Muertes que valen la pena ser lloradas

Muertes que valen la pena ser lloradas

La socióloga mapuche Leandra Leiva Macías forma parte de Justicia para Vanessa-Ni Una Mujer Menos. A través del activismo jurídico y artístico, esta plataforma ecuatoriana acompaña a las familias de mujeres víctimas de feminicidios, para sacar a las plazas y colectivizar el duelo por sus ausencias. Fue creada a raíz de la muerte de Vanessa Landinez Ortega, cuyo cuerpo violentado apareció en un hotel de Ambato hace ahora un año.

Texto: Itziar Abad

 

Foto: Edu León

Foto: Edu León

A principios de 2014, la Asamblea Nacional de Ecuador dio luz verde a un nuevo cógido penal que tipificaba, por primera vez, el femicidio como delito.

Se trata de un política de acción afirmativa; el Estado ecuatoriano no puede marginarse del contexto internacional, tampoco en este sentido. Existe una lucha criminalizadora contra la violencia hacia las mujeres, que el Estado traduce en una ley como fin, en lugar de como medio. En 2013, la Fiscalía General registró 336 feminicidios en Ecuador. Solo el 2% de los casos termina en una sentencia judicial, lo que evidencia que el acceso a la justicia es casi inexistente. Eso genera una cultura violenta hacia nosotras, porque el imaginario no baraja una sanción social ni punitiva cuando se comete un feminicidio. La tipificación se convierte entonces en la ‘dignificación’ de la muerte de las mujeres. Sin embargo, no transforma las estructuras del Estado, que la permiten y sostienen.

“Feminicidio: Crímenes de odio contra las mujeres, que ocurren y se sostienen en sociedades patriarcales, machistas y misóginas, que permiten la violencia de género en complicidad con los estados”

¿Cómo responden las instituciones ante esos 336 feminicidios?

Recién han reconocido el alto nivel de impunidad y dan lentos pasos para combatir esta situación. Existen grandes obstáculos éticos, sostenidos en una moral cristiana, que permiten que las mujeres sean violentadas bajo los consabidos argumentos: estaba borracha, era de dudosa reputación… Con el caso de Vanessa Landinez Ortega se han movilizado múltiples esfuerzos, muchos dirigidos a exigir soluciones a las instituciones. Por ejemplo, la Fiscalía General ha creado protocolos especializados en los procesos de instrucción fiscal. Ella misma reconoce sus limitaciones; no basta con la voluntad política de las autoridades, sino que es preciso transformar todo el sistema.

¿Qué entienden las leyes ecuatorianas por “violencia de género”?

La ubican en el ámbito doméstico, marco teórico que tampoco fue modificado en su incorporación en el nuevo código penal. Es importante señalar que la violencia de género cometida contra las mujeres, jóvenes y niñas no ocurre solo dentro de las relaciones sentimentales o familiares, sino que también es perpetrada por desconocidos. Si la entendemos como un problema privado que se da en las relaciones de pareja, la invisibilizamos; el 46,5% de la violencia sexual es ejercida por hombres que no son la pareja de la víctima.

¿Qué supone disponer ahora de la figura del femicidio en el código penal?

Implica el reconocimiento institucional acerca de que los feminicidios no son muertes cometidas en el marco de los delitos comunes, sino motivadas por razones de profundo odio contra las mujeres. Si al Estado le interesa proteger la vida de todas las personas que forman parte de la sociedad, también debería interesarle participar en poner fin a la impunidad y en facilitar a las familias de las víctimas el acceso a una justicia de género. Sin embargo, en todas las sociedades existen excepciones con respecto a la sacralidad de la vida, que se han convertido en una política disciplinadora del terror para todas las mujeres.

Entonces, ¿nos creemos solo a medias las intenciones del Estado?

“El dolor no solo es por las que se recuerda, sino también por las muertas anónimas y por las que estamos vivas, porque es una lucha por la vida propia”

Su reconocimiento reciente del feminicidio como una violación de los derechos de las humanas no ha logrado aún reparar la ausencia de nuestras hermanas. Además, no se debió a la voluntad propia, sino a la presión de los movimientos feministas de todo el mundo.

¿Femicidio o feminicidio?

