Las horas heridas. Una performance contra los feminicidios en Perú

Las horas heridas. Una performance contra los feminicidios en Perú

"Las horas heridas" es una performance que intenta llevar a la calle a las víctimas de los feminicidios en Perú. Mujeres silenciadas en una sociedad que sólo parece reaccionar con el cadáver delante.

06/10/2017

Mary Lara-Salvatierra
Filósofa peruana, feminista y activista especializada en estudios de género


Es un hecho, uno escalofriante: cada 71 horas una mujer es asesinada en Perú sólo por ser mujer.

Cuando nos enfrentamos a las estadísticas de violencia de género en Perú, además de indignación y rabia, surge la pregunta. ¿Por qué aún no se toman las medidas políticas y gubernamentales necesarias para combatir los feminicidios? Los colectivos feministas están realizando grandes esfuerzos para visibilizar y combatir el machismo y a ese esfuerzo se suman, desde la ciudadanía, acciones individuales como la propuesta de la artista plástica Susana Vásquez Torres quien aporta, con total crudeza y de manera directa, su visión sobre Feminicidio en el Perú.

Van dos mujeres caminando por la calle. De repente, una de ellas cae el suelo intempestivamente como fulminada por una fuerza mayor. En silencio, la acompañante le coloca una bolsa negra, la misma que utilizan los equipos forenses para cubrir los cadáveres a la espera del fiscal en una escena del crimen. Muy lentamente coloca sobre el cadáver un cartel: “Cada 71 horas una peruana es víctima de Feminicidio”.

Susana Vásquez Torres estudió pintura en la Escuela  Superior de Bellas Artes en Lima, es bachiller de Artes Visuales y actualmente está estudiando un diplomado en gestión cultural y trabajando como maestra de arte en un colegio en Lima.

 

P. ¿Cómo te acercaste al feminismo?
R. La violencia de género es un problema mundial que lamentablemente se siente más en Latinoamérica y personalmente yo no podía estar lejos de esa realidad. Está presente desde el análisis que haces al enterarte de la historia de tus amigas, a la mirada hacia tu propia historia familiar. O simplemente lo vives en la experiencia de tener que ir a tus clases y notar que en una caminata de un par de cuadras ya has recibido el acoso callejero de por lo menos cinco hombres al día. Convivimos a diario con la violencia machista. La verdad es que te acostumbras y no está bien que te acostumbres. Usas audífonos para no escuchar los “piropos” por la calle, cambias tu forma de vestir para pasar desapercibida y, en cierta forma, reduces tu calidad de vida.

Asistí hace unos años a La Marcha de Las Putas que se realizó en Lima y fui dándome cuenta de varias cosas a las que me había acostumbrado y que estaban mal, así que decidí que era hora de hacer algo con eso. Realicé el proyecto La presencia de la Mujer en la Historia del Perú. Durante esa investigación pude relacionar el tema del mestizaje, el colonialismo y la violencia de género en el país. Luego, analizando a mis familiares y a mis antepasados, pude reconocer varias estructuras de poder y la de género fue la que más me interesó para iniciar mi trabajo. Hice una performance llamada Las horas de Latinoamérica, inspirada en las noticias sobre las horas que pasaban entre cada Feminicidio. En base a eso pensé que era necesario hacerlo en el espacio público, sacarlo de los espacios familiares y mostrarlo. Justo coincidió en el contexto del año pasado cuando se realizó la marcha nacional Ni Una Menos. Fue el momento correcto para hacerlo.

P. ¿Cuáles son tus expectativas al exhibir en el espacio público lo que por mucho tiempo se ha restringido al espacio familiar o privado? ¿Qué es lo que piensas que puedes conseguir con esta performance Las Horas Heridas?
R.
Las víctimas de feminicidio están aprobadas por la sociedad. Salen en las noticias y nadie dice nada porque las muertas quedan en casa. Si ves las estadísticas mundiales, la mayoría indica que una de cada tres mujeres ha sufrido abuso sexual o físico. Cuando hice el proyecto de investigación, salía a la calle e iba contando las mujeres “1…2…3… ¡ella!”. Pero el tema central en realidad es ver y entender que la cantidad de hombres abusadores es mayor. Mi idea es mostrar lo que está sucediendo para que en conjunto nos responsabilicemos de las muertas que este problema está generando.


La imagen de la performance es muy fuerte y no importa el espacio porque cada espacio tiene sus propias características, pero la muerta es la misma. Tienes que detenerte a leer el cartel porque realmente hay un cadáver ahí y tienes que parar. Es eso lo que genera la reflexión luego.

