Lo siento, pero ahora tengo pareja…
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Isa Nadal
Describo, para empezar, una situación que pienso que hemos vivido casi todas las personas: alguien se encuentra, por casualidad, a su ex pareja, con quien tiene una amistad; esta, en el momento del encuentro, está saliendo con otra persona, la cual no acepta de buen grado el encuentro, y mucho menos la amistad. Bien, esta es una situación normal en el sistema de relaciones amorosas en el cual basamos nuestra idea de amor y todo lo que conlleva. Todas y todos hemos estado en el rincón de los celos irracionales, así como en el rincón contrario. Todas y todos hemos tenido que dar explicaciones alguna vez, así como también las hemos pedido. Ese es el amor que nosotros aprehendemos, comprendemos y vivimos, al fin y al cabo (un amor en el que los celos y la violencia son, a menudo, muestras de cariño y de enamoramiento). Nuestro sistema sexo-afectivo es vertical (y piramidal): en la cúspide, nuestra pareja actual; y a medida que vamos bajando los escalones, encontramos a nuestros amigos y nuestras amigas y, al final de todo, en la base, a nuestras parejas anteriores. Por tanto, la supremacía de la pareja actual es evidente. No deja de sorprenderme la capacidad que tenemos de borrar esos vínculos con nuestras ex parejas cuando estamos con otra persona, a pesar de que en su momento las amamos y, aún con menor intensidad, puede que las sigamos amando hoy. Asumimos, de manera casi natural que nuestros y nuestras ex quedan en un cajón aparte, un cajón que no debemos abrir, como si emanara de él un peligro abominable, una gran amenaza, un factor destructivo, mortal. Lo siento, pero ahora tengo pareja… Es una frase que he escuchado decir a amigos y a amigas un millar de veces a sus ex parejas. A mí también me lo han dicho y ha llegado un punto en que, de tanto pensar, tenía que escribirlo.
También yo me he visto forzada a dejar de hablar con alguien con quien he estado saliendo, a dejar de saber de, de reírme con, de confiar en… esa persona. Pero finalmente me he dado cuenta de que la monogamia, o más bien la gestión de la misma, en la que desarrollamos nuestras relaciones sexo-afectivas (pasadas, presentes y futuras) es un tumor maligno para las relaciones que forman parte de nuestra red, esa red que nos sostiene y que debemos cuidar si no queremos que se deshaga. Una red que, sobra decirlo, va más allá de nuestras parejas. Estas forman parte, claro que sí. Seguramente una parte muy importante, pero no única. Naturalmente, no todas las relaciones tienen una duración eterna. Claro que no. Hay personas que vienen, otras se van, y es saludable aprender eso para no frustrarnos a la primera de cambio. No todas las personas quieren formar parte de nuestra red y no debemos querer que todas lo hagan. Pero no veo motivos para abandonar una relación de amistad (especialmente con un o una ex) solo porque se tiene pareja, ni me gusta que se me “elimine” por ese motivo. Es importante darnos cuenta de que un sistema de relaciones más horizontal (no estoy hablando de poliamor; no a todo el mundo le gusta esa idea) es más sólido, más fuerte, más profundo, más duradero. Este sistema de amor monógamo (romántico) estrangula, no solo individualmente, sino a la pareja en sí, porque la aísla de otras relaciones que pueden comportar sexo o no. Y esta idea del sexo es también interesante, pues se entiende en esta monogamia estricta y restringida que las ex parejas son siempre vistas como potenciales relaciones sexuales (“un/a ex siempre será follable”) y esta idea es completamente reduccionista, además de que cosifica a las ex parejas, como si no pudiera haber en ellas otro interés que el sexual. Si amamos a una persona en el pasado y tuvimos una relación de pareja con ella, no es ilógico que se le siga amando, aunque con una intensidad seguramente diferente. Si fueron importantes en el pasado, ¿por qué no van a ser importantes en el presente, aun cuando tenemos otra relación con otra persona ahora? ¿No es ridículo que solo podamos acercarnos a nuestros y nuestras ex cuando estamos libres? ¿No deberíamos ser siempre libres? Es importante tener en cuenta que patriarcado, monogamia y capital van de la mano y que es interesante, a nivel de sistema y orden, la formación de familias que no se salgan del cuadro normativo porque unidad familiar significa consumo. Romper la restricción de esa monogamia reductora y represiva es, a mi parecer, una forma de convertir en más fuertes, estables y poderosas no solo las relaciones de pareja, sino todas las relaciones que conforman nuestra red social, todos nuestros vínculos.