Ana Elena (vale mucho la) Pena

Ana Elena (vale mucho la) Pena

'Vamos a follar hasta que nos enamoremos': esta joyita es un poemario ligero y profundo, corto y largo, bonito y feo como la vida, que en 68 poemas retrata los pensares de cualquiera que tenga cabeza sobre los hombros.

Conocí a Ana Elena Pena hace tiempo y por supuesto de oídas, porque a mí me cuesta mucho relacionarme. Vi unas camisetas en el muro de norrecuerdoquién que rezaban ‘Vamos a follar hasta que nos enamoremos’. En estos tiempos que corren, (tiempos que parece que vuelan a mil por hora, pero en realidad corren bastante despacito y siempre llegan los últimos de la clase con la lengua fuera, el pelo sudado y la cara roja) una propuesta como la mencionada me pareció poco apropiada. Para empezar, como yo soy más antigua que la tos y prácticamente del Opus Dei, utilizo el sexo como moneda de cambio para conseguir otras cosas. “Eso tiene un nombre”-diréis. Sí, sí, soy una puta. Una puta con todas sus letras: Pe U Te A. Pero nadie me lo llama porque parece que conseguir atención, intimidad, validación o tapar vacíos a cambio de sexo sí está bien visto, pero meterte unos euros en el bolsillo no. Para seguir, como tengo este limitado pero existente raciocinio que Diosa me ha dado, me doy cuenta de que es cero molón bajarte las bragas o refrotarte con gente sin una motivación algo menos patética, así que por ahora me encuentro en un lugar seguro que no mancha, de cuyo nombre sí quiero acordarme: el rincón de pensar. Amigas, si “el sexo por el sexo” no cumple una función hedonista en vuestras vidas, algo está pasando, y no lo denominaría precisamente buenas noticias. Yo estoy en construcción, que diría una página web. Y en deconstrucción, que diría la gente moderna. No pienso salir a la calle hasta que no sepa cómo relacionarme con la peña y pueda llamar a las cosas por su nombre. Que no me corto la barba hasta que mis impulsos no sean libres, vaya, que diría la canción de Santimamiñe.

Portada del poemario

Portada del poemario

‘Vamos a follar hasta enamorarnos’ es uno de los sugerentes títulos que engrosan la creación artística de Ana Elena Pena. Yo tengo en mi haber la tercera edición de abril de 2016, pero parece que la primera hornada vio la luz en noviembre del 2015. Esta joyita es un poemario ligero y profundo, corto y largo, bonito y feo como la vida, que en 68 poemas retrata los pensares de cualquiera que tenga cabeza sobre los hombros. Y pensaréis “Ya se está poniendo antitéticadicotómicapesadita, a ver qué payasada nos suelta ahora”.

El caso es que en una primera lectura todo parece bastante light, hasta que te mete la primera bofetada. Entre caricia y puñetazo verbal, te bajas de la barraca de esta lectura con un sentimiento agridulce, descolocado, removido, pero en definitiva placentero. Porque conectarte con tú Yo más básica, admitiendo todo eso que jamás admitirías en público delante de la peña, nunca está de más recordarlo en el refugio seguro de aquel asiento de autobús que te lleva a la Escuela de Idiomas. A veces da igual dónde estés, y lo que modifica tu estado de ánimo es lo que estés fantaseando. Y bueno, a este paso me dan el premio nóbel a la Coelho del mes. ¿Estoy un poco en modo autoayuda repelente o me lo parece a mí? ¡Ay qué horror! ¡¡¿A ver si ahora voy a ser Zen?! Bueno, la cosa es que tú vas ojeando los versos de los poemas en el orden que te salga de la ingle, pero con una ilusión tremebunda, porque en el instituto toda la vida has oído que la poesía es un bodrio aburrido, y con esta alhaja entre manos te sientes de un club muy pero que muy selecto, aunque Garcilaso en la adolescencia, quizás no te llegara mucho… ¿o sí?

“Yo no nací sino para quereros, mi alma os ha cortado a su medida, por hábito del alma mismo os quiero, Cuanto tengo confieso yo deberos, por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero”.

ZZZZZZzzzzz…soporífero puede ser para nosotras, que somos muy modernas y esto nos da vergüenza ajena, pero cualquier similitud entre Garcilaso y hits de Alejandro Sanz o Ricardo Arjona no es pura coincidencia…el amor esclavo desmedido incontrolable ha vendido mucho y bien, siempre…así que tengamos claro, que de existir los Cuarenta Principales alrededor del año 1500, Garcilaso lo petaría a todo volumen en los carruajes de la época.

Hablando de todo un poco, y para aquellas más reacias a las pantomimas de amor romántico que dicen detestar o no entender de poesía, yo añado que estoy convencida de que no por limitaciones propias sino por no habérseles facilitado los textos en contextos amigables y divertidos en sus periodos estudiantiles, he aquí un puñado de versos de Sor Juana Inés de la Cruz, que igual no saldría en los Cuarenta de mediados del 1600, pero sería la Pussy Riot de la época con hábito monjil en vez de pasamontañas:

“Hombres necios que acusáis, a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión, de lo mismo que culpáis. Si con ansia sin igual, solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien, si las incitáis al mal? Combatís su resistencia y luego con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. (…) ¿Qué humor puede ser más raro, que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Opinión ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana”.

Digo. Que se sepa. Que la poesía no es aburrida. Que lo aburrido era el soporífero sermón magistral de Don Cucufato, a quinta, justo después de comer, mientras pensabas en hacer la mochila rápido para no perder el autobús y llegar a Solfeo.

