personas que estaban en clase conmigo y cuando me veían por la calle en silla de ruedas, cruzaban para evitarme. Son situaciones dolorosas para una persona de 18 años. Al final las amigas quedaban contigo por la tarde a tomar el café, pero luego no eras la amiga para ir de fiesta o para ir de viaje.

Implica perder también tu juventud, lo que te toca hacer en ese momento. El tema también del género, de ligar o de gustar, de la identidad. De cómo te tratan con condescendencia y las miradas, todo eso. De repente, aunque tú sigues siendo la misma persona (no sientes que hayas cambiado nada) todo ha cambiado. Eres otra persona, no te reconoces y no sabes muy bien cómo colocarte.

En relación con todo lo anterior, ¿sientes que el cuestionamiento de la norma capacitista desde la diversidad funcional también influye en el cuestionamiento de otras normatividades estructurales, como por poner algunos ejemplos, la normatividad de género o la cisheteronorma? ¿Crees que has llevado a cabo un proceso de reapropiación de tu cuerpo y tu vida?

Al principio hice un poco lo que pude. Por ejemplo, en el terreno de la sexualidad, tenía experiencias que no eran gratificantes, siempre eran con chicos, intentando gustar. Mi vivencia ha sido como mujer, creo que como muchas otras, esto implica sentirte sumisa o pensar que no puedes decir que no. Con el agravante de que, como socialmente no eres una persona deseable, y así te lo hacen saber constantemente, cuando llega una oportunidad no estás en condiciones de lanzarte a celebrar y ponerte a decir lo que quieres o no quieres. Tampoco conocía mi cuerpo, no había tenido la posibilidad de tener asistencia sexual u otras herramientas para descubrirme a mí misma, tampoco sabía lo que me gustaba o no, o qué podía o no podía hacer.

El agravante de la diversidad funcional todavía te pone en más riesgo de violencia porque dependes totalmente de la otra persona: si haces algo y estáis a solas, ir al baño o vestirte te pone en un lugar de vulnerabilidad muy grande y de no poder decidir lo que quieres. Con la carga estructural de pensar que esto es normal, que así es como debe ser.

Partes de la idea de que no eres una mujer para les demás: no sirves, no puedes cuidar, hacer las cosas de la casa. Intentas colocarte en ese lugar porque es lo único que conoces, aunque no te dé placer ni sientas que te lleva a algún lado, lo sigues intentando. El único sentido era ser como cualquier persona de la misma edad, el premio de que alguien te desease. Esto me lleva a cuestionar cómo ser una mujer más allá de este estereotipo y a cuestionar los deseos hacia otras identidades.

Otra cosa es el cuestionamiento de la autopercepción de la belleza. Por ejemplo, mis manos eran una de las cosas que, cuando bailaba, no me gustaban nada, o la autopercepción de que no eres armónica. Este ha sido otro proceso también. La danza ha sido clave en este sentido, me ha permitido ver a otras personas con el mismo movimiento que el mío, ver esa belleza, y por lo tanto, ver que mis movimientos también pueden ser bellos, dentro de la diversidad.

¿Cómo llegas al postporno? Y, vinculado con esto, ¿podrías explicarnos en qué consistió el proyecto Nexos?

Llego al postporno a partir del documental Yes We Fuck, en el que muchos compañeros que venían de la danza participaban. Quería ir, pero no vivía en Barcelona y me dio miedo y vergüenza. Luego los compañeros me explicaron que se lo habían pasado muy bien, estaban contentos de lo que habían descubierto con Urko y La Majo, del colectivo Post-op. Me dije a mí misma que a la siguiente me apuntaba. Después del documental propusieron hacer un corto erótico postporno y me lancé. Yo siempre voy de 0 a 100.

Al ponerme en primera persona después me acojoné. Pensaba “¿dónde me he metido?”. Urko me hizo coaching explicándome por qué hacíamos esto y me quedó grabado a fuego. Lo hacemos para que otras personas tengan representación y así sea más fácil tener referentes. Creo que todavía lucho por lo mismo, por crear otras posibilidades y mundos posibles.

Esta experiencia supuso un antes y un después, por ejemplo en relación con el género y la diversidad funcional. Hablábamos de cómo desde la perspectiva de la diversidad funcional reclamábamos aseos adaptados diferenciados para mujeres y hombres, ya que debido al capacitismo no se nos ve como seres sexuados, mientras que la gente trans nos recordaba que era muy guay la libertad de carecer de género. Podíamos cuestionar nuestras miradas. Cada reivindicación tenía su razón de ser, pero nos pareció que uniéndonos como colectivos podíamos apoyarnos y retroalimentarnos de formas muy potentes.

