“Sí, me siento bloqueada. Y mucho”

“Sí, me siento bloqueada. Y mucho”

Una lectora que se encuentra en desempleo y recién separada nos pide claves prácticas para “encontrar nuestro propósito en la vida cuando sientes un bloqueo de un tamaño superior a los recursos internos de los que dispones”.

Imagen: Núria Frago

Ilustración animada: Núria Frago

Soy una mujer de 48 años con estudios y con gusto por las artes y por todo aquello que me haga crecer y sentirme bien. Me defino como una persona con inquietudes en continuo aprendizaje.

Hace dos años hicieron un ERE en mi empresa, en la que llevaba 17 años trabajando; actualmente sigo en desempleo. No era feliz en él, pues estaba inmersa en una empresa donde la presión, la falta de principios y humanismo no estaban alineados con mi forma de pensar y sentir. A pesar de que ejecutaba un trabajo que me gustaba, no tenía un sentimiento de bienestar, de paz, de estar haciendo algo que valiera la pena. Creo que viví todos esos años en continuo conflicto.

Hace un par de meses me he separado, tras diez años de matrimonio, de la persona que me ha proporcionado una de las vivencias más traumáticas de mi existencia. Este hecho me ha dejado con una sensación brutal y, absolutamente, desconocida para mí de “vacío”. No por la separación en sí misma (era lo mejor que me podía pasar) sino por lo que siento que me ha robado la relación: energía, vitalidad, principios, sueños, confianza, concepto del amor, etc. Aquí sí que puedo asegurar que viví todo ese tiempo en continuo conflicto.

Estos dos hechos, sumados a alguno más que ha ido apareciendo (salud y entorno familiar) han hecho que me encuentre en un escenario nuevo en la mitad de mi vida. Supongo que hablo de una especie de crisis. Me gustaría que me pudieras ayudar a saber cómo encontrar nuestro propósito en la vida cuando sientes un bloqueo de un tamaño superior a los recursos internos de los que dispones. Encontrar la confianza suficiente para cambiar, radicalmente, cuando ya estás en una edad en la que estas cuestiones tendrían que estar afianzadas en la vida de una persona.

Quiero aclararte que no te hablo de una situación de depresión o tristeza (por suerte no es mi estado) sino de la voluntad de una mujer, en edad madura, de tomar las riendas de su vida y ser feliz con lo que es, con lo que hace y con quien está.

Leo mucho sobre el tema, hago test, listas… pero no me ayudan, sigo sin dar un paso para la “acción”. ¿Tienes claves con las que puedas ayudarme? ¡Muchas gracias de antemano! Un abrazo infinito.

Carmen.

¡Hola Carmen! Un gusto leerte y poder acompañarte en tu momento de cambio, con el que creo que se pueden sentir identificadas muchas personas.

Me gustaría comentar desde qué perspectiva enfocaré las respuestas de esta sección y cuál es mi visión del trabajo y el crecimiento personal desde el coaching.

Legitimar nuestra voz: una herramienta clave de empoderamiento

Creo firmemente que el papel de una coach es acompañar, estar fielmente al lado de la persona en su camino. Ayudarle a recordar que, aunque en ese momento se pueda sentir perdida, o abrumada, o bloqueada, la verdadera experta en su vida es ella misma.

Creo, y lo veo cada día en consulta, que las respuestas siempre las tenemos dentro de nosotrxs. El reto, a mi modo de ver, es aprender a parar, a escucharnos sinceramente y a legitimar nuestra voz. El desafío es permitirnos seguir nuestra voz más allá de lo que nos cuentan que es “el eje del bien” o “el eje del mal”, aquello digno de aprobación o de desdén y rechazo según los dictadores de la moral (advierto, es una especie que abunda mucho: los medios de comunicación, tu tío en la cena de navidad, esa compañera de trabajo, tu padre, las vallas publicitarias, tu jefe… y en general todo aquel que se permite tan lindamente y sin despeinarse opinar sobre tu vida y tus decisiones).

Considero que es clave, además de dar volumen a nuestra voz, aceptarnos como seres vulnerables, permitirnos soltar autoexigencia y buscar los apoyos necesarios para avanzar en ese camino elegido. Esto es importante para encontrar nuestro sitio en las relaciones amorosas, el ámbito laboral y de estudios, el ocio, las amistades y las demás áreas de nuestra vida.

