Porno. ¿A quién se le ocurrió semejante XXX?
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Bea. H
Gracias infinitas a Silvia y Anneke, fuente de sabiduría e inspiración.
¿Y si te dijera que ha existido, desde el principio de los tiempos, prácticamente en todos los rincones del mundo, un texto sobre el comportamiento sexual humano más allá del Kama Sutra?
A lo largo de la historia, las personas hemos plasmado la sexualidad humana de diferentes maneras como fuente de inspiración para otra gente. Empezando por el paleolítico, periodo durante el cual se rendía culto al origen de nuestra existencia. Hablo del culto hacia el útero, este en formas totémicas. Esto era lo que se llevaba en la época. Otro descubrimiento arqueológico de esta época fue, lo que parece ser, el primer dildo de la historia, hecho de marfil. Se encontró en las cuevas de Hohle Fels, Alemania aunque el auge de este juguete fue en la época Griega, que por aquel entonces se llamaba “olisbo”.
Con el paso del tiempo, las representaciones fueron cambiando a figuras antropomórficas de diferentes formas. Se empezaron a visibilizar instrucciones gráficas que indicaban, paso a paso, cómo llevar a cabo diferentes prácticas sexuales. Podían ser muy próximas a la realidad o totalmente imaginarias, como las autofelaciones plasmadas en el antiguo Egipto, sin menospreciar la flexibilidad de cada una.
Utilizadas todas ellas como una fuente de inspiración, hubo algún momento clave en la historia de la humanidad en el que, como entre otras tantas cosas, fue involucionando. Las ilustraciones pasaron de ser algo natural a un tema polémico, se convirtieron en tabú. ¿Cuándo?
A mediados del Siglo XIX se comenzaron a prohibir las representaciones eróticas públicas por su carácter “obsceno”. Como fue el caso de las excavaciones de Herculanum y de Pompeya. En estas excavaciones se sacó a la luz una enorme cantidad de imágenes eróticas que lejos de ser compartidas con la humanidad, fueron encerradas en una cámara secreta en el Museo Borbónico de Nápoles, al cual se restringió el acceso a mujeres, menores y personas pobres. Quien no lo veía, era porque no quería o bien porque era mujer, menor o pobre. Entonces, ¿quiénes podían ver imágenes pornográficas? Pues eso, los de siempre.
En la actualidad, la cosa ha cambiado, gracias a internet puedes permitirte el acceso a material pornográfico de manera mucho más sencilla. Más sencilla y anónima, ya que el estigma social que se impuso hacia las mujeres sigue impregnando nuestra sociedad actual. Las mujeres no “pueden” consumir pornografía. Si la ves, ¿qué tipo de mujer eres?
Estas creencias están presentes en nuestro entorno. En algunas personas están muy arraigadas, en otras menos, y en otras, las que se las han conseguido quitar, mayoritariamente lo han conseguido a base de esfuerzo y empoderamiento. Si eres de la gran mayoría, probablemente te sea difícil hablar abiertamente de que consumes pornografía sin ningún tipo de tabú fuera de tu espacio de seguridad. Tranquila, es muy lógico, ya que en otro círculo que no sea tu gente de confianza, muy probablemente habrán especiales juicios de valor sobre ti por parte de tu entorno, con etiquetas, como que eres una guarra, y que no se quién que te esté juzgando no se esperaba eso de ti. Como si estuvieras haciendo algo malo, como si necesitaras de su aprobación o como si no esa persona nunca lo hubiera hecho. Gracias.
Y es que nosotras tenemos que controlar nuestros instintos como buenas mujeres, no nos pueden gustar esas obscenidades. ¡Por Dios! ¿Qué somos, animales?
Y si no es así y en tu caso concreto me equivoco, ¡me alegro infinitamente!
Este lastre, porque es un lastre, está muy presente. Se da por hecho que las mujeres no vemos porno hasta que se demuestre lo contrario. Y si así fuera, si decimos que vemos porno, no nos vamos a librar tan fácilmente, tendremos nuestros “queridos” estereotipos de género para que sigamos haciendo lo que se espera de nosotras, y nos siga gustando lo que nos debe gustar. El romanticismo, conversaciones eternas, purpurina y muchas cosas bonitas de chicas, claro.
Este estereotipo es restringente ya que nos censura a la hora de consumir un tipo de porno determinado y es que sería aceptar lo inaceptable. “Las mujeres empezarán a ver porno cuando se casen al final” (Diana J. Torres, “Coño Potens”). De tal forma que se nos encasilla, se asume que si nos gustara, nos tendría que seducir un porno más amable y delicado. Entonces sí, podemos verlo porque es el dedicado y hecho para nosotras, mujeres.
Lejos de censurar en sí, este porno sensual y romántico simplemente es una variedad más de la representación de la sexualidad, como pueden ser las películas de ciencia ficción y las comedias. Géneros diferentes, pero no contrapuestos, ni deterministas. Te puede gustar uno, y no por ello no el otro. O un día apetecerte una cosa y otro día otra. Por lo tanto, destinarlo a un público concreto implica caer en la trampa de los estereotipos y roles de género, tan amables como siempre.
Cuando se cuestionaron esto, entre otras tantas cosas, fue cuando surgió el porno feminista.
El porno feminista, no es “porno para mujeres”. Consiste en que cualquiera de las participantes es tratada como una persona y no como un objeto. ¿Por qué digo esto? En el cine porno heterosexual, el guion se desvincula del placer de la mujer, esta pasa a ser un objeto de placer para el hombre, posicionándole como el único receptor y sujeto de placer. Si a ella se le hace algo es por y para el beneficio de él. ¿Cuántas veces sale la cara de cachondo de él? ¿Y la de ella?
En el porno feminista se trabaja por incorporar los deseos de las personas que participan, haciendo que el placer representado sea lo más realista posible. Se les respeta, que está bastante bien. Puede parecer algo evidente, pero no lo es.
El porno feminista desafía los estereotipos sociales actuales ya que visibiliza más cuerpos y representaciones sexuales. No porque haya más gente, sino porque deja de lado los prototipos, de manera que te puedas sentir identificada. En el porno convencional hay categorizaciones que clasifican a las personas de diferentes colectivos como un fetiche lo que genera categorías aparte, como si fueran algo extraño.
Y no, si era tu duda, no odia a los hombres. La diferencia radica en que propone visibilizar la realidad, la variedad corporal que existe. Más allá de pechos grandes y penes descomunales. Se propone visibilizar otros tipos de cuerpos, identidades de género y orientaciones sexuales a las representadas habitualmente y NO clasificándolas como algo extraño, sino como algo real.
Amarna Miller escribe que “El porno no es feminista por las prácticas que está representando, es feminista porque está creado en unas condiciones feministas”.
A las personas no siempre nos gusta lo mismo, nunca somos iguales ni estamos siempre igual, cambiamos constantemente. Podemos tener una tendencia pero que eso no nos corte las alas a la hora de poder probar otra cosa. Somos cambiantes, curiosas, nos atrae lo nuevo y, en esa diferencia está el gusto, el placer. Independientemente de lo que seamos, no seamos esclavas de un rol.