La habitación de cristal: la soledad y la creatividad

La habitación de cristal: la soledad y la creatividad

Nota: Este artículo se enmarca en la sección de libre publicación de Pikara, cuyo objetivo, como su nombre indica, es promover la participación de las lectoras y lectores. El colectivo editor de Pikara Magazine no se hace responsable ni del contenido ni de la forma de los artículos publicados en esta sección, que no son editados. Puedes mandar el tuyo a participa@pikaramagazine.com. Rogamos claridad, concisión y buena ortografía.

12/03/2016

Paloma Martínez Beltrán

Virginia Woolf sabía que una mujer necesita una habitación propia y algo de dinero para dedicarse a la literatura, lo vivió en sus propias carnes. Describió esa habitación como un espacio de independencia creativa alejado del ruido, de la sordera que solo los prejuicios y los convencionalismos sociales producen.

La creatividad bebe de ese territorio propio y por ende, de la soledad que proporciona; un estado que pocas, en nuestra condición de seres humanos, de mujeres que crecemos instruidas en una sociedad que nos impone la soledad como un fracaso, disfrutamos plenamente y, aun en el caso de que seamos capaces de hacerlo, lo percibimos como un enemigo, una sombra desesperante que queremos evitar a toda costa, al precio que sea, incluso el de nuestra felicidad y bienestar.

La soledad, concebida desde la negatividad del pensamiento primitivo, es un cuarto con muros de cristal desde el que miramos lo que hay fuera pero que no nos permite tocarlo ni participar de ello. Como una adolescente que acude a una fiesta y no se siente capaz de hablar con el resto de asistentes; una chica sentada sola en un parque que observa a las parejas o a los grupos de gente que conversan animadamente y se siente desgraciada e inadaptada; una mujer, que a pesar de no sentirse del todo cómoda en su soledad, tiene que aguantar que un hombre se le acerque porque no concibe que una mujer decida sentarse en una barra de un bar sin estar rogando que alguien le pregunte si necesita compañía.

Esta campana de cristal nos hace sentirnos ridículas por vernos sabedoras de esa sensación de compañía ilusoria que las paredes de cristal que nos interpone la soledad no nos dejan transformar en real y factible. Y entonces nos enrabietamos, nos marginamos, incluso, y nos empeñamos en salir al exterior; reírnos con los que están fuera de la jaula, sentirnos partícipes, pertenecer al resto, ser parte de su actividad y de lo que muestran ser.

Hasta que un día, normalmente, fruto de una experiencia no muy agradable que nos aboca a vernos en una situación de desamparo, como podría ser una ruptura de pareja, no tenemos más remedio que enterarnos de que por más golpes que demos a las paredes no se romperán, que la única forma de salir victoriosas de la pecera es justo lo que nos prometió Virginia Woolf: hacerla nuestra, propia.

Asearla, ponerla bonita, comprar flores, el olor a café recién hecho, colgar pinturas y llenarla de libros, de ideas, de cosas que amamos y, en definitiva, acariciar la soledad que nos brinda para dejar de percibirla como una tortura, que deje de ser una condena, un sufrimiento, un aburrimiento. Que nuestra mejor compañía seamos nosotras mismas, la mente, el cuerpo, el corazón.

En nuestra condición de humanas somos un lugar desde el que visionar, proyectar y crear a partir de lo que percibimos fuera de la cúpula, desde la experimentación de la emoción de entender los momentos ajenos, cotidianos y banales como potencialmente mágicos e interesantes. Esa visión que solo la creadora que se reivindica como ser activo e independiente del resto (aunque a veces disfrute de la compañía de los demás) puede aportar.

Solo es posible crear desde una soledad positiva de una vida por la que continuamente entran y salen personas que nos pueden proporcionar estímulos, amor y con las que podemos compartir proyectos en un momento dado que puede terminar.

Con las únicas con quien siempre habitaremos es con nosotras mismas. Nos pertenecemos. Vivimos nuestra libertad como creadoras desde lo único que nos pertenecerá para siempre: nuestra vida.

Download PDF
Etiquetas:

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba