Deja de apuntarme kon esa kámara: entre la fotofobia y la obsesión por retratarlo todo
El objetivo de una cámara puede convertirse en un dispositivo de poder que vulnera la intimidad de las personas grabadas o fotografiadas. ¿En qué condiciones resulta amenazante este instrumento?
SORGINAK ETA SUAK
¡Buenas!
Hace unos días acudí a unas jornadas de temática feminista, kuyo kontenido pintaba interesante. (¡Y lo fué! desde akí aprovecho para felicitar a organizadoras y ponentes). El lokal estaba repleto de mujeres en su inmensa mayoría. Llegué justita de tiempo y encontré la última silla libre.
Cerca de mí, había un chico kon una kámara de fotos ke no dejaba de disparar, parecía ser de la organización. Me resultó incómodo ke estuviera fotografiando más a las “oyentes” ke a las “ponentes” de las jornadas (situadas en el escenario); nunca he visto a nadie ke haga tantas y tantas fotos a las personas que acuden a una charla.
Me resultó extraño ke a nadie le molestara ser fotografiada por un deskonocido de manera tan insistente… Supongo que era porke muchas de las asistentes ¡eran amigas o conocidas suyas!
Respeto que a la gente no le importe ser retratada, respeto que no se kuestionen dónde pueden ir a parar esas fotos, y respeto que haya gente a la que le parezka normal o ke incluso le agrade ser fotografiada. Pero… no es mi caso.
Mónica Quesada nos estaba hablando sobre la cosificación de nuestros cuerpos y nos decía “imaginaos que lleváis un foco encima”, un ojo ke todo lo ve… “, (y no era un foco lo ke yo tenía encima, ¡sino el objetivo de una cámara enfrente!).
Mónica nos propuso un ejercicio: remangaos, cerrad los ojos y acariciaos los brazos; y nos dijo: “imaginaos ahora ke mientras os estáis cosquilleando el brazo hay alguien observándoos…” (y la verdad es que estábamos siendo observadas y retratadas mientras realizábamos este ejercicio. ¡Ese chico no paraba de hacer fotos!).
Las ponentes hablaban también de una investigación en la kual se ofrecía a lxs participantes dos minutos para expresar lo que consideraran importante frente a una cámara; Si tras la cámara había un hombre, las mujeres no usaban los dos minutos que tenían a su disposición: no usaban casi ni la mitad del tiempo. Esto es: Se sentían cohibidas; la presencia de un hombre tras la cámara les generaba inseguridad.
Es Curioso. ¿Kizás no me habría sentido tan violentada si las fotos las estuviera sakando una mujer? ¡Nunka lo sabré! ¿Kizas su actitud habría sido más empática? Llamadme loka…
Entiendo la pasión kon la que este chico se estaba tomando el momento. Entiendo su emoción por captar todo lo captable, emociones, gestos, expresiones… Aunque me parezca excesivo, lo entiendo.
Pero si alguien se tapa el rostro cada vez que el objetivo de la kamara se acerca… hay algo akí ke no va. Es una cuestión de respeto, de sensibilidad, y, sobre todo, de derecho a la integridad. Algo que él no quiso interpretar. No pude disfrutar de a jornada.
Coloqué mi mano frente a mi rostro en 3 okasiones para evitar salir. Después opté por taparme con mi cuaderno (de color fucsia fosforito, imposible no verlo). Levanté mi cuaderno 5 veces para cubrirme… Este chico era perfectamente consciente de mi malestar, y no cesó… Incluso después de hacerle un gesto de desaprobación (de Sujetxs aktibas a Objetos retratables).
Finalmente, tras pedir la palabra para realizar una preguntilla a las ponentes, hizo amago de enfocarme con la cámara, y me sentí obligada a exponer en público que no keria ser fotografiada.
