Lo personal es político. El coño también.
La Guerrilla dels Cossos cuenta cómo se gestó su taller de autoexploración y las reflexiones que brotaron de esa experiencia de empoderamiento colectivo.
(…) Y así dibujé mi coño,
una flor rojiza peluda impresionantemente bonita.
La Guerrilla dels Cossos (la Guerrilla de los Cuerpos en castellano) somos un colectivo de resistencia y desobediencia al heteropatriarcado. Recientemente nos hemos embarcado en una pequeña aventura de autoexploración cuyo proceso nos ha parecido lo bastante interesante y empoderador como para compartirlo.
Los orígenes de esta aventura se remontan unos años atrás. Durante una jornada interna de autoformación, una compañera propone ver y comentar una charla de Diana Pornoterrorista colgada en la red. Diana desgrana las bondades de la denostada glándula Skenne, desconocida por todas las integrantes del colectivo hasta ese momento, responsable de la eyaculación femenina. La idea de que las biomujeres poseemos una glándula que podemos estimular hasta llegar al chorrazo nos emociona y como colectivo nos plantea una serie de reflexiones (por ejemplo, ¿por qué el coño sigue siendo tan desconocido incluso para nosotras?) a las que iremos volviendo de manera recurrente.
Unas semanas después, otra compañera nos habla entusiasmada del proyecto ‘Raising the skirt’ de la artista multidisciplinar Nicola Canavan en colaboración con la fotógrafa Dawn Felicia. Canavan y Felicia se dedican a fotografiar a mujeres que, en plena naturaleza, levantan sus faldas y enseñan sus coños. La actitud de las mujeres fotografiadas -desafiante, empoderada, natural- satisface por completo el objetivo de Canavan: desligar el coño de todo discurso oscurantista y situarlo en una posición de poder. En el marco de este proyecto, Canavan también propone un taller en el que las participantes se dibujan el coño. Tal como había sucedido con ‘Eyaculación femenina’, este proyecto nos plantea mil y una reflexiones, nos inspira, nos mueve a la acción.
Nos situamos ahora en este curso. En La Guerrilla nos hemos propuesto desarrollar una metodología lectura-debate-acción. Cada mes seleccionamos un texto, lo debatimos en común y realizamos alguna acción, preferiblemente artística, relacionada con el debate surgido de la lectura. En enero leemos Pornoburka, de Brigitte Vasallo. Más allá del debate, siempre intenso en nuestro colectivo, que surge a partir del tema burka-islamofobia, todas estamos de acuerdo en algo: con Pornoburka, Vasallo busca la provocación creando un paisaje caricaturizado con personajes sexualmente transgresores que rompen tabúes. Inspiradas por estos personajes pensamos que la acción relacionada con esta lectura ha de ser igualmente transgresora, como mínimo para nosotras mismas. Entonces todas las piezas del puzzle parecen encajar: nuestro coño (ese gran desconocido), nuestras ganas de resituarlo como centro de poder y nuestras ganas de superar un tabú social pero también personal.
Inspirándonos en el de Canavan, pensamos en organizar un taller que nos permita explorar colectivamente nuestro coño, con el objetivo de superar la posible alienación con algunas partes de nuestro cuerpo y observarlo desligándolo de un contexto sexual o médico. Eso supone abrirlo, leerlo bien, observarlo con todo detalle, buscar sus colores, sus sombras, repasar sus pliegues. Dibujarlo, aún sin tener una técnica muy elaborada. Así que buscamos un espacio fuera de las asambleas habituales que nos permita situar el coño en el centro de la reunión, un entorno que nos inspire confianza, que nos haga sentir cómodas. También invitamos a una fotógrafa amiga que inmortalice el momento.
En diferentes reuniones previas al taller hablamos de nuestros posibles pudores o resistencias a la hora de pasar a la acción. Como somos un colectivo muy diverso, en seguida se ponen de manifiesto diferentes actitudes individuales, algunas muy opuestas entre ellas. Lejos de disuadirnos, creemos que eso hace el proceso más interesante y nos fortalece como colectivo. Algunas compañeras prefieren autoexplorarse en solitario, otras optan por hacer del taller algo más público. Otras son reticentes incluso a tomar parte en el taller y en esta reticencia hallan algunas contradicciones internas cuyo origen exploran y examinan. Entendemos que es un proceso que por sí solo ya justifica sobradamente la existencia de la acción, como dice una compañera:
“Pude explorar a nivel personal el origen de mis resistencias. Vergüenza, miedo a la exhibición, que alguien me reconociese, invasión de mi intimidad… y todo por un coño, que podría ser igual que un codo o un pie, pero que por causa de la carga simbólica que le ha otorgado nuestra cultura deviene algo demasiado impúdico para ser mostrado en público”.
Es sorprendente que tanto la realización del taller, como el mero hecho de plantearlo y compartirlo con otras personas ha hecho que se desataran tantas cosas. ¿Por qué tiene tanto poder visibilizar el coño?
Más allá de toda teorización y discurso político, el taller nos sirve para despertar sensaciones como la que relata otra guerrillera: “Recordé cómo de pequeña (y no tan pequeña) exploraba esta parte de mí desde el pudor, desde el silencio, desde la curiosidad por el placer y desde la represión” o de manera mucho más prosaica: “Descubrí algo sorprendente por su obviedad: a pesar de haber tenido relaciones sexuales con otras mujeres, nunca había sido tan consciente de hasta qué punto cada coño es diferente. La variedad de la carnosidad, el tamaño de los labios, los diferentes pliegues… ¡Es todo un universo en sí mismo!”
Lo que nos ha movido a escribir este artículo, no es tanto explicar la experiencia, que tiene sus aciertos y sus errores, sino compartir las reflexiones que se derivaron de ella. Hemos descubierto en nosotras como se subjetiviza la visión del coño como un órgano exclusivamente sexual y/o reproductivo. “Darme cuenta de que el cuerpo de la mujer es constantemente sexualizado y utilizado por publicistas, la medicina, etc., me hizo replantear la relación que había tenido hasta ese momento con esas partes de mi cuerpo más susceptibles de ser alienadas: las tetas, el coño”.
Pensamos que es necesario reivindicar el coño en una sociedad en la que el espacio público está ocupado por imágenes falocéntricas, ya que entendemos que estas presencias fálicas están intrínsecamente ligadas a la masculinización del poder. Y al fin, también queremos lanzar una invitación para buscar juntas estrategias que empoderen el coño, liberarlo de esa carga cientificista, o hipersexualizada, como acto de resistencia al heteropatriarcado. En definitiva, queremos reapropiarnos del coño como espacio de poder.