A partir de ahí sentí una gran liberación respecto a la idea de mujer que debes perpetuar. Llegar a la conclusión de que, dado que esto es una fantasía, podemos deconstruirlo.

 

Una de les fotos del Metafora Project./ Cedida

Una de las fotos del Metafora Project./ Cedida

Me gustaría preguntarte sobre alguna performance o espectáculo en el que hayas participado que haya significado algo especial y por qué.

Pienso en la primera actuación con Liant la troca. Éramos seis personas y actuamos en la calle, en la plaza de Granollers, frente a la iglesia, mientras pasaba mucha gente. Fue posible gracias a un proceso de crecimiento muy potente que me permitió romper la mirada interna de lástima. Ponerme delante de personas para quienes no valgo, para quienes mi cuerpo es erróneo y para quienes mi vida vale menos porque “he acabado en una silla de ruedas”.

Fue muy terapéutico, aunque no quisiera caer en el enfoque capacitista de que cualquier cosa que una persona con diversidad funcional haga, ya sea danza, natación, lo que sea, es terapéutico. Todo lo que te permite trabajar y transformar las emociones y, en particular, el arte, es terapéutico, para todo el mundo.
También ha pasado que hemos actuado en el Mercat de les Flors o en el Teatre Nacional de Catalunya, lugares donde nunca habían actuado personas con diversidad funcional, lo que provocó que tuvieran que adaptar las instalaciones. Estaba previsto que pudiéramos asistir al teatro como espectadoras, pero no como artistas.
Comienzo con Liant la troca y más adelante también empiezo con el tema de la performance. Conozco el shibari, en el que habitualmente quienes hacen de modelos son mujeres con cuerpos normativos. Encuentro algo muy potente mostrarme en otro aspecto más erótico.

También quisiera mencionar aquellos espectáculos que no he hecho, que he rechazado como reivindicación. Es muy difícil salir de los circuitos cerrados y, en cierto modo, obsoletos de la danza. Porque te consideran una voluntaria y no te pagan. O porque no tienen en cuenta si tienes asistencia personal o no se toman en serio la cuestión de adaptar el espacio tanto para nosotras como para las personas que asisten al espectáculo.

En el año 2023, desde Sida Estudi promovisteis el proyecto “Tu cuerpo, tu campo de placer”, que ganó el premio 8M Maria Aurèlia Capmany del Ayuntamiento de Barcelona, en el cual se cuestionan los estereotipos sobre la sexualidad de las mujeres con diversidad funcional. ¿En qué ha consistido y qué ha representado para ti este proyecto?

Teniendo en cuenta mi trayectoria tratando de descubrir otros imaginarios sexuales y generar aperturas respecto a las diferentes identidades, orientaciones y maneras de vivir, me doy cuenta de que muchas personas con diversidad funcional, a pesar de estar en otro lugar respecto a las identidades hombre-mujer, siguen en un paradigma cis-hetero normativo.

Primero hice una prueba en Ca la Dona realizando ocho sesiones de talleres no mixtos, sintiéndome una impostora ya que yo no he estudiado educación sexual, pero quería transmitir lo que había aprendido en este tiempo. Funcionó muy bien, me di cuenta de que faltaban recursos. Me acerqué a Sida Estudi, donde lo recibieron muy bien y me propusieron presentarnos al premio.

Actualmente participas en el Metáfora project. ¿De dónde surge la propuesta?

La propuesta en relación con el premio incluía los talleres, a los que añadimos una campaña audiovisual y una exposición fotográfica, esta última es Metáfora project. La idea era dirigirnos al propio colectivo, pero también a la sociedad, cambiar los imaginarios. Yo puedo empoderarme mucho, pero si luego salgo a la calle y la gente no ha cambiado, seguiré recibiendo violencia.

La sexualidad tiene que ver con una estrategia política: cuestiona la infantilización hacia las personas con diversidad funcional. Una persona con una diversidad en el habla o cognitiva sigue siendo una persona, no se debe infantilizar. Además, hablar desde la sexualidad y el placer es divertido.

¿Cuál ha sido el proceso para llevar a cabo el proyecto? ¿Cómo construís las escenas y fantasías desde el consentimiento y la comodidad de todas las partes implicadas?

Es importante remarcar que el proyecto lo lideran personas con diversidad funcional: “Nada de nosotres sin nosotres”. Además, las personas participantes del Metáfora project han formado parte de la iniciativa desde el principio, un proceso de dos años. La campaña visual ha sido un proceso participativo en el que cada persona ha decidido cómo quiere representar sus fantasías sexuales o eróticas, cómo presentar su historia. Cada persona con sus maneras y sus procesos vitales para llegar hasta aquí y atreverse a poner el cuerpo. Hemos podido elegir sin que nadie nos dijera “haz esto o haz aquello”.

