Padres secuestradores, madres castradoras y princesas insumisas
Ser una feminista en el Zinemaldia, mola. Ser una píkara entre pelis mola aún más. Ya terminado el Festival, en esta última ronda aportamos críticas de 'Tigers', ''Murieron por encima de sus posibilidades' y 'Vie Sauvage/Wild Life', las tres de la Sección Oficial; 'La madre del cordero', de Nuevos Directores y 'Kaguya-Hime no monogatari/ The tale of de Princess Caguya', de Perlas. Una selección cargada de crítica política y social, así como de mujeres que se rebelan contra los mandatos sexistas y dan un giro a sus vidas.
TIGERS (Danis Tanovic, India, Francia, Inglaterra, 2014). La miseria de las mujeres/madres como negocio
Pakistán, 1994, Ayan es un joven representante que intenta vender fármacos genéricos. Cuando le surge la oportunidad de trabajar para una multinacional que vende entre otros productos leche de fórmula para bebés, no duda en volcarse en su trabajo. Todo va muy bien hasta que por medio de su amigo médico Taiz descubre los efectos del producto que representa: los niños y niñas mueren.
Tigers no es una película redonda. En la mayor parte del metraje roza el telefilm. Pero es una película efectiva y necesaria. Narra la catástrofe que supuso para ciertos países -en este caso nos remite a Pakistán en los 90, pero se podría referir a África en los 70 o a Asia en los 80- que la leche materna se viera sustituida por la leche en polvo o la leche de fórmula.
La historia nos remite al rodaje de una película sobre la lucha del protagonista para denunciar a sus antiguos jefes que finalmente no llega a rodarse. Tigers supera este intento fallido anterior y cumple su objetivo de hacer de un producto cinematográfico un hecho político.
Observamos un universo masculino en el ámbito público de las multinacionales. El único personaje femenino relevante en el espacio público es el de Maggi, la representante de la ONU. El personaje de Zaibab, la mujer del protagonista, cumple con una función destacable en el espacio privado. Es quien apoya a su marido en los momentos decisivos. La que pasa de alardear en las fiestas a mantener un compromiso firme que hace decidirse a su marido. Pagará un precio bien alto.
Se echa en falta una mayor profundidad en las razones de esas madres y familias para dejar de amamantar y alimentar a su prole con leche artificial. Un comercial convincente y persuasivo que da regalos y soborna explica en parte un problema estructural que entronca de forma directa con la pobreza, con la insalubridad del agua y unas madres que diluyen polvos en exceso.
MURIERON POR ENCIMA DE SUS POSIBILIDADES (Isaki Lacuesta, España, 2014). Una crítica esperpéntica y androcéntrica a la crisis
Una serie de personajes masculinos se ven abocados por diferentes circunstancias al confinamiento en un hospital psiquiátrico. Lejos de asumir su situación, se organizan para liberar a la sociedad española de los causantes de la crisis. Con un destacable plantel de actores y actrices nos encontramos con una inteligente e incisiva crítica a la sociedad española pasada presente y futura. Una crítica que, a pesar de los guiños, resulta androcéntrica.
‘Murieron por encima de sus posibilidades’ es un esperpento. Un esperpento divertido y ágil que ofrece ciertas claves para interpretar la sociedad española actual. Un grupo de personajes convergen en un hospital psiquiátrico tras matar a alguna persona. Se trata de asesinatos catárquicos. ¿Quién no ha querido matar a una directora de colegio capulla, a un socio que te hunde en la miseria, quién no ha matado a un ser querido desahuciado por compasión, quién no pide una amnistía fiscal a un jefe esgrimiendo los argumentos de la Troika?
La película se carga de un plumazo el legado de la generación de la Transición con José Sacristan (todo un icono) parodiándose a sí mismo con frases como “a mí me han jodido tanto en la vida que lo que menos vergüenza me da es que me persiga alguien como tú” –en alusión al oso panda que se dedica a perseguir morosos- o con la clarificadora “y una mierda que os hemos dejado”. Y por medio del personaje interpretado por Albert Pla, nos induce en un estado casi febril ante la posibilidad de entrar en el Senado y en el Congreso a tiros, de hostiar a jueces, secuestrar a directores de multinacionales o de bancos.
Pero la representación de los personajes femeninos cae en los estereotipos habituales, en los de siempre. Que sí, que vale, que los protagonistas no asumen actitudes machistas de forma abierta -hay referencias al burka, guiños en forma de “hombres sushi” en una fiesta, mujeres en el manicomio- los personajes de la enferma, la madre funcionaria, prostituta en la actualidad o la enfermera cachonda nos remiten a un imaginario patriarcal. Que un poco de feminismo en el esperpento tampoco hubiera desentonado tanto…..
VIE SAUVAGE/ WILD LIFE (Cédric Kahn, Francia, 2014). De cómo una película de custodia puede devenir en pesadilla (Premio Especial del Jurado)
Nora ha decidido escapar de Paco, su marido, y obtener la custodia de sus hijos. Paco, lejos de asumir la situación, decide cogerse la justicia de su mano y comenzar una huida hacia delante donde sus hijos le acompañan de una forma obligada. Cuando Nora aspira a la custodia de sus hijos, Paco, su padre, decide raptarlos ante unas leyes que priorizan la figura de la madre.
