En mi colegio, San Félix, todos nos conocemos por el nombre de pila. Guardo recuerdos de muchos compañeros y profesores de esos días pero cada año, cuando se acerca el ocho de marzo, me viene a la cabeza sólo uno: Ane.

Me acuerdo perfectamente del día que nos contó qué significaba esa fecha y lo importante que debería ser para todos, especialmente para nosotras. La recuerdo de morado, aunque no estoy segura de que estuviese así vestida. Lo que sí sé, a ciencia cierta, es que fue ella la primera persona que me habló de este día.

Luego, cuando fui un poco más mayor, empecé a coger cada ocho de marzo el tren para ir a Bilbao a celebrarlo con cientos de personas más. Poco a poco fui aprendiendo frases reivindicativas que ni siquiera identificaba como feministas pero que me revolvían algo por dentro. Recuerdo con cariño todas esas manifestaciones por la ciudad y aunque cada año me planteo si es necesario que se sigan celebrando o no, nunca fallo.

Porque aunque los “días de” tienen algo de hipocresía, nos hacen un poco más visibles durante unas horas. Porque me gusta vestirme de morado y gritar que estamos hartas. Porque Ane nos explicó lo importante que era para todas nosotras y nunca me he cruzado con ninguna de mis compañeras.

GORA EMAKUMEON BORROKA. Eskerrik asko, Ane.