Ensayo sobre el día de la visibilidad lésbica
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Claudia Fuentes
He creado este ensayo con motivo del día de la visibilidad lésbica, día 26 de abril, el cual se realiza en diversas partes del mundo como una forma de exigir igualdad de derechos para las lesbianas.
Mi motivación se inscribe en el campo y uso del término categoría, en este caso, la categoría denominada lesbiana, aquello que comprendo y que vivo con respecto a mi vida actual como tal. Por lo tanto y lógicamente, debería autodenominarme lesbiana, razón principal para escribir este ensayo, pero no me considero como tal, tampoco homosexual, ni bisexual, ni heterosexual. Tampoco me considero mujer ni hombre. Lo más cercano a mi mundo es la contrasexualidad y lo queer. Entonces podría autodenominarme queer. Sí me considero feminista, o más bien intento ejercer la lucha que el feminismo desarrolla día a día y en cada acto donde las personas están presentes, sean hombres o mujeres, ya que el feminismo es necesario y positivo para todxs. Pero bueno, intentaré no desviarme de mi reflexión principal.
Evito la categorización, no la comprendo ni considero fundamental para vivir, relacionarnos y procrear, por esto, en relación al sexo y al género no lo incluyo en mi vida, ni mucho menos en los llamados roles de género. Contra aquella marca de género inherente al lenguaje como sistema, el cual incluye múltiples implicaciones políticas, sociales y filosóficas incluso, para las personas, los seres humanos en sus vidas, sus relaciones, sus pensamientos y sus afectos. Un intento por provocar una alteración estructural en el lenguaje, pues actuar en el lenguaje significa actuar en la realidad.
Me dedico a las artes escénicas desde hace 14 años, principalmente a la danza, la hermana más pequeña de las artes, puesto que generalmente ha sido considerada como un arte secundario, no protagonista a diferencia del teatro o la música. Aún me encuentro con personas que me preguntan qué baile practico, no comprenden lo que es la danza y aquí seguramente se preguntarán qué tiene que ver esto con una reflexión en torno al día de la visibilidad lésbica, pues bastante porque así como la danza, la mujer y más precisamente la lesbiana, también constituye una especie de hermana pequeña dentro de la categoría de la homosexualidad.
Pronto se celebra un nuevo año de Orgullo Gay u Orgullo Pride, gran fiesta a celebrar en diferentes lugares del mundo, aquí en Gran Canaria se realizan dos fiestas, la de la ciudad de Las Palmas y la del sur, ésta última es la que más repercusión tiene gracias a su carácter turístico y la fuerte presencia de la figura masculina, gay. ¿Y las lesbianas?, bueno, reitero, las lesbianas son las hermanas pequeñas de la homosexualidad y al ser comprendidas por mujeres, mucho más.
Las mujeres, la danza y las lesbianas son las hermanas más pequeñas del mundo.
Invisibles, quienes ejercen roles (sabemos que esto no es así, sino que constituye una ficción política, pero en el mundo heteropatriarcal machista y homófobo esta es la triste realidad). Incluso y más allá, Monique Wittig, escritora francesa y teórica feminista, afirmó que las lesbianas no son consideradas mujeres, afirmación compleja y bastante arriesgada, puesto que la mujer asume un carácter político en un contexto discursivo y cultural que hace de la heterosexualidad su centro. Agrega que la palabra mujer siempre designa la relación de dependencia de las mujeres con respecto a los hombres. Mujer sólo encuentra significado en sistemas económicos y de pensamiento heterosexuales. Con la negación de la inclusión de las lesbianas dentro de la categoría mujer, Wittig se propone problematizar el patriarcado y, además, subvertir el feminismo heterocentrado. A esto sumo la crítica que ella hace a la famosa frase de Simone de Beauvior “no se nace mujer, sino se llega a serlo”, Wittig responde: “ni se nace mujer, ni hay necesidad de llegar a ser mujer”. Esto no significa precisamente oponerse al uso del término mujer, sino el modo patriarcal de su conceptualización y el concreto proceso al que la mujer se encuentra sometida en ese, su devenir mujer. Por lo tanto, en la sociedad lesbiana la que hace visible la dimensión política de la reconstrucción de las mujeres como grupo natural, la que apela sobre las mentes y los cuerpos con el fin de someterlas a lo dictado para ellas como naturaleza que se presupone de existencia anterior al engranaje de la opresión. Para Wittig, sin embargo, naturaleza nombra tan sólo una idea; las lesbianas son en sus vidas prueba de ello. La lesbiana rehúsa a ser mujer, pues no acepta la dictada por el patriarcado necesidad de habitar un cuerpo físico y biológicamente determinado. La lesbiana está más allá de las categorías de sexo y género (hombre o mujer, o sea binarismo absoluto) porque el sujeto designado lesbiana no es una mujer, ni económica, ni política ni ideológicamente. Sino que nombra una liberación, aquella marcada por la servidumbre que padecen las mujeres en su relación de dependencia con los hombres, la liberación de la clase de mujeres donde los hombres son sus propietarios. La lesbiana sería una forma de vida en libertad que se logra mediante la destrucción de la heterosexualidad, entendida como sistema social, la que también es una destrucción de la diferencia entre los sexos.
Hablaré entonces de amantes, no de mujeres, tampoco de lesbianas porque las amantes no son concebidas desde la perspectiva biológica, sino como seres humanos que viven y comparten relaciones amorosas y afectivas. En el denominado principio, a todas las mujeres se las llamaba amantes y estas “amazonas”*, vivían juntas, amándose, jugando y celebrándose, donde el trabajo aún era identificado como un juego. Hasta que con la presencia de las primeras ciudades, las amantes rompieron la armonía original y pasaron a llamarse “madres” y con esto “hijas”, y por ende, “mujeres”. Las amazonas fueron desterradas de las ciudades de las madres, pero continuaran intentando preservar la armonía.
Cada subjetividad es un mundo posible e infinito, como la historia se repite, seguramente las lesbianas, así como las mujeres y las bailarinas continuarán siendo las hermanas pequeñas, entre visibles e invisibles, las lesbianas seguirán luchando por sus derechos desde un lugar secundario, como la filiación familiar, el matrimonio, la pérdida del miedo a salir del armario y el rechazo, la discriminación, pues a pesar de que la comunidad LGTB cada día es más visible, aún queda bastante camino por construir.
26 de abril de 2016
*Elvira Burgos Díaz. El pensamiento de Monique Wittig y su presencia en la teoría de Judith Butler. THÉMATA, Revista de Filosofía, número 31, 2003.
*Claudia Fuentes es Licenciada en Filosofía y Educación. Artista, coreógrafa y bailarina chilena residente en España.