La primera mujer no existe
El Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz de Bilbao lleva casi medio siglo custodiando la memoria feminista para recuperar la genealogía del movimiento y la sabiduría de quienes estuvieron antes.
Begoña Mendia y Miren Llona en el Centro de Documentación Maite Albiz.
“Todo empezó en una cocina, en el piso de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia en la calle Torre [en Bilbao] en el año 1982”, cuenta la historiadora Miren Llona. Begoña Mendia, cofundadora de la Asamblea y militante feminista “de toda la vida”, asiente: “Empezamos haciendo recortes de prensa, guardando los panfletos o las cosas que íbamos haciendo”. “Era todo muy manual”, recuerda Llona, pero el archivo que empezaron a construir entonces guarda documentos del movimiento feminista desde el año 79. Entonces no tenían acceso a la prensa internacional, “no teníamos muchos idiomas”, dice Mendia. La articulación era a través de la coordinadora feminista estatal y lo que llegaba de fuera venía por periódicos como El País o Egin. “Aunque algunas estuvimos en Greenham Common en el verano del 84 y algo trajimos. Después fuimos a Holanda a otras jornadas sobre derechos reproductivos de las mujeres”, añade.
Estamos en el Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz [nombre de la primera documentalista del centro, ya fallecida] en Bilbao, en el edificio La Bolsa del Casco Viejo. Este local municipal llegó una década después del comienzo en aquella cocina. Es una estancia de unos 30 metros cuadrados dedicados a la memoria feminista que empiezan a quedarse pequeños, llenos de libros, con carteles en las paredes y archivadores con documentos, actas de asambleas y otros recortes. 7.000 monografías, revistas especializadas en temas feministas y estudios de género, 300 películas y documentales, más de 3000 documentos y 1.800 carteles que recogen el activismo del movimiento feminista vasco en los últimos 40 años.
Era febrero de 1976 cuando un grupo de mujeres fundó la Asamblea de Mujeres de Bizkaia
Un par de ventanales de madera amplios, de edificio antiguo, dan a la calle. Marijo Sola es la documentalista del centro. No aparece en la foto de esta pieza porque, durante la entrevista, seguía trabajando en el ordenador. Por sus manos pasan todos los documentos que se almacenan: “Recuerdo uno sobre un pueblo de las mujeres que hicieron, o algo así. Si te puede interesar, te lo busco”, dice mientras enseña un cuarto más pequeño, conectado por una puerta con el archivo. Ahí hay otra estantería llena de cajas que va de pared a pared, del techo al suelo. “Todo esto es de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia”, señala.
Era febrero de 1976 cuando un grupo de mujeres fundó la asamblea. Desde el principio tuvieron claro que hacer recortes de prensa era primordial. Gran parte de esos documentos estuvieron durante mucho tiempo en un trastero de Mendia y después los cedió al archivo. Son el relato del feminismo como una forma de vida, documentos del día a día, con “mucha variedad de temas. Te sientes muy identificada con ese modo de vida, porque lo hemos compartido. Tiene un valor testimonial enorme”, explica Miren Llona. Un relato que ahora han digitalizado y que presentarán el próximo 13 de marzo en su local del número 10 de la calle Pelota.
“Hubo muchas mujeres en la República que eran supersabias a las cuales nosotras no tuvimos acceso”
“Habíamos perdido la genealogía. Hubo muchas mujeres en la República que eran supersabias a las cuales nosotras no tuvimos acceso. Y habitualmente se comete ese error de que cada una cree que empieza el mundo con ella, que es la primera. Pero en nuestro caso, con más razón, porque eran 40 años de oscurantismo. Habíamos empezado a reunimos en torno a octubre del 75, Franco se muere en noviembre de ese año. Y esa pequeña comisión que estamos ahí, que al final se articula en una asamblea el último sábado de febrero del 76, muestra de alguna manera la efervescencia que había, que era impresionante. No sé en otros países, pero aquí era tal ruptura que para nosotras era como empezar. Y ese sentido está muy bien que esté recogida esa historia de cómo comenzamos desde cero por ignorancia, por efecto de la dictadura”, dice Mendia. La militante le tiene especial cariño al texto fundacional de la Asamblea: “Es una hojita y hay una condensación de todo lo que en ese momento, fíjate, en febrero del 76, necesitábamos, queríamos, soñábamos. Ahora es interesante hacer una exégesis del texto, desde que lo que hablas, cómo hablas, cómo usas los masculinos, los femeninos, los plurales, todo, ¿no? Tiene 49 años”.
Acta fundancional Asamblea de Mujeres de Bizkaia. | Cedida por el Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz.
“El poder puede volver a silenciarnos”
El archivo nace para recuperar a las ancestras, pero también para el debate, señala Llona: “Encontrábamos debates internacionales y hacíamos fotocopias para todo el mundo. Creo que también nace de la desconfianza de las feministas hacia las grandes instituciones de poder que son las que seleccionan y jerarquizan qué debe ser recordado, es decir, las universidades, los museos, los archivos que nos han invisibilizado históricamente. Tenemos que tomar conciencia de que el poder puede volver a querer silenciarnos”. Por eso, insiste en la importancia de los lugares de la memoria como lo es este centro, “un lugar de la memoria de la autogestión del movimiento feminista”. Y propone otros. Uno en Bilbao para las 11 de Basauri que lucharon por el aborto, frente a los juzgados, en Jardines de Albia. “Ahí se lio una buena”, asiente Mendia. “Por eso, aunque tengan otro en Basauri”, dice Llona. Estos lugares, explican, no solo reconocen a aquellas mujeres, recuerdan que otras no tienen derecho al aborto hoy en día, recuerdan que los derechos no caen de la nada: “Lo hemos conseguido colectivamente”, afirma la historiadora.
Los carteles de las paredes de la estancia muestran a algunos de los rostros más reconocibles: Frida Kahlo, Virginia Woolf. Pero en los archivos, los tesoros más importantes son las actas, debates, papeles y ponencias de jornadas feministas con las que luego se hacían libros que las asistentes se llevaban a su casa. “La mayor parte de la documentación no está firmada porque era producto de un debate colectivo”, dice Llona.

Mujeres acuden a la convocatoria para pintar el cartel del 8 de marzo del año 90 o 93 en el Parque de Etxebarria de Bilbao. | Foto: Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz.
La cartelería recopilada es, para Llona, “documentación gráfica extraordinaria del estilo y las formas de los mensajes, de la radicalidad del movimiento”. De hecho, si tiene que elegir un documento entre todos los almacenados, no lo duda. Su favorito es el cartel de las 11 mujeres que hizo Núria Pompeia en los años 70 y que se recuperó en los 80: “Me fascina ese cartel rosa con las siluetas, creo que es la expresión más gráfica del movimiento, de la lucha colectiva del movimiento, es alegre, es divertido, ¿no?”.

Cartel Amnistía 11 Mujeres de Núria Pompeia. | Cedido por el Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz.
Frente a esta lucha colectiva sin nombres, Llona reconoce que el contexto ha cambiado mucho: “Ahora hay una obligación de dar una opinión y firmarla. El ambiente entonces era justo lo contrario. También para nosotras, desde la calle, es difícil valorar el nivel de presión, de violencia política, que sufre una mujer que da su opinión públicamente y es visible. Están pagando un precio muy alto. Y desde las bases a veces esperamos que la gente que está arriba sea perfecta y superrepresentativa. Tener el Ministerio de Igualdad es mejor que no tenerlo. Se cometen errores, pero también muchos aciertos y avances”. Para Mendia es importante señalar que ahora hay mucha más representación de las mujeres en la política –“no tanto en la economía”, matiza –: “Hemos llegado antes de ayer. No tenemos experiencia, estamos pagando el precio de la novatada y a la sociedad todavía le cuesta ver a una mujer con poder”.
“Ahora hay una ira organizada contra el feminismo”
El optimismo de ambas es el de quien ha visto muchos cambios. El de unas mujeres que, como dice Miren Llona, ven cómo sus inicios en el movimiento feminista se han convertido en memoria histórica. “Es verdad que ahora hay una reacción [en contra del feminismo] organizada, ira entre los jóvenes, en las aulas, con argumentación compartida. Eso no lo habíamos visto. Tenemos que actuar con esa realidad, hacer pesar más la unidad del movimiento que sus disensos”, reconoce. En este sentido, ambas entienden que el feminismo ahora tiene que ser más transversal. “La sociedad aquí es más multirracial que hace 50 años y somos más conscientes de que pobreza y raza van juntas. Desde la asamblea siempre hemos hablado de las trabajadoras de cuidados que eran las migrantes [estatales] y ahora es más complejo, la sociedad no es consciente del nivel de racismo que practicamos o del privilegio de ser blanco. Tenemos que practicar la interseccionalidad mucho más. En este mundo en que lo ultra está unido por el racismo y machismo, tenemos que estrechar lazos”, aboga la historiadora.
La memoria es militancia
El centro, dicen, está más relacionado con la investigación que con la militancia y para esto Llona insiste en que la memoria es esencial: “Por eso la celebramos. La memoria colectiva del movimiento es frágil en la medida en que la vamos construyendo en el activismo, en la militancia y en las movilizaciones, etcétera; es una transmisión fundamentalmente oral. El centro ha ido recopilando documentos, convertir eso en memoria histórica es lo que cuesta”. “En los últimos años hemos intentado crear los espacios para el debate de los temas que eran importantes, la ley trans, la ley del solo sí es sí, presentamos el documental No estás sola”, completa. Y si las que llegan se hacen socias, mejor, claro. “Para eso, que vengan por aquí”, dice Sola. Ahora son unas 600 que aportan una cuota anual de 30 euros. El centro forma parte de la red de bibliotecas públicas y sus títulos pueden consultarse con un carnet de biblioteca de Bizkaia, pero necesita nuevos apoyos, explican. Las subvenciones ayudan [tienen convenios con el Ayuntamiento, Emakunde y Diputación Foral de Bizkaia], pero no son suficiente. De hecho, construir la herramienta digital y subir el 25 por ciento de los archivos del centro ha sido un proceso largo, de cuatro años, apoyado económicamente por Diputación, en el que han trabajado seis personas, pero especialmente Marijo Sola, como documentalista, y Carmen González, la archivera, que han hecho el trabajo más profesional. Además del fondo personal de Begoña Mendia, el archivo digital que estrenan tiene toda la documentación de la Asamblea de Bizkaia y un fondo de las mujeres feministas cristianas Arna Sartu.
Una mujer entra en la sala y todas la saludan. “Ay, Carmen, tú te acuerdas de dónde puede estar el acta fundacional de la Asamblea”, le preguntan. “Espera, creo que era el archivo 1/13”, dice buscando en una carpeta. Aquí está. “Ella es la documentalista, la que ha diseñado el archivo digital”, explica Llona. “Bueno, diseñar, diseñar…”, replica Carmen González. Miren Llona insiste: “Sí, lo ha diseñado ella”.
Notas Begona Mendia de la primera Asamblea Mujeres Bizkaia. | Cedido por el Centro de Documentación de Mujeres Maite Albiz.