Como soy de las que hacen lectura activa, porque tengo la capacidad de concentración muy limitada y una mente muy dispersa, no sé leer sin lápiz en mano (porque estamos en época de vacas flacas, y aunque los portaminas son más chic, no tengo dinero para permitirme comprar una cajita de minas semanal, por exceso de fuerza al apretar la punta de mi utensilio preciado contra el cuaderno. Personas del mundo que no dejáis mina con cabeza: hagamos un grupo en facebook y démonos confort). Total, que voy a darme un garbeo por el universo de Ana Elena Pena, ejemplar mediante, para contaros lo que más me ha llamado la atención.

El primer verso que tengo subrayado es “una herida sin curar” en el poema uno. Nada que añadir, Señoría, se ve que aquel día estaba yo baja de plaquetas. Curiosamente, en el poema tres me da por redondear “manido”, porque se ve que quiero empezar a utilizar esa palabra como si fuera parte de mi limitado vocabulario… y entonces viene la nota mental: meterla en tres contextos distintos para asentar su uso y utilizarla con diferentes personas al principio, para que no se den cuenta que no tengo claro lo que significa. Puede parecer ridículo andar así a mi edad, pero en realidad, pese a que estas pretenciosas triquiñuelas sean de dudosa elegancia, es bonito saber que “no te acostarás sin saber una cosa más”… aunque sea una cosa que quizás ya deberías saber. Sigamos. El cuarto poema es el que le da título a la obra, y el quinto me sacó una risotada sonora porque se llama COÑO y son los siete versos más ingeniosos que he leído en tiempo. A medida que te adentras en toda esa palabrería, muy de poemario oficial-canónico y del campo semántico amorístico, descubres que de eso a humorístico sólo cambian dos letras, y entonces es cuando encuentras “follar, bragas, tocar, almohada, noche” y creo que no tengo que decir mucho más para explicar por dónde van los tiros.

Señoras y señoras que estáis mirando la portada con ansia: lo que os disponéis a hacer, poco o nada tiene de aburrido. No vais a poder parar de leer, y en escasa media hora ya habréis devorado las 71 páginas contantes y sonantes, para volver a empezar de nuevo a revolotear por las partes que os han dejado con la mosca detrás de la oreja. Me apuesto las uñas a que no termináis el libro sin volver a abrirlo por los poemas que más os han gustado. Me apuesto las pestañas a que no podéis conteneros y tenéis que compartir algunos pasajes con La Señora Facebook, con quien tenéis al lado en el sofá, o con vuestra gata. Porque el ameno ritmo de los versos a veces cortos, a veces tan inmensamente largos que debes leerlos dos veces para saber si los has entendido, te va a poner de buen humor y te va a permitir releer un par de veces más: “Esto no es una carta de amor al uso”, “Gente vulgar” o “Truco”, que son tres escritos, cuando menos, sobresalientes. Sin grandes florituras y con palabras down-to-earth mientras te vas quedando sin ropa como si de un streap pocker se tratara y acabas subrayando todas y cada una de las palabras en pelota emocional picada. Y “Como si nada”, que se llama otro de los poemas, “por dentro, soy un tsunami de sangre y fluidos a toda velocidad”, es tan jodidamente universal y por lo tanto genuino, que a ratos lees mirando a los lados con cara de susto, como Ana Elena Pena estuviera espiándote. Y piensas: “¿Pero cómo demonios lo ha sabido?”. Este breve pero/e intenso tratado de tus entrañas, hace que sientas que conoces a la autora, y te dé por espiar en google todo lo que aparezca de la fabulosa mujer. Con “Sigue buscando” se te encojen los ojillos de ternura y “Uve de Vagina” es un puntazo sin precedente. No quiero destripar mucho más, porque igual ya os he calzado algún espoiler que otro, pero debo añadir que a veces hay páginas con sorpresa, y que la poesía visual, está a la orden del día. “El hambre”, “Échame de menos”, “Ojalá” y “Sola” se merecen un aplauso con ovación incluida, y voy a citar la frase “yo digo AMOR y tú no dices más que mierda” porque si no os habéis hecho una idea de cuál es el tonito, para muestra un botón…o la mercería entera.

Los poemas reflejan la cotidianidad de alguien con mucha capacidad introspectiva, lo inesperado de la vida, las emociones hiperbolizadas, minimizadas, pero nunca distorsionadas te hacen sentirte partícipe de la creación de esta fabulosa manera de conectar contigo misma, en formato “diario de adolescencia”. “Horóscopo Cáncer” tiene dos ticks y un corazón en su último párrafo, ya que de vez en cuando, introduce algún relato corto entre verso y verso. “Los amores imperfectos” va acompañado de dos exclamaciones y una estrella a lápiz. “Cómo coser un corazón roto” en formato receta Do It Yourself inspira mucha ternura para finalizar con un broche terapéutico y de aliento ante tal cóctel de vida explosiva.

Si queréis pasar un buen rato, o hacer un regalo molón, yo creo que no hay nada mejor. Bueno, barato y bonito, porque además del libro siempre suele mandarte mensajitos en modo collage, algún corazoncito y un papel de envolver molón hasta decir basta. Quiero dejar claro que no cobro por ejemplar vendido y que como a partir de ahora hago reseñas para perderme la vida, quiero que os fijéis muy mucho en que vuestras peticiones e insultos han surtido efecto y que este texto tiene párrafos.

Y voy a meter más de la cuenta.

Porque sé que os gustan

los espacios

vacíos

entre

línea y línea.

Y yo por vosotras:

ma-to.

¡FELIZ NOVIEMBRE!


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