Pero la película no va a transitar por un universo común y demasiado invisibilizado y el posible debate sobre la primacía del papel de madre se ve diluido en un drama que recuerda a la angustia de ‘Flores en el ático’ -novela de V. C. Andrews, 1979 y las películas Jeffrey Bloom (1987) y Deborah Chow (2014)- pero con connotaciones ecológicas. En los 10 años que dura el secuestro, Paco impondrá su modo de vida, el único que considera posible. Los niños crecen en la creencia de haber elegido estar con su padre, pero a pesar de la aparente naturalidad de la elección, nunca se les ha dado la oportunidad de estar con su madre.
‘Vie Sauvage’ es una película angustiosa, llena de violencia –curiosamente la violencia más visible es al inicio y al final de la película, los únicos momentos en los que aparece la madre, un personaje totalmente desdibujado- que nos remite a una violencia soterrada, estructural y menos visible, que es la que ejerce un padre autoritario y fascista. Una violencia mucho menos obvia pero que esperamos que el público la sienta y la perciba.
LA MADRE DEL CORDERO (Rosario Espinosa, Enrique Farías, Chile, 2014). Madres castradoras e hijas complacientes
Cristina es una mujer de 49 años que ha vivido toda su vida cuidando a su madre viuda, Carmen. Soltera, sin oficio ni amigos, envejece año a año sin otra ocupación que cargar con su madre. A pocos días de cumplir 50 años, Cristina se reencuentra con Sandra, una excompañera de liceo, quien invita a Cristina a disfrutar y ser la dueña de su propia vida.
La primera película de Rosario Espinosa y Enrique Farías es opresiva. Refleja a la perfección la vida de Cristina, una mujer subyugada por su madre, que dejó su juventud, su trabajo, sus expectativas, para cuidarla. Atrapada en una vida que no es del todo suya, pero que asume con resignación, salvo las menciones sutiles y menos sutiles a la pérdida de la posibilidad de ser madre, su cotidianidad transcurre entre los chantajes emocionalesde la madre ante cualquier conato de resistencia o disidencia, reforzados por la influencia de la Iglesia católica. Y es que el personaje de Carmen, que representa una feminidad patriarcal y controladora que ejerce un gran poder a partir de su papel de víctima y de enferma, no va a permitir que su hija tenga otra vida que la que ella le ha planeado.
Cuando Sandra vuelve al pueblo tras la muerte de su padre, Cristina comienza a salir y a pasar menos tiempo con su madre. Carmen no acepta que su hija pase tiempo con una lesbiana. El conflicto estalla cuando Segundo Leiva, amigo de Cristina, agrede sexualmente a Sandra. Carmen duda de la palabra de Sandra con un contundente: “¿por qué se te iba a tirar encima si sabes lo que eres?”. La justificación de Carmen y su alineación con el patriarcado –es curioso que el único personaje masculino de la película sea un agresor- supone un punto de inflexión en la relación madre e hija que hace que Cristina tome una drástica decisión.
KAGUYA-HIME NO MONOGATARI/ THE TALE OF THE PRINCESS CAGUYA (Isao Takahata, Japón, 2013). Una princesa insumisa
Basada en el cuento popular japonés ‘El cortador de bambú’ (también conocido como ‘La princesa Kaguya’), nos narra la historia de una niña que nace de una caña de bambú. La niña se cría felizmente en el campo, hasta que su padre decide hacer de ella una auténtica princesa. Para conseguirlo, necesariamente debe existir un príncipe.
Cuando Okina el campesino descubre una diminuta niña que ha nacido de una caña de bambú, decide criarla junto a su esposa Ona. La niña crece feliz y contenta en el campo, rodeada de naturaleza y de otras niñas y niños y de Sutemaru, su mejor amigo. Destacan las largas secuencias en las que va creciendo y en las que goza profundamente de su comunión con plantas y pájaros. Su cándida desnudez, su alegría y vitalidad hacen de la primera parte una grata experiencia cinematográfica.
Las aspiraciones de Okina, que pasan por hacer de su hija una auténtica princesa, implicarán necesariamente un cambio de vida y un traslado a la cuidad. El entusiasmo inicial de la futura princesa Caguya por la nueva casa y los lujosos ropajes se va diluyendo poco a poco ante las nuevas obligaciones e imposiciones. Lady Sagami es la encargada de adiestrarla en música, en caligrafía, en introducir la coletilla “una dama no debe” . Entre estas nuevas obligaciones también está depilarse las cejas, oscurecerse los dientes o llevar una capa ingente de ropajes encima que limitan la capacidad de movimiento.
A pesar de no ser una verdadera princesa “de sangre”, la nobleza la acepta como una más, en parte debido a su gran belleza. Tras una primera huida, Caguya vuelve y parece asumir su destino. Agobiada por los pretendientes que acuden en masa a cortejarla, para huir del matrimonio que a pesar de los consejos familiares ella no ve como la verdadera felicidad, decide casarse únicamente cuando los pretendientes le traigan los (imposibles) tesoros que han prometido.
La película, además de los mandatos de género femeninos, nos permite reflexionar sobre las masculinidades patriarcales. Todos los hombres ansían y aspiran a poseer a la princesa. Una esposa tan bella como ella –única cualidad válida y valorada en una mujer- es sinónimo de estatus social. Tanto ambicionan hacerla suya, que un príncipe incluso la agrede físicamente, agresión que rompe a la princesa por dentro y marca sus decisiones. Toda una lección de coherencia temática que rompe con la tendencia occidental de “y fueron felices y comieron perdices”.
Leer más: