Recuerdos del 8 de marzo. June Fernández

Recuerdos del 8 de marzo. June Fernández

A las primeras manifestaciones fui sola. Tendría 19, 20, 21 años. He tenido diversas influencias feministas antes (si no, de qué iba a salir yo así), pero en aquel momento salía con una cuadrilla muy tradicional de Mungia. Yo era la rara que iba con un libro de Chomsky o del Subcomandante Marcos debajo del […]

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07/03/2010

A las primeras manifestaciones fui sola. Tendría 19, 20, 21 años. He tenido diversas influencias feministas antes (si no, de qué iba a salir yo así), pero en aquel momento salía con una cuadrilla muy tradicional de Mungia. Yo era la rara que iba con un libro de Chomsky o del Subcomandante Marcos debajo del brazo y que faltaba a danzas vascas para ir a la mani de turno, aunque no tuviera a nadie que me acompañase.

Estaba orgullosa de mí misma y me daba un subidón enorme ver a tantas mujeres juntas, pero lo cierto es que me sentía poco integrada; me daba pudor unirme a alguien o ponerme a cantar yo sola. Así que muy divertido no era, pero aún así recuerdo cantarle entusiasmada a mi novio de entonces los lemas que había aprendido: “La talla 38 me oprime todo el chocho”, “Abajo las barbies, arriba barriguitas”, “Si los obispos parieran, aborto sacramento”. Y el bailecito “Feminismo aurrera, matxismo atzera, parampampampampam”. No recuerdo su reacción, pero imagino que su expresión sería entre perpleja y condescendiente (“rarezas de mi chica, que por lo demás es maja”).

Cuando cambié de vida y me hice militante feminista y antirracista, empecé a disfrutar las manis desde dentro. Corear a grito pelado, bailar con mis compañeras, cada año tenía más conocidas con las que charlar… Más allá del “día de”, lo importante del 8 de marzo es que juntarnos en las calles nos inyecta energías para seguir luchando el resto del año: desde el activismo puro y duro a los pequeños actos de resistencia, de rebeldía, de reafirmación. A los procesos de empoderamiento, de inventarnos formas diferentes de ser mujer, de plantarnos en los espacios públicos, de vivir el amor y las relaciones de pareja.

Y sobre todo, me encanta sentirme parte del movimiento feminista. Y me encanta ver cada año cuadrillas de chicas de 19 años e incluso menos que se juntan para ir a la mani, que lo dan todo, y que también se sienten parte del movimiento feminista. ¡Qué ganas de que lleguen las ocho de la tarde!

GORA EMAKUMEON BORROKA!!!!

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