El género en el lenguaje

El género en el lenguaje

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28/05/2016

María Toca

Con harta frecuencia, asistimos, aún, a las ironías y/o sarcasmos cuando se introduce el lenguaje inclusivo. El famoso miembros y miembras de aquella ministra olvidada, dio mucho de sí, en charlas cuñadiles. En ello seguimos, aún con el cansancio y la hartura de discursos desfasados y antiguos, que nos producen a las interfectas. El lenguaje es la proyección de nuestras más ancestrales connotaciones. El lenguaje no es neutro, incide en nuestro comportamiento y razonamiento cerebral. Todo lo que existe, se nombra, no nombrar algo o a alguien, es condenarlo a un ostracismo social, emocional y personal. Para existir se debe nombrar. Nos decía Vilá Matas, que el lenguaje, está hecho para entendernos, comunicarnos, ampliar el espacio de comunicación. Hacer del masculino, el género total, conduce inexorablemente, a la invisibilización femenina. Nuestro lenguaje es un producto social de percepción de la realidad, condiciona nuestro pensamiento, al expresarnos trasmitimos ancestros de realidad acumulada, a lo largo de siglos. Nuestro idioma cambia constantemente, la RAE, acepta de forma periódica modismos, palabras que evolucionan o nacen, para denominar conceptos nuevos, o evolucionados. No escandaliza a nadie que en haya admitido “amigovio”, “almondiga” de tan malsonante tono, o “asin”, “apechusque”. Completamos con “culamen” y “pompis” las nuevas adquisiciones de la ínclita RAE. Tienen ustedes argumentos, más que fundados, para rebatir al cuñao de turno, la propiedad en la utilización del lenguaje inclusivo, después de dejarles las flores de nueva aceptación.

Creemos, firmemente en el poder de la palabra. Los que la utilizamos de forma cotidiana y profesional, es instrumento de trabajo, no solo de comunicación, pero a todos nos importa de forma esencial. Nuestro cerebro percibe la palabra como definición del medio, por tanto, cobra importancia grave cuando se evita el femenino, sobre manera de cara a la educación infantil.

¿Qué mundo trasmitimos a nuestras niñas, cuando de forma general las expulsamos del idioma al utilizar solo un género?. Hacer la inclusión dentro de la educación primaria, es necesidad si pretendemos hacer una igualdad real, de género. Mal podemos explicar a los chicos y chicas que son iguales si desde el inicio de la educación, se excluye al género femenino del lenguaje.

Hay palabras que no tiene género, como poeta, o poesía, periodista…Y más que pueden escapárseme, son bellas palabras que incluyen ambos sexos, incluso, puede haber alguna del género masculino, que no deba feminizarse, pero entendamos, que se tratará de excepciones a la regla de inclusión lingüística.

Antes de despedirme por hoy, quisiera contar la anécdota curiosa de un convento de clausura, que visité hace tiempo. Todas las oraciones, misa, y cualquier liturgia se realizaba en femenino, dirigiéndose a una Diosa, que es mujer. Ante la pregunta, un tanto malévola, de un piadoso visitante de porqué se hacía así, la digna superiora, respondió, que era para compensar el machismo imperante en la iglesia católica: “No celebramos misa, no somos papas, se nos relega de forma escandalosa, por tanto, nosotras, para compensar, oramos en femenino. Nadie sabe, con certeza el sexo de Dios, nosotras, que somos una pequeña isla dentro de la iglesia, pensamos, que por qué no puede ser mujer”

Tomemos ejemplo de la original monjita. Compensemos siglos de invisibilidad femenina, hagamos del género una forma de poder y hablemos más en femenino.

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