La teoría sueca del amor
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Patricia Merino
El otro día vi el documental “La teoría sueca del amor”. La peli es una crítica de la sociedad sueca hecha por un italiano que, visiblemente, no muestra ninguna empatía hacia la emancipación femenina.
El documental defiende el argumento ya manido de que la sociedad sueca, por el hecho de tener un sistema redistributivo avanzado que proporciona seguridad a sus ciudadanos es fuente de profunda infelicidad, mientras que en el happy sur, a pesar de la corrupción, la desigualdad y el sexismo, somos felices y fraternales. El argumento se ilustra, entre otros, con el testimonio de un cirujano sueco afincado en Etiopía que trabaja altruistamente para la población autóctona, y plantea una justa crítica al occidente “desarrollado”. Se concluye que “tenemos mucho que aprender de los etíopes”, algo que sin duda es cierto –aunque sobre todo occidente tiene mucho que devolver a los países que han sufrido el colonialismo y la explotación– ; pero para ensalzar la fraternidad de los etíopes, y compararla con la frialdad de los suecos, con honestidad habría que incluir en el análisis cuestiones como la ablación y el sistema de género en Etiopía y/o los señores de la guerra en la zona.
Una se pregunta de qué manera se supone que la resiliencia de las gentes en los países del sur sustenta la tesis del fracaso del sistema de bienestar sueco, a no ser que se esté argumentando la necesidad de que existan grados muy considerables de injusticia, violencia y miseria como materia prima para el altruismo y para estimular la capacidad humana de ser feliz.
El documental comienza presentando a las mujeres que deciden ser madres sin un varón y mediante donación de esperma como paradigma de un individualismo radical indeseable y nocivo, para pasar a continuación a dedicar el resto del metraje a la soledad de los suecos y las terribles consecuencias de ese individualismo. Sin embargo, las manifestaciones de individualismo más habituales y generalizadas, y más típicamente masculinas, como como la incapacidad de comprometerse, o el egoísmo explotador dentro de las relaciones están ausentes de este documental, quizá porque son formas de individualismo masculinas, normalizadas y legitimadas en las sociedades capitalistas y patriarcales. El individualismo se cuestiona desde posiciones que en el fondo son machistas y conservadoras, y la “interdependencia” que se defiende consistiría básicamente en que las familias continúen siendo como siempre, y que las mujeres no procreen si no es bajo los auspicios de un varón. El espectador –especialmente el espectador del sur–, es así conducido a una reconfortante reconciliación con sistemas socioeconómicos muy lejanos de los estándares suecos de redistribución e igualdad, e incluso sintiendo una ligera sensación de superioridad moral.
Presentar el sistema de bienestar sueco y a las madres emancipadas como el paradigma y la causa del individualismo salvaje en nuestras sociedades postindustriales es engañoso y manipulador. También es falso y tendenciosos confundir soledad con individualismo: ni todas las soledades son individualistas, ni todos los individualismos son solitarios. De hecho, muchas de las formas más dañinas de individualismo se dan en personas que no viven solas. En la pelis no se inquiere sobre los motivos por los que algunas mujeres deciden ser madres en solitario. Esas madres “solas” que se presentan como el epitome del individualismo, están mostrando, en el mismo acto de elegir la maternidad, con lo que ello implica de deseo de compartir, comprometerse, y de acoger a otra persona, un rechazo al individualismo mercantilista normativo, por lo que no son ellas quienes mejor representan el individualismo nocivo de nuestras sociedades. Además, muchas de ellas están lejos de ser solitarias, ya que encuentran en las asociación con otras madres, y en su círculo de confianza, un apoyo que muchas madres estándar no encuentran en su pareja.
En definitiva, “La teoría sueca del amor” es una película que tras su fachada de crítica al sistema esconde tesis que refuerzan la normatividad patriarcal hegemónica, y una vez más, señalan la emancipación de las mujeres como foco del mal, en un cherchez la femme aplicado al documental pretendidamente antisistema.