Solo en ese momento cesó, y después de mi intervención se me acercó a hablarme… le pedí ke lo dejara para después de la charla… Durante los 50 minutos anteriores le importó poko ke yo estubiera tapándome el rostro kada vez ke él enfocaba su objetivo en la dirección en la que me encontraba. Me sentí violentada, forzada, obligada a tener ke kubrirme. Tanto, ke estuve a punto de marcharme… Nunca antes me había okurrido nada parecido, ¡y menos en ese lokal!!!
Por lo general, las fotos se hacen a kienes exponen, aktuan, a kienes figuran en el escenario, y alguna ke otra foto desde el fondo, alguna otra a las participantes… pero tantos y tantos planos de frente… resultaba tan excesivo y violento…
Al finalizar la charla me acerqué a él para compartir la vivencia.
Le intenté explicar ke aunque pertenezka a la organización, es un desconocido que no debe sacar fotos si alguien no quiere ser fotografiada. Ke lo normal es fotografiar a lxs ponentes, no a todxs lxs demás. Me contestó que él estaba haciendo su trabajo.
Le dije ke kizás le resultara extraño, pero…
- ¿Y si hay alguna mujer prófuga de la justicia?
- ¿O alguien ke ha escapado de una red de prostitución?
- ¿O una inmigrante ilegal con problemas de visado?
- ¿O una mujer amenazada que han huido de su hogar por miedo?
- ¿O mujeres que no pueden decir donde están?
- ¿O una chavala ke ha tenido ke mentir para akudir a la jornada?
- ¿Y si me estoy saltando una baja laboral para acudir a esa charla?
Me kontestó ke si tengo alguno de esos problemas, solo tengo ke ir donde él y explicárselo, y no me sacará fotos. Me dijo ke yo no salía en ninguna foto. ¡Normal, me he estado tapando en todas!
Y mientras, yo pensaba:
- ¿Por ké tenemos ke kontar nuestra vida o problemas a un deskonocido?
- ¿Si una mujer no kiere ser fotografiada, tiene alguien derecho a hacerlo?
- ¿Dónde keda nuestra intimidad?
La expliqué que lo adecuado antes de fotografiar rostros de gente es pedir permiso, o preguntar si hay alguien ke no quiera aparecer. Pero kreo ke se estaba sintiendo atakado…
Mientras, yo pensaba:
- Y si, simplemente, no me da la gana ke un deskonocido me fotografíe?
- ¿El hecho de organizar un evento le otorga a alguien el derecho de retratar konvulsivamente a quienes acuden?
Este chico (no dudo ke sea una bellísima persona) Tuvo ke retirarse un momento porque le llamaron, y una mujer a la ke yo aprecio mucho, (y konocida de este chico) me dijo, kontrariada: “Él es muy razonable”.
Me quedé más descolocada aún. Me kedé Sin palabras. Y me fuí. Súper Triste. Komo una marciana en tierra de Facebook.
Y pienso en esas Miles de mujeres ke lucharon durante años kontra el kontrol social. Huyendo de kámaras de video-vigilancia. Eskapando de lokalizadores vía satélite. Escondiendo sus rostros ante kámaras indiscretas de periodistas y policias. Usando programas de seguridad en internet. Pienso en las Anónimus, en todas las Ciberfeministas, en las Autónomas…
Y Pienso en Miles de mujeres que han sido y son fotografiadas y grabadas kontra su voluntad… por hombres. En las kalles, en sus trabajos, en prostíbulos, en komisarias, en centros penitenciarios…
Y Pienso en Miles de mujeres ke siguen defendiendo su intimidad y su integridad. Evitando figurar en las redes. Negándose a ser identificadas, klasificadas, controladas. Pienso en miles de mujeres ke se niegan a colaborar kon el exhibicionismo salvaje al ke este sistema enfermo nos empuja. Muchas de ellas no tienen ni Facebook.
Pero… No sé por ké os kuento esto… ¡soy una exagerada! No soy más ke una marciana.
El objetivo de una cámara puede convertirse en un dispositivo de poder que vulnera la intimidad de las personas grabadas o fotografiadas. ¿En qué condiciones resulta amenazante este instrumento?