Hay ciertos sectores (incluyendo algunos que se autoenmarcan en el feminismo) que argumentan que no existe un derecho al placer y en particular se oponen a la figura de la asistencia sexual. ¿Qué opinas sobre esto?

Nosotras lo enmarcamos en el derecho a acceder a tu propio cuerpo. Mientras la asistencia personal tiene que ver con decidir cómo te duchas, cómo te vistes o a qué hora te levantas, la asistencia sexual es una figura para garantizar que tengas acceso a tu propio cuerpo y a tu autoerótica. Ya si es placer o no, es otra cosa.

La asistencia sexual tiene que ver con personas que quizás no pueden tocarse, pero también tiene que ver con que te acompañen para tener sexo con otras personas y, por lo tanto, con la prevención de violencias, ayudándote con cosas que necesitas, a desvestirte, vestirte, irte, etcétera.
La asistencia sexual se enmarca en el trabajo sexual, pero también en la asistencia personal porque tiene que ver con acceder a tu propio cuerpo y poder tomar decisiones en el ámbito sexual. El Estado debería garantizar este derecho.

En la exposición Metáfora project se problematiza explícitamente el hecho de que incluso en ambientes politizados en los que se supone que existe una deconstrucción previa, hay dificultades en relación al deseo y a la sexoafectividad hacia personas con diversidad funcional. ¿Por qué esto todavía nos pasa?

Porque el hecho de ser queer no te quita lo capacitista. Somos todas modernas y hacemos cosas modernas, pero en nuestra cabeza seguimos siendo capacitistas, gordofóbicas, transfóbicas, racistas, etcétera. Somos un colectivo que acaba homogeneizándose, nos acabamos cortando el pelo de la misma manera.

Pero sigue pasando que mucha gente queda fuera de esos espacios. Mucha gente transfeminista vive junta, pero si tienes diversidad funcional no puedes vivir en esos espacios porque no son accesibles. No puedes compartir la intimidad de cada día. No puedes ir a la fiesta en un terrado porque hay escaleras. Al final no puedes acceder a espacios donde la gente se encuentra, intiman y pasan cosas.

¿Cómo están siendo las reacciones de las personas que asisten a la exposición? ¿Qué tipo de cuestiones surgen durante las visitas guiadas?

La gente no habla mucho. El otro día vino un grupo de integración social, de entre 16 y 18 años, les pedí que dijeran una palabra al final y decían “impactante”. También “fantasía”. Vino una mujer mayor en silla de ruedas y dijo que la exposición la violentaba, que esa no es nuestra sexualidad todo el tiempo. Claro que no, estamos ficcionando una realidad que nos gustaría representar. No estamos diciendo que la sexualidad de las personas con diversidad funcional va de látigos y estar atadas. Simplemente eso es posible y hay más maneras de hacer las cosas. Hay muchos tabúes tanto dentro como fuera del colectivo. Hacen falta más conversaciones. A la gente le cuesta y, en realidad, a veces incluso me cuesta a mí. Todas podemos sentir vergüenza, tenemos nuestros traumas.

Dada tu trayectoria de casi dos décadas, ¿sientes que te quedan horizontes por explorar? ¿Hay algo que te haga ilusión ahora mismo y que nos quieras/puedas compartir?

Desde Sida Estudi estoy en un proyecto que evalúa la pedagogía de la educación sexual feminista para que sea más anticapacitista. Me parece interesante llegar a las escuelas y que se pueda incluir esta mirada.

También me gustaría poder llegar a muchas personas con diversidad funcional a las que no les llega información sobre derechos sexuales porque están en ciertos lugares del territorio y no se pueden desplazar. Aprovechar las tecnologías. Se hacen muchas formaciones de asistentes personales, pero ¿quién forma a las personas con diversidad funcional? Tal vez no conocen la figura de asistencia sexual ni conocen sus derechos y deberes. Creo que esto frenaría la violencia que sufrimos. También estoy formándome en acompañamiento del duelo.

Me imagino atreviéndonos a pedir, a pactar y hacer lo que realmente nos da placer, disfrutar de nuestra sexualidad como queramos. A veces tenemos las herramientas, pero no nos atrevemos a utilizarlas, especialmente las personas socializadas como mujeres. Cosas como pedir una cita. Que todo esto sea desde la ternura radical, desde los cuidados. Que no haya barreras.

 

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