Quiero aprovechar este momento para que rompamos un poquito más las creencias que nos limitan a todxs: no, afortunadamente no hay ninguna edad en la que, como comentas en tu carta, “estas cuestiones tendrían que estar afianzadas en la vida de una persona”. ¡Esto es otra trola que nos han colado los simpáticos dictadores de la moral! Cada persona somos un mundo, con nuestras experiencias, bloqueos, ritmos, procesos, acontecimientos vitales, cambios, aprendizajes y oportunidades. No hay edades para nada, en las que se deba hacer o saber o sentir una cosa u otra. Somos diversas (afortunadamente) y nuestras vivencias también lo son.

Así que… desde esta perspectiva te contestaré, lanzándote preguntas, invitándote a ti y a los lectores y lectoras píkaras a mirar más allá de lo que vemos, a (re) descubrir (nos), a poner ojos enormes llenos de curiosidad recuperando a esa niña que tenemos dentro.

La pregunta clave: ¿hacia dónde quiero ir? 

Carmen, en tu carta haces gala de una actitud inspiradora y constructiva, partiendo, en tus propias palabras, de “la voluntad de una mujer, en edad madura, de tomar las riendas de su vida y ser feliz con lo que es, con lo que hace y con quien está”. Te cuento que, desde la metodología del coaching, siempre partimos de un estado actual (donde la persona está bloqueada, perdida o con malestar e inquietud) para avanzar hacia un estado deseado (un estado de mayor luz, equilibrio, felicidad, coherencia con los valores de una misma). Este estado deseado lo ha de buscar la persona en ella misma, preguntándose: ¿hacia dónde quiero ir, cómo desearía sentirme?

Así que, en primer lugar, te pregunto: Carmen, ¿qué sería para ti tomar las riendas de tu vida? Te invito a hacer una prueba… ¡a ver qué sale! Si conectaras con tu niña, con tu creatividad, e hicieras un dibujo, ¿cómo estaría ahí reflejada esa Carmen que es feliz? ¿Qué habría de distinto en ella con respecto al presente? ¿Con quién y dónde estaría, qué estaría haciendo, cómo sería su rostro, su cuerpo, qué emoción sentiría? ¡Déjate llevar!, no importa la calidad del dibujo sino lo que en él aparece cuando te permites soñar e imaginarte plena.

Lectores y lectoras píkaras, daos un minutito para dejaros sentir. ¿Cuál sería ese estado deseado en este momento de vuestras vidas? ¿Cómo querríais sentiros? No importa si “la foto final” no está aún bien enfocada: no hace falta saber hasta el último detalle de lo que queremos conseguir. A veces lo sabemos y otras veces no. Y esto está bien, ¡soltemos perfeccionismo!

Pero seguro que sí sabéis qué emoción sentís ahora y cómo querríais sentiros. Tal vez soñáis con conectar con plenitud, o tranquilidad, o alegría, o equilibrio, o atrevimiento, o facilidad, o diversión… Y saber eso es la primera pieza del puzzle que se construye a través de un proceso de cambio.

Cómo tus valores prioritarios pueden salvarte la vida

Carmen, mencionas dos áreas de tu vida donde dices textualmente que estabas en “continuo conflicto”: en tu trabajo y en tu relación de pareja. ¿Quién no se ha sentido así alguna vez, en conflicto, pelea y frustración generalizada con algún área de su vida, con alguna persona, comportamiento o hábito?

Detrás de esos malestares profundos, siempre hay escondido un “quiebre” de nuestros valores prioritarios. Nuestros valores reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes y nos proporcionan una guía para proponernos metas y caminos, personales o colectivos. Esos valores, que son íntimos y personales, son increíblemente fuertes e importantes en nuestro interior. Tanto, que si no les damos cabida en nuestro día a día, nuestro malestar puede llegar a desequilibrarnos.

Por poner un ejemplo, si para alguien la sinceridad es un valor clave y se encuentra viviendo entre mentiras, el malestar que sentirá será enorme. O si un valor clave para otra persona es la libertad y se encuentra enmarañada en una relación amorosa que la limita y castra, pues igual.

Recuerdo todavía la primera vez que hice el ejercicio y la reflexión profunda de preguntarme cuáles eran mis valores básicos, innegociables, en ese momento de mi vida. Para mí tomar conciencia sobre ellos fue una inmensa luz en la oscuridad de ese momento. Y puedo afirmar que fueron los puntales sobre los que me apoyé para dar un giro de 180º. ¡Vivía de espaldas a mis valores, eso era lo que me estaba bloqueando y quitando la energía!