P.¿Cuáles son las reacciones a la muestra?
R.
Las reacciones son muy variadas, en muchas acciones me he topado con menores que no han tenido miedo pero sí curiosidad. Lo que sí he notado es que hay mucha resistencia por parte de sus progenitores a que lo vean, y creo que es más el miedo a nos saber explicarles qué está sucediendo. Eso es otra gran parte del problema. Es super importante trabajar con la población infantil y es necesario que quienes tienen responsabilidad sobre su educación se comprometan a explicarles y a buscar las herramientas para hacerlo. El hecho de no mostrar el problema no significa que no esté sucediendo.

En cuanto a los hombres sí generan más violencia. Cuando hicimos la acción en la Universidad de San Marcos, se acercaron pateando a las actrices, pensando que eran muñecos, queriendo tirarles agua, diciendo que estábamos haciendo mucho drama. Me sorprendió que tomen el tema tan a la ligera en un campus universitario. En zonas más populares son los cuerpos policiales quienes se acercan y nos invitan a retirarnos, usado el pretexto de que estamos obstruyendo el paso peatonal. Algunas veces las mujeres intervienen y les explican la importancia de lo que estamos haciendo y se arma la discusión en la calle. He escuchado a personas decir que está mal la violencia pero que las mujeres lo permiten. El argumento cambia: primero estábamos entorpeciendo el tránsito, luego éramos las mujeres quienes teníamos la culpa de nuestras muertes.

En términos generales hay mucha sorpresa y morbo, gente que te apoya y gente que se enoja, pero la pregunta siempre es “¿Por qué estás haciendo eso?”. Las respuestas entre las personas asistentes son muy variadas y es señal de lo poco que se habla del tema.

P. En base a lo que experimentas como artista que expone estos problemas en el Perú, ¿Cómo ves actualmente el movimiento feminista en tu país?
R.
Me parece que están ganando fuerza. Hay mucha reacción por lo que sucede y en las redes sociales funciona mucho. Como en el caso de la ministra de la mujer quien declaró que el feminismo no es necesario en el Perú. La respuesta de las feministas fue organizar un  tuitazo en las redes, para dejarle claro a la ministra nociones básicas de feminismo. Lamentablemente aún hay muchas personas en el Perú que entienden el feminismo como el antagonismo del machismo y ese problema de desinformación es terrible. El presidente habla de violencia de género, pero su propuesta para combatirla es la línea 100 que existe hace varios años, y no propone nada más. Su compromiso de lucha se queda en nada porque no tiene respuestas reales al problema.

Lo cierto es que esta lucha tiene muchos años y se han conseguido muchas cosas pero, al no haber respuestas de parte de las autoridades, la población civil -que felizmente está atenta-, exige mayores respuestas y soluciones. Es responsabilidad nuestra informarnos, hay un problema enorme si no lo hacemos porque los feminicidios siguen ocurriendo, y no es un tema que se enseñe en el colegio. Por tanto, es nuestro deber estar al tanto sobre el feminismo, los términos, las corrientes, y las intelectuales y artistas que están trabajando al respecto. El feminismo empieza con la capacidad de indignarnos y luego de a pocos viene el compromiso.

P.¿Cuáles son tus reflexiones sobre esta performance en particular ligada al feminismo en Perú?
R.
Me gustaría empezar a hacer redes feministas que repliquen este tipo de acciones en otros espacios. El impacto que genera la muestra en los espectadores tiene mucho potencial. El hecho de poner este tipo de problemáticas en el espacio público permite que la gente que lo ve y lo siente pueda, mediante el miedo, generar la indignación que hace falta; porque fastidia que haya alguien quejándose y más de esta manera. Lo bueno es que hay personas que se identifican al reconocer el problema. Al ver las reacciones te das cuenta de que sí funciona, tanto para quienes lo realizan como para quienes lo ven.

Del mismo proyecto saldrán otras piezas basadas en las reacciones y en lo que genera ¿Cómo le hablas a un niño sobre Feminicidio? Sus responsables se preguntan lo mismo. Lo que falta en la sociedad es reconocer que es un tema importante y me gustaría que esa sea la reflexión que quede sobre este proyecto. El arte es un disparador que genera el cambio, la introspección y el análisis para construir algo mejor. Estar todo el tiempo indignada puede ser contraproducente, pero al menos creo que es bueno reunirte con más feministas interesadas en cambiar algo porque lo importante es sumar energías. El patriarcado es un monstruo, la violencia de género saca lo peor de la sociedad, la discriminación, el machismo… y hay una enorme resistencia al cambio. Es necesario reconocer que estamos inmersas en una sociedad machista porque, si no lo reconoces, ¿cómo vas a poder hacer el cambio?

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