Existe un gran debate al respecto. Aunque a veces ambos términos se usan como sinónimos, la diferencia radica sobre todo en la implicación de los estados en la lucha contra los asesinatos de mujeres. En la Plataforma Justicia para Vanessa utilizamos ‘feminicidio’, por considerar que son crímenes de odio contra las mujeres, que se sostienen en sociedades patriarcales, machistas y misóginas, que permiten la violencia de género en complicidad con los estados. Es un concepto acuñado por Marcela Lagarde. El Código Integral Penal del Ecuador usa, sin embargo, ‘femicidio’. Para nosotras, eso no le exime de responsabilidad porque, en última instancia, su deber primero es proteger la vida de las y los ciudadanos. Como afirma Patricia Ravelo, no se trata solo de un asunto criminal contra las mujeres, sino ético y político.

¿Por eso consideras que los feminicidios son crímenes de estado?

Como decía, la primera razón de ser de los estados es administrar la biopolítica humana y proteger la vida como primer derecho de toda la ciudadanía. Sin embargo, se permiten violar y aniquilar la vida de las mujeres, porque tiene un estatus inferior. Nos encontramos entonces con la paradoja de que garantizan la vida de las personas, al mismo tiempo que se permiten cometer excepciones. Eso es lo que pasa con los feminicidios; los estados se convierten en cómplices de un crimen y, en últimas, en criminales.

Leandra Leiva Macías: “Los estados se permiten excepciones a la hora de garantizar la vida de las personas”

Leandra Leiva Macías: “Los estados se permiten excepciones a la hora de garantizar la vida de las personas”

Incides en que la ausencia de ritos para rememorar a las víctimas de feminicidio es una violencia añadida.

La ausencia de nombres y rostros las deshumaniza y hace que sus muertes no valgan la pena ser lloradas por la colectividad, porque no existen. Poder nombrarlas en colectivo permite el reconocimiento social como humanas y la empatía; víctima de feminicidio puede ser cualquier mujer: tú, tu madre, tu amiga, tu tía, tu hermana, tu vecina… La Plataforma se ha propuesto concentrar sus esfuerzos en recordar las vidas y las ausencias de las asesinadas, junto a sus familias, amistades y activistas. Así potenciamos las posibilidades de reconocimiento. Los medios de comunicación han jugado un papel central. Con algunos alternativos hemos establecido alianzas estratégicas. Hemos usado los hegemónicos, en cambio, para evidenciar las desapariciones.

¿Qué hacer políticamente con el duelo?

Discutir cómo vivir el duelo público y colectivo es un elemento crucial para luchar contra el feminicidio, una herramienta liberadora y sanadora que reconoce la vulnerabilidad de todas las personas. El dolor no solo es por las que se recuerda, sino también por las muertas anónimas y por las que estamos vivas, porque es una lucha por la vida propia. La pérdida de las mujeres muertas por feminicidio une a amistades y a familiares en un nosotras. Si, por el contrario, esas mujeres quedan suspendidas entre la vida y la muerte, no se produce ningún duelo, sino “una marca que no es marca” que no entra dentro del “orden del acontecimiento”, como dice Judith Butler. Al negarles el duelo, a las familias se les niega la posibilidad de complicidad con otras personas que han vivido violencia, de transformar las ausencias en presencias y de esquivar al olvido, arma de destrucción masiva del patriarcado para deshumanizar a las mujeres asesinadas.

Vuestra Plataforma ha conseguido numerosos logros hasta ahora.

El principal ha sido el acompañamiento a la familia de Vanessa Landinez Ortega y a otras; no están solas, esta es una lucha por la vida de todas las mujeres. También, los espacios de lobby establecidos con el Estado ecuatoriano, que han permitido superar los altos niveles de impunidad y obtener resultados judiciales favorables al esclarecimiento de la muerte de Vanessa. Además, hemos creado nuevos espacios de reflexión que trascienden los oficiales, que hablan aún de violencia ‘intrafamiliar’. Discutir los giros que ha dado la violencia es crucial a la hora de buscar respuestas. En los últimos tiempos, esta se ha agudizado debido a un nuevo revés del sistema económico mundial. Finalmente, a través de acciones artísticas, hemos liberado nuestro dolor y hemos puesto en escena el conflicto social que representa la violencia contra las mujeres, para que sea discutido por todos los sectores de la sociedad.

 

En pocas palabras

Lo sugerente: El vino

Lo deserotizante: No saber usar la lengua

Lo pendiente: El huerto urbano en casa

Un éxito: Los ñoquis de mi hermana Cynthia

Algo como para tirar la toalla: La discusión con-tra el estado

Una feminista: Nancy Carrión Sarzosa, ecuatoriana

Una época: Ahora

Un lugar en el mundo: Punta Arenas, el hogar

Si conoces un caso o eres familiar de una mujer víctima de feminicidio, ponte en contacto con la Plataforma Justicia para Vanessa-Ni una Mujer Menos: niunamujermenos@gmail.com

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