La revolución de la hierbabuena

La revolución de la hierbabuena

Las más crudas situaciones de vida provocadas por las prácticas desiguales que sustentan esta crisis actual, han puesto en pie las voces y reivindicaciones de muchas mujeres en el sur de España dispuestas a hacerse oír en los espacios públicos y políticos que, hasta ahora, no parecían estar hechos para ellas.

Texto: Mar Gallego
30/04/2014

El caso de las vecinas de la Corrala Utopía en Sevilla o la intervención en el pleno de Cádiz de la ahora lideresa Inmaculada Michinina con frases como “déjennos tener dignidad” han dado la vuelta al mundo y están rompiendo cimientos que parecían inquebrantables dentro de los protocolos y deshumanizadores procesos y trámites políticos. Las mujeres unidas están generando un panorama de lucha sin igual con patrones comunes basados en la unión, la reivindicación constante y el apoyo popular.

Venir a hablar de “crisis” a las mujeres es como contarle a un esquimal los diferentes tonos de color blanco que existen. Las identidades femeninas siempre han permanecido en crisis: económica, social, cultural… y las estrategias conjuntas de supervivencia se han ido desarrollando desde el ámbito de lo “privado” hasta que lo personal, como defendía Kate Millet, ha empezado a tomar conciencia de “político” de manera contundente. En este caso, lo empieza a hacer en la mentalidad de las mujeres y en las acciones de empoderamiento llevadas a cabo en los espacios públicos y políticos bajo el fin de visibilizar sus diferentes situaciones.

De los mil trescientos millones de personas que viven en pobreza extrema, casi mil millones son mujeres. La feminización de la pobreza va unida a una brecha salarial considerable entre mujeres y hombres. Solo en España, una mujer debe trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre, según datos recientes de un estudio realizado por el sindicato UGT. Asimismo, España se encuentra entre los países de la Unión Europea donde ha aumentado esta brecha salarial durante la crisis hasta situarse en el 17,6%, por encima de la media comunitaria, que está en el 16,4%.

Una traba para la organización es no poder o querer verbalizar la situación de pobreza. El sistema fomenta el sentimiento de vergüenza

El panorama presente, unido a otras restricciones políticas que se imponen sobre los cuerpos de las mujeres, ha desencadenado en un modelo de reivindicación en el que ellas han son las principales protagonistas: es el caso de la Corrala de Vecinas La Utopía, la intervención en el pleno de Cádiz de Inma Michinina y otros casos de madre okupas y reivindicativas. Un modelo que, aunque siempre existió, ahora reaparece con mayor impacto tomando la palabra, reivindicando y dando importancia a sus propias situaciones y consiguiendo resultados.

Utókupas | Corrala de vecinas La Utopía

Luchas conseguidas que incluso han hecho temblar a la propia coalición andaluza formada por Izquierda Unida y Partido Socialista que ha acabado por quitar las competencias en vivienda al primero tras haber realojado a las 22 familias que fueron expulsadas de la corrala de Sevilla. Así,  éstas han visto reconocido el derecho a una vivienda que llevaban exigiendo desde hace dos años.

El caso de la Corrala Utopía ha sido sin duda un ejemplo de unión entre mujeres para la reivindicación de sus derechos básicos. La Corrala Utopía es un edificio que fue ocupado en 2012 en Sevilla por todas esta familias envueltas en problemas sociales y sin alojamiento. El edificio fue comprado posteriormente por Ibercaja, que amenazó con desalojar a las familias residentes allí. La amenaza finalmente se llevó a cabo.

La lucha se ha reivindicado de manera visible desde aquel año, con acciones concretas de protesta bastante curiosas y con un gran apoyo vecinal y, lo más importante, siempre reconociendo el liderazgo de las vecinas en la lucha por el cambio. Aguasanta, Toñi, Marisa, Elena, Ana, Vanessa, Manoli, Irma son solo alguna de ellas. El movimiento sumamente organizado ocupó un edificio de la Avenida de las Juventudes Musicales que pertenecía a una gran constructora en bancarrota. Las viviendas se llenaron de carteles con el lema “sin agua, sin luz, sin miedo, por un alquiler social”. Tras éstas se encontraban diferentes historias de mujeres en situación de desempleo de larga duración, sin subvenciones sociales, provenientes de empresas en quiebra, etc. y sin posibilidades de vivienda.

Varias mujeres gaditanas han interrumpido los plenos municipales con frases como “si yo no hablo tú no hablas” o “déjennos tener dignidad” y enfrentándose de manera directa a alcaldesa y responsables políticos

La lección que da la Corrala es la de la recuperación de la solidaridad que se extendía en aquellos patios vecinales donde a la gente le importaba (o parecía importarle) la otra gente. Una de las vecinas de la Corrala lo llamaba “la revolución de la hierbabuena”: “Llamar a la puerta de al lado y pedir a tu vecina la ramita de hierbabuena, el azúcar o lo que sea…”. Costumbres que hemos perdido con un ritmo de vida y una estructura económica que fomenta las individualidades extremas y las soledades mayores aún.

Uno de los puntos que estas mujeres resaltan con más ímpetu es el hecho de poder dar voz a su situación sin sentir vergüenza por su circunstancia de pobreza. El fomento de este sentimiento es otra de las estrategias usadas por el sistema para reprimir las uniones. Tal y como apuntaba una de las vecinas, “la pobreza tiene un algo de ingrato que nos lleva a un sentimiento de vergüenza que, sin duda, hay que romper”.

“Sin luz, sin agua, sin miedo. La Corrala no se rinde. Sólo podemos vencer”. Finalmente la Corrala venció haciendo temblar al propio gobierno autonómico con sus protestas.

“Si yo no hablo tú no hablas” | Mujeres Okupas en Cádiz

Cádiz, además de por sus carnavales, es conocida por ser una de las ciudades europeas con mayor desempleo. En los últimos meses, cada pleno municipal se ha convertido en el lugar donde las y los ciudadanos piden a gritos sus reivindicaciones básicas mientras que, con suma indiferencia, se impone la resolución de cada punto del día: teatro de títeres, mantenimiento de jardines y mirada anclada al papel de las y los concejales presentes…

La indignación es tal que varias mujeres se han convertido en centro de las protestas en cada pleno. Son los casos de Aysha Elmortada y Milaros Arzúa; ambas madres y ambas con la experiencia de ser okupas por falta de opciones.

La primera de ellas fue realojada en una pensión y sin soluciones a la vista a pesar de tener a un menor a cargo con problemas de salud. La tensión de Elmortada se hizo patente en uno de los plenos en los que acabó enfrentándose de manera directa a la alcaldesa popular Teófila Martínez. Con un “si yo no hablo tú no hablas… Al menos alcaldesa míreme a la cara”, fue expulsada del pleno por el personal de seguridad.

Por su parte, la lucha de la gaditana Milagros Arzúa comenzó cuando se vio en la calle durmiendo en el vehículo de un amigo con su bebé de nueves meses en Gerona (uno de los tres hijos que tiene). De allí regresó hace tres años por problemas personales y por la ruptura de la relación con el padre de su hijo. Tras un ir y venir de casa en casa, volvió a un coche prestado y, de ahí, a ocupar una casa que le ofreció una vecina que tenía las llaves de la antigua inquilina. Su objetivo ahora es que no la desahucien. En cada alarma de desahucio las y los vecinos de Arzúa se amontona a centenares en la puerta para evitarlo. Asegura que tiene menos miedo.

 

En este último caso, una inmobiliaria se ha ofrecido a ofrecerle vivienda siempre y cuando el Consistorio cumpla con unos pagos básicos. No hay que olvidar los factores estructurales que hacen que estas situaciones se produzcan en los casos de estas dos mujeres: la imposición de los cuidados de los hijos e hijas a las mujeres, la violencia económica en la que se encuentran y, de nuevo, dar por hecho que en situaciones así deben conformarse con cualquier cosa. Ni lugar para llevar a cabo un proceso psicológico propio por la imposición de tener que atender antes necesidades externas: nunca propias. No hay que olvidar que el 90% de los hogares con personas adultas o hijas o hijos a cargo están sustentados por mujeres.

Inmaculada Michinina | “Déjennos vivir con dignidad”

Y nos seguimos quedando en Cádiz con la mujer que puso el pleno patas arriba y que, finalmente, con el revuelo mediático armado, consiguió lo que pedía: una licencia para poder vender en un mercadillo y sobrevivir.

Michinina, portavoz de vendedoras y vendedores sin licencia del mercadillo de El Baratillo, se ha convertido en lideresa en Cádiz tras un acto espontáneo en el pleno. La portavoz acudió con el turno de palabra y con guión en mano a exponer su situación. Ante la pasividad del pleno, abandonó la lectura del papel y decidió expresar de manera espontánea a lo que sentía. Sus palabras han recorrido el mundo y la han convertido en un referente en las luchas sociales por, según dicen, haber dado voz al pueblo a través de sus intervención.

“Nos demostráis en cada pleno que pasáis de nosotros, que os importamos tres pitos. Nosotros, que os hemos dado ese puesto de trabajo por el que vosotros cobráis y nosotros cobramos una puta mierda […]¡Déjennos tener dignidad!”, aseguraba Michinina en su intervención.

Gracias a las inmensas repercusiones que tuvieron sus palabras, finalmente se concedió la licencia a 49 familias que sobreviven gracias a la venta ambulante en Cádiz. Michinina posó incluso semidesnuda para la revista Interviú y se va a presentar como candidata a la alcaldía de Cádiz con el partido Ciudadanxs por Cádiz tal y como hizo en Perú Yoni Hinojosa, primera alcaldesa de Chacán que ahora fomenta cooperativas de mujeres.

Son historias de personas que se cansaron de estar a la sombra de las chaquetas y de las decisiones grises que nunca parecen amparar sus propias vidas. Decisiones políticas alejadas de las casas, de las necesidades básicas de las mujeres, que no conocen de hierbabuenas ni les importa, que piensan que todo lo personal en la vida de éstas es solo personal y que los plenos y las decisiones importantes deben hablar de mantenimientos de jardines y de teatros de títeres. Políticas que usan a las mujeres como moneda de cambio para contentar a otros poderes y que ni las miran a los ojos ni le interesa que tengan una pizca de dignidad.

Llega la revolución de la hierbabuena. Detrás de las puerta hay otras mujeres. Detrás de las puertas hay otras personas.

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