Carmen, mencionas en relación a tu último trabajo que “la presión, la falta de principios y humanismo no estaban alineados con mi forma de pensar y sentir”. ¿Qué valores crees, entonces, que sustentan tu forma de actuar, pensar y sentir? ¿Cuáles son esos valores que, para ti, son claves; que te hacen sentir grande, potente, alineada, coherente? ¿Y qué significa para ti cada uno de esos valores?

Siento que saber eso ya sería una buena base sobre la que reflexionar en relación al tipo de trabajo hacia el que quieres ir, cual será ese ambiente y esas maneras de trabajar que sí te llenarán; ese trabajo donde sientas que puedes aportar tus cualidades y hacer algo que, para ti, valga la pena, ese trabajo que te permita sacar lo mejor de ti misma al mundo.

Valores, actitudes y conductas están estrechamente relacionados. Y por ello te propongo que te preguntes, Carmen, ¿cómo darás voz a tus valores prioritarios en tu día a día? Lectores y lectoras píkaras… ¿os animáis a preguntaros por vuestros valores prioritarios? Os aseguro que hacer esta reflexión os aportará mayor luz y claridad.

¿Quién me ha robado el mes de abril?

También mencionas algo muy interesante y con lo que creo que muchas lectoras píkaras se sentirán identificadas. Al hablar de la relación amorosa que recientemente has acabado, pones el énfasis en lo que sientes que te ha robado dicha relación: “energía, vitalidad, principios, sueños, confianza, concepto del amor, etc.” Ay, Carmen, la maldita socialización de género, cuánto daño nos hace. Cómo se nos construye como mujeres (prometo un artículo enterito sobre este tema) y el concepto de amor romántico patriarcal con el que crecemos y soñamos.

Dice Marcela Lagarde, antropóloga feminista mexicana y, en mi opinión, grande entre las grandes (nunca dejaré de agradecerle toda la luz que me han regalado sus análisis): “Conformadas como seres-para-los-otros, las mujeres depositamos la autoestima en los otros y, en menor medida, en nuestras capacidades. La cultura y las cotas sociales del mundo patriarcal hacen mella en nosotras al colocarnos en posición de seres inferiorizadas y secundarias, bajo el dominio de hombres e instituciones, y al definirnos como incompletas”.

Se nos enseña a convertirnos en seres-para-los-otros, siempre disponibles, siempre agradables, siempre “primero los demás y luego yo”; que así es como se nos ha dicho que nos van a querer. Y las mujeres nos sumergimos muchas veces en las relaciones amorosas desde esta otredad, esa conciencia de ser lo “complementario”, lo secundario. Entregamos, como tú bien dices, nuestra energía, nuestra vitalidad, principios, sueños, confianza. Y todo en nombre de un modelo de mujer pata negra y de un modelo de amor idílico y de ensueño.

Esta conformación de nosotras, las mujeres, como seres-para-los-otros, sumada a la idea romántica de que seremos salvadas por un hombre que nos hará feliz sine die, nos desapropia de gran parte de nuestra capacidad innata para liderar nuestras vidas, nuestras decisiones y nuestra felicidad. Nos aboca, a menudo, a relaciones insatisfactorias, castradoras, frustrantes y en muchas ocasiones violentas.

Convirtiendo los duelos en oportunidades para ponerte en el centro de tu vida

De nuevo te lanzo algunas preguntas: ¿qué tal sería para ti observar esta nueva etapa de soltería con ojos de oportunidad? Oportunidad de escucharte en crudo, modo raw power que diría Iggy Pop, desde esa soledad creativa, nutritiva, fértil. Oportunidad de preguntarte qué papel quieres que ocupen las relaciones amorosas en tu vida y qué tipo de amores quieres vivir. Oportunidad de dejarte sentir, aprender de lo vivido, agradecer el poder estar aquí y construir una vida más satisfactoria desde todos esos aprendizajes. 

Escúchate, date tiempo para ti, quítale voz a los demás: a la tele, a tus padres, a amigas y amigos, a los curas, a los ultra-mega-expertos que dicen qué está bien/mal hacer o sentir, a tu expareja, a ese colega que siempre opina sobre tu vida, a todas esas creencias que nos han grabado a fuego sobre cómo una mujer debe ser. Te invito a dar legitimidad y poder a tu voz y a tu sentir. 

Y, ahí, poquito a poco, como si jugara al escondite y asomara suave la cabeza, aparecerá tu camino, tu propósito de vida.

Besos inmensos y adelante, valiente.

¿Estás en un momento de cambio vital? ¿Te sientes estancada, desorientada o bloqueada? Si quieres que nuestra coach feminista te oriente mediante un artículo que sirva además a más lectores y lectoras pikaras, escribe a participa@pikaramagazine.com

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